Los Desamparados 

(Fabián Zalazar / Maten al mensajero)

Diez tipos se juntan en un club de barrio a jugar al fútbol y comer un asado. Hasta allí, un típico relato costumbrista. Pero en Los Desamparados la historia amaga convertirse en un relato de misterio, luego en una comedia de enredos y, finalmente, se revela como lo que fue desde un principio: una sólida historieta humorística, narrada con buen ritmo, donde a ninguna página le falta un chiste o un giro gracioso y donde la gestualidad que Zalazar imprime a los personajes es tan importante como sus cruces verbales. Publicada originalmente en el blog colectivo Historietas Reales, Los Desamparados se suma a la troupe de buenas historietas web llevadas al papel.


Tango cruzado 

(Max Aguirre y Sebastián Dufour / Hotel de las Ideas)

Gardel inmortal. Una vieja rivalidad entre una orquesta porteña y otra uruguaya. Un bandoneonista sobrenatural en cuyos arreglos se puede anticipar el futuro (si se distingue qué tango está tocando). El guión de Aguirre entrecruza esos elementos con solvencia. Dufour hace su propia magia desde el dibujo y el conjunto armoniza de forma impecable. El misterio se mantiene hasta último momento. Un poco por el guión, que va dándole al lector la información de a cuentagotas. Otro poco por el dibujo, pues Dufour trabaja en contraluces que ofrecen un clima a la vez tanguero y sobrenatural, para la historia de una figura que, sin preverlo, alcanzó una de las formas de la inmortalidad.


Un policía en la Luna 

(Tom Gauld / Salamandra)

Un policía en la Luna es una de esas joyas pequeñas que la narrativa ofrece de tanto en tanto: una historia chiquita, pero narrada con pulso perfecto a partir de premisas y elementos de lo más sencillos. En este caso, una suerte de “slice of life” de la vida de un policía. En la Luna, un sector que no tiene una tasa de crímenes particularmente alta. A partir de eso, con un dibujo que ni siquiera necesita mostrar la cara de los personajes, Gauld representa todo un universo de sentimientos. El vacío existencial de un trabajo aparentemente exitoso, el hastío de la rutina y la necesidad imperiosa de conectar con algún otro de un modo significativo. Eso, además, en una edición preciosa del sello español.


 

(Enrique Barreiro, Hernán Ferrúa y Enrique Santana / Terminus Libros)

Barreiro, Ferrúa y Santana no prometen más de lo que ofrecen en esta historia. “Una de acción”, o “una de aventuras”, un poco a la vieja escuela (de hecho está basada en una idea que el “Loco” Barreiro jamás llegó a concretar): un cazador de vampiros en un futuro distópico y cercano. Un Van Hellsing, descendiente del clásico, pero con técnicas modernas. Van Hellsing (el personaje y el libro) es directo y apenas hay espacio para todo lo que no sea el transcurrir de la acción o su justificación. En este sentido (y también en otros menos deseables) el relato va en línea directa con lo más característico de las revistas de historieta de aventuras de los años ‘70 y ‘80.