Celulares, esa nueva extensión humana, tan omnipresente desde la muy primera infancia. Cámaras y más cámaras, registrándolo todo, a toda hora. Influencers, los pares a imitar. Redes, exponiendo cada paso, a toda edad. Chat GPT, lo instantáneo, lo efímero, lo hiper mediado. Padres y madres intentando por todos los medios un sobre control absoluto, otra marca de época. Y, en medio de todo eso, lo que queda de lo humano. Para Yolanda Reyes, es la literatura la que aparece como el vehículo privilegiado y urgente para afirmar eso que queda y permanece de lo humano, de la especie. De todo eso habló la escritora colombiana, una de las voces más lúcidas de la literatura latinoamericana actual, cuya obra se ha centrado especialmente en las infancias, en su visita a la Argentina

Reyes llegó invitada por el Foro por el Fomento del Libro y la Lectura, que la Fundación Mempo Giardinelli organizó en Resistencia, Chaco. Un pequeño milagro anual que reúne, "en el interior del interior", a cientos de lectores alrededor de los libros y la palabra. Y a autores con esos lectores, que además van a buscar a escuelas, bibliotecas, centros culturales de la ciudad. "Este año mil personas, escritores, maestros, maestros, abuelas cuento cuentos, bibliotecarios, promotores de lectura, estuvimos hablando tres días de literatura. Pensando quiénes son esas infancias que leen hoy. Es un foro que es el objeto del deseo de todos los escritores y promotores de lectura, y yo me siento muy halagada de haber sido invitada", agradece con su tono particularmente dulce. 

Pedagoga además de escritora, especialista en formación de lectores desde la muy primera infancia, Yolanda Reyes predica con el ejemplo desde Bogotá en Espantapájaros Taller, un proyecto cultural de animación a la lectura que es citado como modelo en el mundo. El terror de sexto B, Los agujeros negros, El libro que canta, Una cama para tres, Los años terribles, son algunos de sus numerosos títulos para las infancias, publicados en Argentina por Loqueleo, la editorial que organizó una charla con la autora que puede seguirse en las redes del sello. Su trabajo teórico en torno a la lectura y la primera infancia está recogido en títulos de referencia como La casa imaginaria, La poética de la infancia y El reino de la posibilidad

¿Para qué sirve la literatura?

La pregunta cuaja en esta época utilitaria, aunque una posible respuesta podría ser que sirve, justamente, porque desde ciertos parámetros no sirve para nada. Yolanda Reyes tiene una un advertencia urgente para hacer, y la formula con belleza.

"Este tiempo de tanto ruido, en el que estamos inmersos en medio de tantos timbres que suenan, tantas interrupciones continuas, leer literatura es permitirse habitar un reino distinto. Un encuentro con lo que fuimos, con lo que fue la humanidad antes, y también una manera de dejar constancia de este momento que nos toca. Cuando leemos un libro, cuando los niños leen, están en una idea más larga de lo temporal, y de la especie; de lo que ha significado vivir y ser humano. Creo que ese es el sentido cada vez más necesario y más urgente de la literatura: tomar conciencia de quiénes estuvieron antes, qué dejaremos nosotros, y cómo hay un hilo que nos conecta". 

Lo apocalíptico del mundo

Frente a la descripción de lo apocalíptico que puede parecer el mundo hoy, la colombiana prefiere destacar lo que tiene de continuidad, lo que hay para traer al presente de la historia humana: "La literatura nos dice que hubo otros que pensaron otras cosas, hay rastros de la conciencia humana, y esos rastros están puestos en la literatura. Cuando leemos nos encontramos con otros que ya no están, y nos podemos pensar en esa temporalidad más larga. Y al tiempo estamos pensándonos en nuestro presente, en nuestra conciencia, en la soledad del ser humano. Leer un libro es darnos cuenta de que ese eterno presente de las emociones personales ha recibido nombres y ha sido una peripecia antes. Vaya, hubo alguien que ya vivió esto. Esas palabras están puestas ahí parta que nos leamos en ese devenir. La literatura es esa transmisión cultural, esa vida hecha lenguaje. Es a la vez esa conversaciónb pública esa y conversación con nosotros mismos. Como cuando Machado dice: 'Converso con el hombre que siempre va conmigo...'", analiza. 

"Los niños no pueden perder la sensación de que somos parte de una especie", reitera Yolanda Reyes, puesta a pensar las urgencias del mundo. "Y esa conversación con la conciencia de la especie, con las capas simbólicas de la existencia, eso hay que enseñarlo. No está puesto en los teléfonos, no están en la superficie de nuestra manera de funcionar en este mundo contemporáneo", advierte. "Eso se transmite. Y son las voces de los adultos las que hacen que esas historias lleguen. Es esa maestro o maestro que sienta a los niños en círculo y les dice: Érase una vez, en un tiempo muy lejano... Y les permite vivenciar algo: que las palabras que usamos todos los días tienen otros usos. Eso se enseña, no se puede saber si no se transmite. Enseñar también es crear esa posibilidad, habilitar esas experiencias distintas con la palabra. Ese dar de leer a los otros es el trabajo de la literatura, de madres y padres, y de la escuela". 

--Pero en la escuela se enseña más bien a subrayar las ideas principales, a marcar sujeto y predicado. ¿Cuál devbería ser su rol en relación a la literatura?

--Dar de leer, hacer saber que los libros están. Dejar libros a mano para que cada quien tenga la libertad de ver qué hace con eso. Incluso la libertad de decir no, ahora no quiero, como hacen los adolescentes, que durante un tiempo se suelen separar de la lectura. Pero para que eso sea posible, primero tienen que haber vivenciado la lectura, alguien se las tuvo que transmitir. Y eso queda. En ese sentido, la primera infancia es un momento lector esencial para lo que viene después. A los 5 años es demasiado tarde. Lo tiene que saber la escuela, y lo tiene que saber la política pública. 

--Esa idea de la literatura como conciencia de la especie y de nuestro lugar en la historia, es profundamente política. Sobre todo en tiempos en que se quiere borrar la historia, o se censuran libros por "incorrectos".   

--Se está leyendo sólo lo superficial, lo informativo. Y entonces, claro: esto es machista, esto es incorrecto. Pero es un tiempo que quedó ahí puesto en una obra, con el que tú te relacionas buscando qué de eso permanece, qué no te interpela, y qué sí te sigue interpelando todavía, y por eso es un clásico. Claro que para saber eso tienes que ahondar en las capas del discurso, tienes que ir más allá de lo informativo. Esa capácidad es lo que diferencia a los humanos del Chat GPT.