Dicen los registros oficiales de la época que el 1° de diciembre de 1976, Alberto José Jaime, militar integrante del Destacamento de Inteligencia 122 del Ejército, se bajó del Renault 6 desde el que perseguía a un colectivo en el que viajaba Yolanda Ponti. Disparó y la asesinó. Por el crimen el Tribunal Oral Federal de Santa Fe lo condenó a prisión perpetua. Jaime, de 79 años, deberá cumplir la condena en su casa mientras espera que la justicia confirme el fallo. Antes de ser juzgado, había estado 4 años prófugo.

El juicio de lesa humanidad contra Jaime –décimo tercer debate oral y público sobre hechos de la última dictadura este año– comenzó a principios de mes en la ciudad capital santafesina. Los testigos fueron pocos, aunque consistentes. Entre elles, declararon los dos hermanos de Yolanda Ponti, la joven de 19 años acribillada por Jaime y la patota de represores del Destacamento de Inteligencia 122 que conducía.

La sentencia contra el único represor que pudo ser acusado y condenado por el crimen fue “un acto de justicia, un hecho en cierta medida reparador”, señaló José Luis, el hermano mayor de la víctima. "No sólo para nosotros como familia, sino también para la pareja de aquella época de Yolanda y tantos otros compañeros que han sufrido la represión, la tortura e injusticias durante el período de la dictadura militar y no han tenido la ocasión de que se haya hecho justicia”, completó el hombre quien debió exiliarse obligado por la persecución y el terror de la dictadura cívico militar.

El juicio llegó demorado, tal como aseguró la abogada querellante Lucía Tejera en diálogo con este diario al inicio del debate, pero resultó en una condena que coincidió con lo solicitado por esa parte acusadora y la Fiscalía, a cargo de Martín Suárez Faisal. Los jueces Luciano Lauría --que leyó el veredicto--, José María Escoba Cello y la jueza Elena Dilario apuntaron para Jaime el destino de prisión perpetua tras hallarlo responsable de homicidio agravado por ensañamiento y alevosía, con el concurso de dos o más personas.

“Todo este proceso nos hizo revivir momentos muy tristes, sobre todo cuando escuchamos la reconstitución de los hechos. Y también momentos muy emotivos y sanadores al oír los testimonios de amigas de Yolanda que inclusive nosotros no conocíamos y qué hablaron con tanto cariño. De su generosidad, su solidaridad y compromiso con las familias que iba a ayudar al centro social del barrio. De su militancia por una mayor justicia social”, resaltó José Luis.

El veredicto sucedió el miércoles pasado, al cierre de una jornada que comenzó con los alegatos de la defensa, Gonzalo Miño, y las últimas palabras del represor, que seguirá gozando del beneficio de la prisión domiciliaria hasta tanto su sentencia quede firme. Jaime, que permanece detenido desde 2019, cuando fue apresado tras permanecer prófugo durante cuatro años, siguió la audiencia desde su casa en la ciudad de Buenos Aires, vía teleconferencia.

Jaime, alias “Amorfo” o “Bestia”, comandaba el operativo que persiguió y asesinó a Yolanda Ponti, que militaba en la Juventud Universitaria Peronista y estudiaba en la ciudad capital santafesina tras haberse mudado desde Rafaela, donde había nacido en 1958. La patota que la persiguió aquel 1° de diciembre por el centro de Santa Fe Capital se completaba con Julio Cesar Domínguez, Eleodoro Jorge Hauque, Oscar Alberto Cabezas, Nicolás Correa –todos fallecidos–, un sujeto de personal civil de inteligencia sin identificar y el policía provincial Héctor Colombini. A bordo de dos autos –un Renault 6 y un Dodge 1500– todos los represores, integrantes del Destacamento 122 de Inteligencia del Ejército, la persiguieron mientras ella intentaba huir a bordo de un colectivo de línea. El vehículo de transporte público fue interceptado en pleno centro y tiroteado. Además de Yolanda Ponti, que fue herida en el abdomen y luego rematada de un disparo en la cabeza, fallecieron el conductor del colectivo, un transeúnte y un integrante de la patota, Cabezas.

El sumario labrado por el Ejército para acreditar esa muerte se convirtió en la prueba más importante contra Jaime, ya que allí, a través de los testimonios que dio él mismo y el resto de los represores que participaron, el operativo quedó plasmado.