Probablemente las PASO de 2017 accedan al podio de ser una de las elecciones más analizadas de la historia reciente. Esto sucede porque el evento resolvió unas pocas internas a lo largo del país, pero decidió mucho en el terreno político. Una posible consecuencia de las elecciones sea la reorganización del sistema político, bajo la premisa que Cambiemos ahora sí es una fuerza política capaz de presentar opciones en todo el territorio nacional que puede competir contra las fracciones provinciales de la constelación peronista. Sin embargo por arte de magia quedó sin resolver la principal contienda del país, la de la provincia de Buenos Aires que –nunca está demás recordarlo– reúne el 37 por ciento del padrón electoral.
El voto de Cambiemos se consolida como opción de apoyo al proyecto y gestión de gobierno, comenzando a dejar en un segundo plano la motivación más netamente antikirchnerista para votarlo. Su corpus electoral contiene a los sectores más acomodados de la sociedad argentina, pero también sectores medios, medios bajos, y un muy nutrido por las personas de mayor edad jubilados. Por el lado de Unidad Ciudadana en provincia de Buenos Aires, casi cuatro de cada diez votantes votaron motivados por el recuerdo de una mejor situación bajo las presidencias kirchneristas, mientras que una cantidad similar lo hizo para “para parar al actual gobierno” presionados por los problemas económicos y de empleo, y sólo una fracción muy minoritaria votó movilizado por las propuestas de Cristina, un lugar donde Sergio Massa se hizo fuerte.
Una cuestión relevante es que los votantes de Cristina F. de Kirchner, Sergio Massa y Florencio Randazzo comparten el mismo espacio del mapa social a diferencia de sus dirigentes, cuyas diferencias parecen irreconciliables. Es curioso que sumando lo obtenido por los tres candidatos, aún con el conteo inconcluso, suman 55,64 por ciento a menos de un punto del 56,28 de lo obtenido por la ex presidenta en la provincia de Buenos Aires en 2011.
Debe señalarse que casi nueve de cada diez bonaerenses entrevistados votantes de Cristina F. de Kirchner sostiene que las políticas de Macri los han perjudicado, mientras siete de cada diez votantes de Esteban Bullrich diplomáticamente manifestaron que no se han sentido ni beneficiados, ni perjudicados, mientras que los votantes de Sergio Massa se dividen en partes iguales entre ambas opciones citadas.
Con respecto a la elección general de octubre tanto Cristina F. de Kirchner como Esteban Bullrich tienen un voto consolidado, lejos de ser modificado por las contingencias de la campaña electoral pasada o futura, surgiendo aquí la pregunta sobre cuál es la posibilidad de que los votantes de las terceras y cuartas fuerzas modifiquen el destino de su voto con la finalidad de torcer los resultados obtenidos. Sobre esta cuestión las respuestas no son cristalinas, Massa retendría al menos las dos terceras parte de su voto, pero un tercio podría migrar hacia Esteban Bullrich y Cristina Fernández de Kirchner en partes casi iguales, lo que tendría un efecto nulo. Parte de los votantes de Randazzo tenían una mayor voluntad de acercar votos a Cristina para evitar un triunfo macrista, pero la traducción en cantidad de votos no sería considerable, igual situación pasa con las candidaturas menores incluso para las que no alcanzaron el porcentaje mínimo para acceder a las elecciones generales.
De cara a octubre, la elección se desdoblará en dos partes: la primera donde se jugará la ratificación de lo obtenido por Cambiemos en provincias antes consideradas inalcanzables como San Luis, Santa Cruz, La Pampa o Neuquén, y la posibilidad de mejorar en algunos distritos con el impulso de la ola amarilla. Mientras que por otro lado el rol protagónico nuevamente estará puesto en la provincia, donde gracias al congelamiento del conteo de voto se ha logrado instalar la idea de un empate, y la elección de octubre jugará como tiempo de alargue para definir que proyecto de país desean impulsar los bonaerenses.
* Sociólogo, director Copes.