A esta altura de la campaña la mayoría de las fuerzas políticas en pugnan en Santa Fe, acuerdan que el huracán Milei se circunscribe a su figura personal, pero sí toman nota del mensaje de los votantes. Ni en sus más dulces sueños Romina Diez, de un nivel de desconocimiento superlativo, hubiera pensado sacar 50 mil votos más de los muchos que sacó Maximiliano Pullaro en toda la provincia. El fenómeno es mecánico: Diez iba pegada a la boleta presidencial de Javier Milei como candidata a diputada nacional. La Libertad Avanza se encargó de aclarar hace meses que salvo la lista de diputados nacionales, no tiene candidatos locales en Santa Fe. Los que se quisieron colgar de su figura y/o símbolos de la franquicia de derecha, no movieron el amperímetro electoral y se hundieron en sus anonimatos. Pasó en las provincias donde Milei sí presentó (licitó) candidaturas que lograron unos pocos puntos en las diferentes disputas contra el peronismo y Juntos por el Cambio.
Esto enseña que no cualquiera que grite en televisión, despotrique contra el Estado, los científicos y los planes sociales cuenta con el beneplácito del electorado. Los candidatos a concejales de la derecha rosarina lo saben de sobra. La mayor cantidad de votos que recibió Milei en la ciudad provinieron de votantes de Miguel Tessandori intendente, según los más informados observadores políticos y experimentados dirigentes locales. El veterano periodista deportivo fue el elemento más disruptivo en los comicios locales aunque no le alcanzó para imponerse al intendente Pablo Javkin que hizo pesar la estructura de gobierno para sacar esa pequeña diferencia que le permitió estar en las generales de septiembre.
Y lo disruptivo no es igual a famoso o conocido. No tuvieron suerte los periodistas Flavia Padín y Gustavo Rezzoaglio que iban como candidatos a concejales de Tessandori. El votante no sólo debe conocer al personaje, ese es un punto de partida, sino que además debe haber características que empujen a votarlo.
Tampoco Carlos Cardozo y Renata Ghilotti, proponiendo erradicar cuidacoches todos los días y abrazados a Patricia Bullrich, conmovieron a nadie con su discurso compadrón en materia de seguridad. A esto se suma que Bullrich perdió en Santa Fe con su apuesta ciega a Carolina Losada, abrumadoramente derrotada por Pullaro que era el candidato de Horacio Rodríguez Larreta. Es decir, el resultado absolutamente cruzado con lo que pasó a nivel nacional donde el Jefe de Gobierno porteño pasará a la historia como el récord del voto más caro teniendo en cuenta los sufragios obtenidos y la inversión publicitaria.
Esta semana, el periodista Pablo Makovski entrevistó a Hernán Vanoli de la consultora Sentimientos Púbicos sobre una encuesta de alrededor de 10 mil casos desplegada a nivel nacional. El análisis indaga en las aparentes contradicciones de una sensibilidad política emergente, de características transaccionales, solidarias, liberales y con una empatía de nuevo tipo, tan lejana de los prejuicios progresistas como de las supuestas “nuevas derechas”. Es decir, la composición del voto a Milei no es puramente ideológica y no a cualquier derecha o nueva derecha le va bien en una elección. Las aprobaciones y reprobaciones se dan a diestra y siniestra.
En Santa Fe ganó las elecciones primarias un hombre de la política y del radicalismo, con un discurso basado en la seguridad. Esto de por sí demuestra que la percepción del peronismo sobre Pullaro y su paso por el ministerio de Seguridad en el gobierno de Miguel Lifschitz, no era acertada. Los votantes no vieron lo mismo que la política alrededor de esa gestión. Ni las críticas peronistas ni mucho menos los ataques frontales de Losada, hicieron mella en la convicción de los electores. Se llegó incluso al ridículo de que el publicista que le hizo decir durante toda la campaña a Losada que Pullaro era un “narcotraficante”; aclarara después en un reportaje que él tenía muy claro que el exministro de Seguridad no era “ningún narcotraficante”.
Con todo, no es una mala estrategia para Marcelo Lewandowski señalar las cosas que sí estuvieron mal en esa gestión. El spot del candidato a gobernador de Juntos Avancemos caminando frente a una comisaría cerrada en esos años en uno de los barrios más calientes de Rosario, sumado a la promesa de reabrirla “como centro de la comunidad y también con oficinas judiciales para denuncias”; es un punto que interesa.
Lewandowski es puro remo, para cambiar un resultado adverso en las primarias pero también para fortalecer el músculo peronista santafesino atrofiado por la falta de conducción y construcción política. El gobernador Omar Perotti apostó todo a un pejotismo comarcal que intentó defenderse de los yerros de la gestión nacional, pero resultó que también había errores propios que eran difíciles de ocultar. A esto se suma el apoyo tardío al principal candidato cuando su adversario caminaba la provincia desde hacía casi dos años. Es claro que este es el diario del lunes y que en aquella coyuntura había que tomar las decisiones. A veces tener desde mucho antes un candidato colabora con el desgaste público del mismo, otra veces decir a último momento es una ventaja que se ofrece frente a los postulantes ya instalados.
El peronismo santafesino tiene una tarea titánica por estas condiciones pero además por variables que no puede controlar como la macroeconomía. Para Lewandowski también es difícil, como para el propio Sergio Massa, ser el candidato de la inflación. La sociedad argentina y santafesina tuvieron comprensión y paciencia, pero le queda muy poco de ambas.
Pero también como a nivel nacional, los peronistas santafesinos no dan nada por perdido. Dos pases seguidos, algún yerro del adversario y un viento a favor pueden dar un vuelco en el escenario. Si algo enseñan estas elecciones nacionales y provinciales que pasaron es que el componente emocional de voto ocupa un lugar mucho más amplio del que muchas veces se le adjudica. Por eso, más de una veintena de encuestadoras de las más grandes y prestigiosas estuvieron tan lejos de los resultados.