Desde su aparición como figura protagónica en la renovación de la escena rockera local en plena "primavera democrática" a bordo de Los Abuelos de la Nada y, especialmente, de la disruptiva propuesta de Los Twist; pasando por los coqueteos funky y acid-house de Lions in Love; o el aggiornamiento del tango orillero en su etapa solista; todo ello acompañado por un espíritu performático; Melingo posicionó su obra en un sitial que escapó siempre a los lugares comunes para interpelar desde espacios que podrían relacionarse con la avant-garde.
Todo eso volverá a subir a escena el próximo miércoles a las 20 en Niceto Club, del barrio porteño de Palermo, cuando protagonice el "3er. Encuentro Maximalista", el espectáculo con el que realiza una mirada retrospectiva a su trayectoria, acompañado por músicos de distintas generaciones y con participaciones de Fernando Noy y Katja Alemann.
Sin embargo, Daniel Melingo prefiere eludir ubicarse como una figura que marca un camino a seguir no explorado hasta entonces y elige caracterizar su andar como resultante de la coherencia de atender a sus deseos y necesidades artísticas.
"No me planteo como alguien que está a la vanguardia o cuya obra es recibida así. Mi planteamiento siempre es la honestidad con lo que quiero hacer, una coherencia sobre lo que a mí me interesa desarrollar como músico. No lo que pertenece a una industria o a sus necesidades, sino a una necesidad espiritual, porque si fuimos elegidos por la música desde hace tanto tiempo, nos debemos esta honestidad brutal, como dice el querido amigo Andrés (Calamaro)", expresó en diálogo con Télam.
Con ese mismo espíritu, Melingo escribirá otro capítulo de una saga que le permite tomar un respiro entre la "Ópera Linyera", que presentó el año pasado y la grabación del volumen 2 de "Oasis", el disco cuya primera parte editó en 2020 y contiene la música de esta onírica obra.
En esta ocasión, el ex Los Twist y Los Abuelos de la Nada contará como invitados con Cachorro López, Maxi Prietto, Katja Alemann, Fernando Noy, Richard Coleman, Pipe Correa, Matías Silva Barceló, Félix Melingo Torre, Nilo Crook, Michelle Bliman, Sol Bassa, Hugo Lobo, Miguel Zavaleta, Baltasar Comotto y Carca, entre tantos.
Apoyado en una suerte de power-trío conformado por Muhammad Habbibi Guerra en guitarra, Ahmed Isa Ravioli en guitarra y Fernando Samalea en batería, Melingo enlazará estilos y generaciones en este show que tuvo su primera entrega en diciembre pasado y ya prevé una cuarta presentación el próximo 6 de diciembre, ocasión en la que dirá presente la holandesa Stefanie Ringes, la vocalista de Lions in Love, la banda que formó cuando emigró a Europa a finales de los `80.
-¿Cómo nació la idea y el concepto de los "Encuentros Maximalistas?
-Por lo general, no hago retrospectivas de mi obra. El año pasado estrené la ópera rock que estuve escribiendo en los últimos tres o cuatro años, y para descansar un poco de esta vorágine y tomar un poco de carrerilla para el año que viene -en el que va a salir el volumen 2 de Oasis, que completa toda la música de esa ópera-, se me ocurrió esta gran idea de convocar a mis amigos por la amistad, la cofradía, el compañerismo de tantos años y la alegría que significa para nosotros que la música nos haya elegido y sigamos en carrera. Es la celebración de juntarnos, preguntarles qué canciones les gustaría tocar y, a partir de ese concepto, esa premisa de camaradería, divertirnos; porque estamos muy agradecidos, después de tantos años, de seguir en esta carrera. Se trata un poco de eso. Lo que también quiero decir es que en este "Encuentro Maximalista" hay un cruce de tres generaciones sobre el escenario. Entonces, la intención es atravesar las generaciones, no solo los ritmos.
-¿Cómo hacés para hermanar propuestas tan disímiles como las que suponen las canciones de Los Twist, las de Lions in Love o los tangos de tu etapa solista?
-Lo intento hacer con mi conocimiento, con la ayuda de estos grandes compañeros, talentosísimos, que no solo son amigos, sino que también son eximios músicos. Y también porque al tener una base con Samalea, Muhammad Habbibi Guerra y Ahmed Isa Ravioli ya está un poco planteada esa cintura que tengo con los ritmos, que permite que pasemos de un tango a un funk, a un reggae o a un rock pesado. Todos los ritmos se podrán bailar esa noche.
-¿Te estás encontrando en este espectáculo con temas que hacía mucho que no tocabas?
-El enfoque es muy amplio. Justamente la idea era tocar antiguas canciones que no habían sido mayormente tocadas en vivo, como por ejemplo, temas del disco "La máquina del tiempo", de Los Twist. Abrimos el concierto con "La balada de Tony y Douglas" y tocamos otro tema de ese álbum que es "Viéndolo". También hay canciones de mi disco H2O como "Alegría de vivir" y "Maldito policía". Hay canciones de Lions in Love como "Are You a Fish?" y "Pulseras". También hay una versión muy linda de "Chalamán", que canta mi hijo con Cachorro López al bajo; por eso decía antes que logramos un ensamble de generaciones. De eso se trata.
-Pareciera que, especialmente en los `80, el carácter performático en los espectáculos musicales se expresaba desde lo actoral pero, actualmente, en general ha mutado a la puesta escénica, con luces y visuales. ¿Buscás también recuperar eso?
-Las épocas no se pueden recuperar, lo que se puede es mantener una coherencia en la propuesta de tu obra, que es lo que intento hacer. Ya desde el Ring Club, el teatro musical y lo performático siempre estuvo cercano a mí; con Los Twist, Los Abuelos, tocando con Charly, los mismos Lions in Love y, luego, esta ópera que un poco da la idea de cuál es mi manera de abarcar la música, que no viene sola, sino conceptualizada con esta -si se puede llamar- performance teatral. Todo se debe también a la gestualidad que fui ganando en estos últimos 20 años dando giras por Europa, tocando para un público local que no entiende las letras. Fui buscando una gestualidad y un histrionismo que fue redondeando este personaje del Linyera, que es este alter-ego que me acompaña. Entonces, todo tiene que ver con mi trayectoria y mi obra.
-Se cumplen 40 años de un disco como "La dicha en movimiento", que marcó un hito en el rock argentino. ¿Qué significó en tu carrera Los Twist?
-Muchísimo. Es uno de los proyectos más conceptuales que abordé, en el costumbrismo, el estilo y la dirección que tenía. Si bien componíamos las canciones entre Hugo (Pipo Cipolatti) y yo, siempre cuidamos la puesta en escena, con el vestuario y este concepto del costumbrismo argentino. Para nosotros era más importante, si la guitarra se desafinaba o se cortaba una cuerda, seguir que cambiarla. Eso demostraba un poco la fragilidad de nuestra cultura argentina. Y el uso del humor para tocar temas álgidos que, en ese momento, eran muy difíciles de tocar. Fueron muchos los condimentos que hicieron a una obra sin igual.
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