La Corte Suprema está paralizada. Ni siquiera funcionan los llamados "Tres Mosqueteros" -Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz, Juan Carlos Maqueda-, ya divididos entre ellos a raíz, entre otras cosas, de las desconfianzas surgidas por supuestas operaciones desplegadas por el monje negro y mano derecha de Rosatti, Silvio Robles. Con Ricardo Lorenzetti alejado del trío, casi no hay tema en el que puedan juntar los tres votos, por lo tanto, prácticamente no salen fallos. Ni tampoco directivas hacia el resto del Poder Judicial. Del mismo modo está paralizado el Consejo de la Magistratura, por lo que no funciona nada. En ese marco cayó la noticia del 30 por ciento de votos que consiguió en las PASO Javier Milei: un personaje indescifrable para los supremos. De manera que también contribuye a la inacción.

En Tribunales sostienen que Robles se atribuye el manejo de la Corte, les manda textos a los otros supremos -por ejemplo, comunicaciones referidas a la jubilación de la jueza Ana María Figueroa-, se conoce su intervención -casi como un gestor- a favor del gobierno porteño en el expediente de la coparticipación y hay indicios de intervención en otras causas, algo llamativo teniendo en cuenta que -según dijo en la Comisión de Juicio Político de Diputados- no es abogado, sino periodista.

Más resquemores todavía produjo el grosero naufragio cuando declaró en esa Comisión. La mayoría de las preguntas las rechazó aduciendo que estaba en su derecho a no declarar porque lo podía perjudicar en causas judiciales -hasta en temas en los que no había tales causas- o que podía no responder por la existencia de secreto en cuestiones internas judiciales, cuando tampoco existían. La Comisión le envió una nota al máximo tribunal pidiendo que se le abra un sumario a Robles por ser testigo reticente en su declaración, algo que de por sí debería haber puesto en debate el cargo que ostenta: director general de la vocalía de Rosatti.

Todo provoca recelo y un ambiente tenso. Más todavía porque Rosatti se hace presente muy poco y todo parece quedar en manos de Robles, a quien -en reserva y con poca imaginación- llaman López Rega o Rasputín.

Nadie firma

Desde hace rato se espera una resolución de la Corte sobre la coparticipación. Sin embargo, siguen pesando las recusaciones producto de los encuentros y los chats de Robles con el exministro de Justicia porteño Marcelo D’Alessandro.

- Espero que hagas sacar el fallo Robles -le dijo Robles a D’Alessandro.

- Obvio -fue la respuesta del ministro.

Hay pasajes en los que Robles le dice a D’Alessandro:

- Ya te paso letra para que lo muevas.

O sea, aparece Robles como asesor de una de las partes de un expediente que tramita en el máximo tribunal. También se agregó que llegó junto con D'Alessandro al cumpleaños de Juan Bautista Mahiques, un funcionario judicial alineado con el macrismo. Hay una acordada de la Corte que prohíbe reunirse con quien es parte en un juicio, sea en la instancia que sea, sin que esté presente la otra parte.

Redondeando el escándalo, un juez federal, Sebastián Ramos, aprovechó la feria judicial para archivar apuradamente el expediente de los chats, produciendo un hecho inédito, ya que durante la feria no se toman medidas de fondo. Ramos aparece en otros chats como beneficiario de un auto que le suministró el gobierno de CABA, en concreto D’Alessandro.

En ese marco, sigue sobrevolando la recusación a Rosatti por las relaciones non sanctas de Robles. El cuestionamiento al presidente de la Corte fue rechazado de entrada, pero sólo por extemporáneo. Podría volver a tratarse el fondo de la cuestión. Y todo es espinoso: Lorenzetti seguramente no firmaría un nuevo rechazo a la recusación y Rosatti tendría que votarse a sí mismo.

El fantasma de la obra social

En la Comisión de Juicio Político, Leopoldo Moreau le preguntó a Robles si era cierto que frenó la circulación del informe número 4 referido a irregularidades en la Obra Social del Poder Judicial, no ya bajo el mandato de Aldo Tonón, hombre de Maqueda, sino con la nueva administración de Mariano Althave, ubicado por Rosatti. Robles se negó a contestar invocando el artículo 18 de la Constitución: “Nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo”.

El escándalo de la Obra Social abarca proveedores asombrosos, sin antecedentes, con contratos millonarios, falta de balances, presupuestos y miles de medicamentos faltantes. Quien estaba a cargo, Maqueda, fue imputado en una causa judicial, pero la Casación salió a rescatarlo para que impedir que el Sitraju (Sindicato de Trabajadores Judiciales) sea querellante y apele la absolución del juez. El caso ahora también afecta a Rosatti, porque la administración de Althave no impidió las irregularidades. Robles -según dijeron en la Comisión- supuestamente bloqueó el informe incriminatorio.

En general, en la Corte se dice que la mano derecha de Rosatti interviene en las cuestiones judiciales pese a no ser abogado. Por ejemplo, transmitió comunicaciones referidas a la jubilación de la jueza Figueroa.

Fallar es difícil

En la multitud de causas que no tienen resolución de los supremos, parece evidente que no juntan los tres votos imprescindibles en varios expedientes notorios:

* El conflicto sobre la coparticipación entre CABA, la Nación y las provincias. La causa en la que Robles fue “asesor”. La Corte ya dictó una cautelar a favor de CABA pero la transferencia de fondos no se concretó. Se esperaba otra resolución: no salió hasta ahora. Rosatti está recusado por la relación Robles-D’Alessandro.

* En Formosa se cuestionaba la re-reelección de Gildo Insfrán. El máximo tribunal dejó correr la candidatura sin intervenir. La versión es que Maqueda no estaba dispuesto a firmar.

* Jorge Macri y su habilitación para ser candidato en CABA, pese a que no registraba domicilio en el distrito por el tiempo exigido. Tampoco hubo resolución. Se menciona que Robles se adjudica haber trabajado para eso. 

Todas son muestras de las dificultades para conseguir los tres votos y, consecuentemente, se traduce en inacción.

En jaque

Rosatti está afectado por los cuestionamientos a Robles. Es más, sus colegas dicen que casi no concurre a su oficina y que su sillón lo ocupa Robles.

Maqueda está afectado por las irregularidades en la Obra Social, un expediente que llegará a la Corte tarde o temprano. Ya Lorenzetti expuso posturas durísimas en un dictamen de disidencia.

Rosenkrantz afronta graves cuestionamientos porque hasta hoy sigue firmando fallos referidos a empresas que eran clientes de su estudio de abogados. A eso se suma el reclamo de honorarios por una cifra sideral, 18 mil millones de pesos, a Santa Fe por una causa que resolvió la propia Corte. La cuestión levantó polvareda en la provincia porque allí había abogados de planta y no se necesitaba un estudio porteño.

Lorenzetti está en guerra con los demás porque lo desplazaron de la presidencia de la Corte -según afirma- por acción de Elisa Carrió, Juntos por el Cambio y operadores periodísticos de la oposición.

El cuadro exhibe que la parálisis es lo que rige en el cuarto piso del Palacio de Tribunales. Juntar tres firmas para un fallo parece tarea titánica. Y a eso se sumó el resultado electoral. En el aparato judicial esperaban una contundente derrota de Unión por la Patria y una ventaja abrumadora de JxC. No ocurrió. En escena apareció un personaje indescifrable para sus señorías, Javier Milei, y sobre todo la perspectiva de un final en octubre que no pueden predecir. Todo contribuye aún más a la inacción.