Leonardo Caruana -secretario de salud de Rosario y candidato a concejal por el Frente Amplio por la Soberanía- salio ayer fuertemente al cruce del "Proyecto Motosierra" destinado a bajar el gasto público y presentado por el candidato libertario Javier Milei. El médico sanitarista con mas de 30 años de experiencia dice que "una tarjeta de cobertura mínima para comprar servicios básicos en establecimientos privados, son espejitos de colores". Cualquier replanteo tiene que ser superador y no regresivo "negando la historia institucional argentina en términos de salud, educación y otros servicios públicos. Borrar instituciones como ministerios de un plumazo seguro no nos acerca (a la solución)". Y agregó que "borrar para que la ley del mercado determine qué queda en pie es desconocer absolutamente 50 años de historia de Carrillo, Maradona, Favaloro y miles de trabajadores/as. Las lógicas del mercado son incompatibles con la garantía del derecho a la salud cuando lo que está en juego es nada más y nada menos que la vida. La salud mental, las violencias, los consumos problemáticos e incluso las pandemias, sin sistemas que funcionen, no podrán tampoco resolverse individualmente".
En un extenso documento que distribuyó ayer Caruana explica que en Argentina tanto usuarios/as exclusivos de los servicios públicos, como las personas que utilizan los servicios privados porque tienen capacidad de pago o algún aseguramiento, son beneficiarios/as del sistema de protección de la salud estatal, en tanto, las prestaciones de alto costo que se ofrecen en todos los sectores están subsidiadas para garantizar cobertura, ya que de otro modo, las obras sociales y las empresas que complementan la oferta estatal, no podrían sostenerse". "Por otra parte -agrega- sabemos que en cuestiones de salud no existen seguros contra todo riesgo y lo que no está contemplado en las canastas de prestaciones es asumido por las redes públicas. Lo mismo ocurre en relación a las cuestiones de salud colectiva, que son exclusiva responsabilidad del Estado. Me refiero a las que tienen que ver con regular el ambiente, lo que comemos, con prevenir enfermedades, con llevar adelante campañas de vacunación, controlar epidemias, generar información sanitaria y todas las acciones que hacen al control de los riesgos de enfermar y morir de las poblaciones".
En otro tramo del texto, el médico no elude tampoco la autocrítica al decir que "no vamos a negar las enormes dificultades que existen a la hora de garantizar acceso y cobertura integral en los establecimientos asistenciales, especialmente en los públicos, que suelen estar sobre demandados y con ciertas carencias materiales, aunque la realidad es más compleja y las razones son múltiples". Así enumera que "algunas son externas al sector salud, porque hay problemas globales que impactan hoy en cada comunidad, como los cambios culturales, ambientales y epidemiológicos de los últimos tiempos que generan nuevas demandas sociales e incluso cambiaron los patrones de uso de los servicios de cuidado, algo que hoy está interpelando a todas las redes. Otras -agrega- son falencias propias de las instituciones estatales, como por ejemplo la excesiva fragmentación institucional; la desarticulación entre jurisdicciones nacional, provincial y municipal; la lentitud de adecuación de los establecimientos a las nuevas realidades; los ingresos de los trabajadores/as que obligan a doble y triple empleo y un modo de gestionar de algún modo desconectado de la realidad, que no puede reconfigurar las prácticas cotidianas para generar respuestas".
Sin embargo aclara que "todo esto, si bien nos obliga a repensar el sistema de salud en su totalidad, no le da credibilidad a la supresión de las instituciones del Estado en todos los niveles y su reemplazo por una tarjeta de cobertura mínima para comprar servicios básicos en establecimientos privados. Esos son espejitos de colores. Cualquier replanteo tiene que ser superador y no regresivo negando la historia institucional argentina en términos de salud, educación y otros servicios públicos. Borrar instituciones como ministerios de un plumazo, a lo que seguro no nos acerca, es a la adecuación de los establecimientos públicos a las nuevas realidades o a la posibilidad de repensar el sistema. Temas como la salud mental, las violencias, los consumos problemáticos e incluso las pandemias, que hoy tienen dimensiones planetarias, sin sistemas que funcionen, no podrán tampoco resolverse individualmente" remarca en forma contundente.
Concretamente, ante la propuesta de Milei en relación a los "voucher", Caruana deja claro que "no hay voucher de prestaciones que garantice derecho pleno, ni carnet que pueda garantizar el acceso a la salud de las y los ciudadanos. Y, en este sentido, es indispensable pensar las propuestas de Milei juntas, como una plataforma, porque quizás, podría no sonarnos tan mal que nos den un voucher que se cambie por prestaciones. El problema principal radica en cómo piensa Milei los problemas de salud y el Estado. Para él son problemas individuales en los que el Estado no tiene que intervenir más que transfiriendo recursos a través de dichos vouchers individuales. Pero el sistema no puede funcionar así sin colapsar y dejar a miles sin cobertura, porque justamente un sistema no funciona individualmente. Porque la estructura de atención, el acuerdo publico- privado para garantizar el acceso, en su propuesta, desaparecería".
Rápidamente Caruana da dos ejemplos carlos sobre la propuesta de Milei de quien recuerda "votó en contra de la atención de los bebés que nacen con cardiopatías congénitas, hoy la principal causa de muerte en menores de un año. Podemos pensar que es una enfermedad que solo es responsabilidad de quien la padece y, en todo caso, de su familia, si consideramos a las enfermedades como problemas individuales que cada uno debe resolver. Entonces allí no habría un Estado que prepare el sistema para atenderlos integralmente, garantizando contar con la tecnología para la detección precoz, tal como proponía la ley rechazada por Milei. Incluso me pregunto qué pasaría si el monto de cobertura no fuera compatible con los costos del tratamiento y la familia no tuviera capacidad de cubrirlo".
El segundo caso es la pandemia, que difícilmente alguien pueda aseverar que haya sido la última. "Imagínense -dice Caruana- si hubiéramos afrontado la pandemia como individuos sin Estado, nunca hubiera habido atención para todos, colaboración público privada, compra de respiradores y adecuación del sistema para garantizar la atención de cualquiera, nunca hubiera podido haber compra de vacunas, y menos aún desarrollo. Aprendimos que uno no se salva solo, la salida era colectiva o no se salía. Es justamente esa gran red de salud, la que permitió a Rosario no vivir escenas que sí tuvieron lugar en otras partes del mundo y lo que seguramente también está permitiendo que, en esta difícil realidad económica y social, la situación no sea aún peor", culmina el documento de Caruana.