El resultado de las PASO actualiza las preguntas sobre las razones que inspiran y ayudan a definir el voto de los ciudadanos. El trabajo realizado por el Centro de Opinión Pública y Estudios Sociales (Copes) de nuestra Facultad aporta dos datos centrales para la etapa que se inicia en la campaña electoral.

Por un lado, el hecho de que el 80 por ciento de quienes optaron por Unidad Ciudadana tomaron la determinación de hacerlo antes que comenzara formalmente la contienda, mientras que la misma actitud adoptó el 69 por ciento de los que pusieron en las urnas la boleta de Cambiemos. Por otra parte, más del 40 por ciento de los votantes de Sergio Massa y el 60 por ciento de quienes lo hicieron por Florencio Randazzo se manifestaron permeables para trocar su voto considerando el resultado de los comicios del domingo pasado.

Bajo esa tendencia, se asiste a la consolidación de dos fuerzas políticas, el macrismo y el kirchnerismo –con sus respectivos referentes para la competencia democrática–  nutridas con desprendimientos de las grandes estructuras partidarias del siglo pasado, desgajadas o en crisis desde el estallido de 2001, como el radicalismo y el peronismo. Lo que suceda con esos partidos dependerá fundamentalmente del rumbo que sus dirigentes tomen para reconvertirlos y revitalizarlos, en base o en contra del liderazgo, presencia pública y respaldo político y social de figuras como las de Mauricio Macri y Cristina Kirchner.

No es menor que el veredicto del domingo pasado indique que la sociedad depositó su confianza en aquellas expresiones del peronismo que se han identificado claramente como oposición al macrismo, como el caso de Agustín Rossi en Santa Fe o CFK en Provincia de Buenos Aires. Las avenidas del medio parecen descartadas para gran parte del electorado.

Del mismo modo, podría decirse que las propuestas de Massa y Randazzo se desdibujaron porque, para confrontar con el kirchnerismo, los bonaerenses prefirieron ungir al macrismo. Nadie se queda con la copia si puede tener el original.

En ese sentido, la reconfiguración del peronismo después de la derrota de 2015 sigue dependiendo de la centralidad de la ex presidenta, al tiempo que la reformulación del radicalismo parece concluida desde la Convención de Gualeguaychú del mismo año. Las transformaciones políticas en curso apuntan a la progresiva dilución de los tercios que tallaron en otras citas proselitistas para cederle el escenario al enfrentamiento entre dos modelos, una centroizquierda, si se quiere, populista de un lado, y una centroderecha neoliberal del otro.

La polarización ya estaba ahí. Faltaba que los consultores comprendieran quiénes la representaban, más allá de los acuerdos electorales y los settelevisivos.

No es casual que Jaime Durán Barba propusiera convertir las elección de octubre próximo en un ballotage entre ambas fuerzas. Le pese a quien le pese, los argentinos parecen refrendar esa idea.

* Decano de la Facultad de Ciencias Sociales.