Como pocas veces, el Círculo Rojo fue hace unas horas testigo privilegiado de una explicación polémica y maquiavélica de uno de los sucesos del domingo de elecciones PASO: por qué Mauricio Macri celebró la derrota de Juntos y el triunfo de Javier Milei, de quien parece posicionarse como un jefe político y de campaña en las sombras. Un dato que reconfigura todo el escenario político de cara a las primarias y siembra más discordia en la interna del Juntos por el Cambio. Para ponerlo en contexto, tras el triunfo del libertario, Patricia Bullrich subió a Macri al escenario del búnker de Costa Salguero. Le levantó la mano y lo puso como un artífice de la interna que la dio por ganadora sobre el alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta.
En exceso sonriente, el líder del PRO parecía celebrar un triunfo que, en realidad, era derrota. Unas horas después, en diferentes notas periodísticas, el propio Macri confesó que lo había vivido como un día de felicidad. Algunos días más tarde, un grupo muy pequeño de empresarios habló con Macri por diferentes vías y consiguió una explicación sincera y racional de lo que nadie podía explicar: les dijo, palabras más o menos, que Milei es parte de su plan político a futuro y que observa, de ganar el libertario, una especie de co-gobierno en el que él traza las directrices y Milei ejecuta.
Según supo Página I12, varios empresarios que creen que Milei tiene altas chances de ser presidente, dialogaron con Macri, que disparó una idea categórica del contexto: “Si no gobiernan ellos (el peronismo), ni nosotros (Juntos por el Cambio), gobernaremos nosotros a través de Javier. Lo importante es el fin del populismo”, soltó el ex mandatario. Esta frase grafica que Macri, mientras alimentaba la línea Bullrich, estaba tejiendo un acuerdo de cúpula con Milei, que va desde los elogios públicos y fiscales propios para cuidarle las boletas hasta los llamados a votarlo en privado. Además de, como reveló el portal La Política On line, ponerle a personajes muy cercanos a Macri a buscar capitales para financiar la campaña del libertario. El más renombrado, su compañero de bridge, Pedro "Pierre" Pejacsevich, sobre el que este diario contó sus grandes aportes en dinero, también, a la campaña de Bullrich.
Por esas causalidades de la política, este sábado ocurrieron dos hechos que maridan a la perfección con lo que los ceos escucharon de boca de Macri. El primero, Milei admitió en una entrevista radial que, de ganar, le dará a Macri un cargo, "una figura por encima de la Cancillería y demás, creo que es alguien que puede representar al país en el mundo". El segundo, Elisa Carrió, la líder de la Coalición Cívica, se bajó de su candidatura al Parlasur por cuestiones de salud y fuertes diferencias con el acercamiento de Macri a Milei. Pero, sobre todo, porque Lilita cree -como tantos otros luego de los resultados del domingo- que Bullrich fue la vía de Macri para llegar a posicionar un bloque compacto de extrema derecha, conservador en lo social, que terminó con las aspiraciones aperturistas de las "palomas" de Juntos. No sólo eso, sino que esa eliminación de la vía ideológica con pretensiones más centristas, caso Larreta, tenía en realidad un plan A, que era Milei, dado que Macri lo venía viendo con más perspectiva que Bullrich, que sacó algo más de la mitad de los votos que obtuvo el libertario.
Acuerdo parlamentario y el fin de Larreta
Cuentan los que lo conocen a Mauricio que su deseo de barrer al peronismo empezó cuando operó contra Horacio Rodríguez Larreta en la interna con Bullrich, y tiene su acto final en lo que observa como una especie de co gobierno político y parlamentario con La Libertad Avanza, que sin dudas llegará sin armados masivos en el caso de ganar en octubre.
El acuerdo, en realidad, hace tiempo lo viene tejiendo Macri en las sombras. Primero, se intentó de manera frontal, antes del armado de listas, pero Milei lo rechazó. Luego, se abonó un acuerdo para el post, a través de diferentes economistas de Bullrich. Lo blanqueó, inclusive, el economista Luciano Laspina en un Zoom con el think tank demócrata Wilson Center semanas atrás.
Allí graficó que había charlado de estrategias parlamentarias conjuntas con Diana Mondino, también economista y cabeza de Diputados de Milei. Todo con la idea de hacer pasar caminando leyes polémicas, dado que, de ganar, la Libertad Avanza no estará ni cerca de tener mayorías. Los más osados afirman, además, que Macri tiene armado un esquema de financiamiento y de fiscalización de los comicios para garantizarle a Milei una segunda vuelta. Las charlas por teléfono entre ambos son cada vez más frecuentes. En este escenario, preven los ceos, es un hecho un vaciamiento de las posibilidades de Bullrich craneado desde las entrañas del macrismo puro, con un Macri que volvió a los primeros lugares y una Bullrich que queda licuada en su mensaje por el personaje conservador que hoy se lleva los flashes.
Teléfono descompuesto
Hace unos días, el Grupo de los Seis (G-6), entidad integrada por la Unión Industrial Argentina (UIA), las cámaras del Comercio y la Construcción, los bancos nacionales de ADEBA, la Rural y la Bolsa de Comercio, se juntaron en un evento público para hablar de otros temas de la agenda. Pero fue el convite más lacrimógeno del empresariado en décadas, incluso más que la derrota de Macri contra Alberto Fernández.
La mayoría admitió allí que intentó contactarse con Milei, para saber de sus propuestas. La que atiende esos detalles es su hermana, Karina. "Hablá con el jefe", es la recomendación de quienes derivan las consultas. Milei le dice "el" jefe a Karina, no es un error de tipeo. El otro interlocutor, de más experiencia y conocimiento de los ceos es Juan Nápoli, titular del Banco de Valores, miembro de ADEBA y hoy al frente de la lista de senadores de la Libertad Avanza.
Hay un problema con Milei que los ceos cuentan con sorpresa. No quiere reunirse con nadie, salvo en charlas masivas y pagas en dólares. Es reacio al contacto y a algo que les gusta a todos los políticos: el trato VIP. Meses atrás, le armaron un reservado exclusivo en un almuerzo en el Yacht Club de Puerto Madero, donde habló ante empresarios del Círculo Argentino. Se quedó a un costado casi sin interactuar con los pocos presentes.
En paralelo, preocupó sobremanera el aviso del corte de relaciones que Milei anunció para con China y Brasil, principales socios comerciales de Argentina, y la promesa de apertura total de la economía y las importaciones. Los que saltaron fuerte y con bronca fueron los empresarios del Centro Azucarero Argentino (CAA): "Brasil me va a inundar de azúcar y me va a obligar a bajar los precios a riesgo de perder el 40 por ciento de márgen de ganancia que tengo". Otros, más picantes, contaron que el que está contento es Paolo Rocca, el ceo de Techint, que tiene en Milei alguien que, a diferencia de Macri, le puede garantizar dejar fuera de combate a China, el enemigo histórico del holding del acero.
Las posibilidades de Unión por la Patria
En una reunión de directivos de UIA, muchos de ellos textiles, y constructores (que penan por la idea de cortar la obra pública), se volcaron sobre la mesa tres preguntas vinculadas a Milei. Si tiene capacidad de gobernar, si puede hacer lo que dice, y si su propuesta no se llevaría puesta a toda la sociedad. Las dos primeras, para los empresarios, son un no, y la tercera es un sí.
En este escenario, y con el rol que ha tomado Macri, ven a Bullrich desinflada y un único dique de contención. La boleta de Sergio Massa y Agustín Rossi, la triunfadora en la interna de Unión por la Patria. Naturalmente, entienden que esa fórmula tiene muchas chances de ir a una segunda vuelta si Massa logra enderezar los números de una economía golpeada y con el FMI adentro y jugando fuerte.
"Esto ya se ha puesto tan raro que es una pelea por el futuro del país, pero en serio, no es un eslogan", se sinceró un líder del sector construcción. El establishmente había apostado todo a un cabeza a cabeza de Massa con Larreta, algo que leían como un paso hacia una transición "más racional". De los dos, solo queda uno, y enfrente se ha reconfigurado un polo que plantea, como bien apuntan en Juntos, un programa extremo que es tan extremo que requirió un trabajo de pinzas para, primero, barrer la resistencia interna de las "palomas" y luego edificar contra su rival político.