Cultivar y comercializar cannabis medicinal en una Rosario ligada a la narcocriminalidad supone peligros, pero las personas que cultivan y realizan productos medicinales a partir del cáñamo trabajan en redes, tejiendo comunidad, compartiendo saberes y debatiendo sobre un marco legal para su trabajo. “¿Probaste con tintura madre de cannabis?” pregunta con total naturalidad una mujer de 50 años a otra de 30 en el colectivo y comienza una explicación sobre los beneficios de la tintura, como se usa y se conserva y termina pasándole el contacto de una amiga que “hace estas cosas y es muy confiable, no te va a engañar”. En los últimos años este ha sido la forma en que el mercado de cannabis medicinal se va abriendo paso en la sociedad.
En Rosario el cultivo del cáñamo se realiza mayoritariamente en macetas, generalmente se acondiciona un espacio para poder medir y regular las condiciones óptimas para el crecimiento de la planta. Por otro lado, el Registro del Programa de Cannabis (ReProCann) asegura el acceso de las personas que bajo indicación médica necesitan algún producto medicínal que se origine en su propio cultivo o para terceros o en red. La centralidad de las reglamentaciones son para uso del cannabis medicinal y se centran en la cantidad permitida del componente THC –componente psicoactivo- de hasta el 1 por ciento. El componente al que se le adjudican todos los beneficios del canabis medicinal es el CBD.
Paula Sarkissian es feminista, cultivadora y militante de La casa de las flores, es antiprohibicionista y se ampara en el artículo 19 de la constitución nacional, que defiende los actos privados de cada persona, para cultivar “desde el lugar de nuestras soberanías y capacidades, de decidir nuestra formas de vivir, nuestras formas de gozar, nuestros modos de acceder al placer, nuestros modos de acceder a una medicina. Desde ese punto de vista yo enlazo el cultivo de cannabis a mi activismo como feminista”.
Lisandro es cultivador en la ciudad, marca una gran contradicción respecto al marco legal en que se mueve el cultivo en Rosario, por un lado está el ReProCann y por el otro lado hay un vacío en cuanto a lo que es la comercialización medicinal, “la ley te ampara como cultivador pero estamos lejos de algo absolutamente legal y transparente que se pueda ver en las farmacias como en Uruguay o algunas otras partes del mundo” y expresa su preocupación acerca de las posibilidades que ven las farmacéuticas sobre esta industria que mueve mucho dinero. En este contexto, dice Lisandro, que “quienes quedamos en auto cultivo, quedamos en una situación ni siquiera de pequeños productores porque no se hace en tierra, sino en indoors, en macetas por seguridad”.
Ambos cultivadores coinciden en que garantizar las condiciones para el desarrollo del cáñamo es lo más complejo de lograr. Paula señala que es necesario tener muchos saberes, pero que en internet se puede investigar y hay abundante material confiable, como el que ofrece el canal de youtube de La Casa de la flores y casi todos los bancos de semillas, fertilizantes o de vendedores de productos. Lisandro coincide que las redes que se tejen entre cultivadores y cultivadora para compartir estos saberes son fundamentales, los dos rescatan la solidaridad en ese sentido, la formación de una comunidad que “crece muy a la sombra y necesita fortalecer sus formas de circulación no patriarcal y no capitalista” dice Paula. Lisandro agrega que estas “redes tienen un fuerte activismo político y cultural en la ciudad”.
Por el otro lado, la realización de los productos medicinales derivados de la planta son básicamente seguir una receta y garantizar la higiene tanto del espacio de trabajo como de las herramientas utilizadas durante el proceso y manipulación de los elementos. Mucha gente realiza las extracciones de aceite de manera muy artesanal, “es como tener una quintita con tomate y acelga, podes tener cannabis y preparar tus propios aceites. Mi abuela tenía su planta de alcanfor y lo maceraba en alcohol, es algo que debería retomarse de la botánica hogareña”, explica Lisandro
Los circuitos de venta tanto del aceite, tinturas madres, cremas y otros, como de flores o prensados con CBD funcionan por una red de confianza, el boca en boca, a través de la recomendación de otros usuarios. Son circuitos “muy vinculados a las economías más vulnerables. Siempre hubo circuitos de venta y esto va ir aumentando según aumente el consumo y de esta manera se van abriendo nuevos circuitos a medida que se va visibilizando el debate” sobre el uso del cannabis medicinal y cosmético señala Paula.
En Rosario se pueden realizar análisis cromatográficos en la Facultad de Farmacia de la UNR donde tanto quien produce como quien compra puede saber los componentes reales de los productos.
Lisandro cuenta que su experiencia siempre fue muy positiva y que ve una aumento del consumo en gente mayor de 70 años que tienen “algún tipo de padecimiento, fibromialgia, artrosis, ansiedad, falta de sueño, achaques. Me contacto con adultos mayores y de alguna manera se nota que el prejuicio fue desapareciendo y eso les permite encontrar los beneficios del cannabis y expresan su gratitud por estar mejor o reducir los psicofármacos.
Pero no todo es color de rosa, cultivar en Rosario, en un contexto de narcotráfico en aumento, “es muy peligroso” dice Paula, “nosotros estamos viviendo un proceso de narcocriminalización de la política y del territorio que, por supuesto, deja a los sectores más vulnerables a la voluntad principalmente de las fuerzas del aparato represivo. Todos los derechos alcanzados en estos cuarenta años de democracia, todos los derechos que hemos alcanzado desde el movimiento cannábico, que han sido muchísimos, los hicimos desde una profunda oscuridad y desde una gran sombra, que es la que proyecta la ley 23637, que nos deja a los cultivadores de cannabis como criminales y narcotraficantes. Entonces quedamos sometidos a la misma vara legal es realmente de un índice de peligrosidad muy alto. El narcotráfico para mí es eso, es una expresión de la dueñidad y ya está haciendo sus demostraciones, apretando a personas que tienen cultivos particulares, sugiriéndole que dejen sus cultivos o que dejen sus coimas a la organización“.