El artista plástico Daniel García inaugura hoy su muestra Sirenas, en el subsuelo del Centro Cultural La Toma, en Tucumán 1349. "Es un tema con el que tengo vengo trabajando desde antes de que terminara la muestra Trance, en realidad varios dibujos y dos de las pinturas que muestro las hice a fines del año pasado y otras cinco son de este año. La muestra va a consistir en siete pinturas grandes, hay un dibujo, porque es monocromático, que hice en la pared del espacio", adelanta al artista, que para hoy, a las 19, contará también con la performance de Yamila Glardon, que dejará algunos elementos para convertirlos en una instalación que dialoga con la pinturas. "Le di el material que venía trabajando y lo dejé a su libre interpretación. Es otra versión de lo mismo. Sirenas se refiere a las clásicas sirenas griegas, a las de Ulises, a las de Orfeo que no eran como la sirenas que uno ve ahora, mitad mujer y mitad pez, sino que eran aves", adelanta Daniel sobre la indagación que nació de una imagen que lo sedujo.
Para la muestra, García escribió un texto que detalla el origen. "Desde tiempos muy antiguos, en el Mediterráneo corría la leyenda de una isla misteriosa en cuyas orillas los marineros perecían atraídos por el canto de los pájaros. Estas aves eran denominadas Sirenas, y se decía que tenían el rostro de mujer. Al menos así aparecían representadas en relieves funerarios, en esculturas y cerámicas, y pintadas en ánforas, hidrias, vasos y platos. Posteriormente aparecen también retratadas con senos y brazos, y ocasionalmente con instrumentos musicales: la lira y el aulós. Su iconografía originaria debe mucho a Ba, el ave con cabeza humana, que era para los egipcios la parte inmortal del ser humano, digamos, el alma. Se emparentan con otras figuras míticas aladas con rostro de doncellas: las arpías y las esfinges, aunque las arpías son más bestiales y con grandes garras, y las esfinges tienen cuerpo de león. Solo las Sirenas cantan, pero todas ellas pertenecen al mundo ctónico o telúrico, y se relacionan de una u otra manera con el inframundo. Se dice que las Sirenas eran hijas de Aqueloo (el que ahuyenta los pesares), el dios del río del mismo nombre, y una de las musas (cuya identidad varía según los autores). Originalmente eran las jóvenes y bellas compañeras de Perséfone y su transformación es consecuencia de no haber logrado impedir el rapto de esta por parte de Hades. Según algunos fueron castigadas por Démeter y convertidas en aves. Según otros, su metamorfosis fue voluntaria: pidieron a los dioses alas para poder buscar más rápidamente a Perséfone. Cualquiera sea el caso, se supone que continúan frecuentando a su antigua compañera, ahora devenida reina del inframundo, y por eso es tan frecuente su representación relacionada con ritos funerarios".
Justamente, esa es la razón por la que eligió el subsuelo de La Toma para exponer estas obras. "Me gustó elegir trabajar en ese subsuelo, además de porque es un espacio maravilloso, porque las sirenas que yo represento tienen una relación con el inframundo. Entonces, trabajar en el subsuelo y además, en un espacio que de cierta forma volvió de la muerte, porque fue un supermercado recuperado, digamos, entonces hay como una relación con el tema", dijo Daniel García en el programa La siesta jugada, por Radio Nacional Rosario Fontanarrosa.
¿Cómo inicia sus series? Para García, "el vínculo aparece por una cuestión de seducción a través de una imagen. Hay alguna imagen que veo y me atrae lo suficiente como para querer pintarla. Y ahí comienza mi investigación". También dice que Sirena viene de una antigua palabra griega que significa atadura o cadena. "Hay como una especie de sujeción", concluye, pero también aclara: "Todas mis mis obras comienzan de ese modo, a partir de algo que hace de incentivo, de disparador para generar una imagen. Puede ser alguna cosa que vea en la calle, en un libro, en otra obra digamos y que se va cargando de de energía. Necesito hacer algo con eso, siento que eso me reclama ser pintado y empiezo a trabajar". A esa necesidad se resiste, empieza a hacer bocetos antes de encarar la obra. "Lo hago para ver si si realmente es un tema que siento tan profundamente como para pintarlo".
Sobre las obras que exhibirá mañana, son grandes, de 2 metros de alto por 1,5 de ancho. "Me exigen bastante incluso físicamente, entonces es algo que realmente tengo que estar convencido para trabajar en eso. Este es mi formato más habitual, me siento muy cómodo con eso, es el ancho que puedo abarcar con los brazos extendidos y la altura es un poco más grande que yo. Me permite como estar en una escala de uno a uno. Me siento muy cómodo con ese tamaño", relata.
En el texto que escribió para la muestra retoma también que "es popularmente conocido el relato de Homero acerca de cómo Odiseo, siguiendo los concejos de Circe, tapona con cera los oídos de sus marineros y se hace atar al mástil de la nave, para oírlas sin sucumbir a su canto. Una atadura para librarse de otra, porque una de las etimologías posibles para Sirenas es σειρα, que en griego antiguo es cadena o lazo. La astucia, el engaño, triunfa sobre la seducción, plantea el artista, quien también cita a Maurice Blanchot, quien dice que las Sirenas “parece que cantaban, pero de un modo que no satisfacía, que únicamente permitía oír en qué dirección se abrían las verdaderas fuentes y la verdadera dicha del canto. No obstante, con sus cantos imperfectos, que sólo eran un canto por venir, conducían al navegante hacia ese espacio donde el cantar comenzaría verdaderamente”.
En el proceso de producción, decidió "invitar a compartir esta experiencia a Yamila Glardón, quien propuso hacerlo mediante una instalación performática: Vacíos del silencio, que plantea la posibilidad del cambio, de la metamorfosis. Explorar lo transmutable, habitar el vacío de la forma, para traspasar los estados de la materia. De la tierra al aire", apunta el artista plástico y subraya que "El mito, o sus imágenes, ha servido como excusa, como disparador. Cada uno trabajó luego con sus propias obsesiones, su propia sensibilidad, su propio deseo".