Dentro de la multicausalidad del espiral inflacionario que arrastra la Argentina hay un factor, el de la concentración económica, que permite tanto en la producción, como la comercialización de alimentos, generar márgenes de ganancias a costa de los consumidores.
Sin embargo, existen múltiples experiencias que hablan de una opción viable y eficiente para brindar alternativas que fomenten economías regionales de pequeña escala con alimentos más sanos y baratos. Fortalecer estas experiencias es parte de la propuesta de la Mesa Agroalimentaria Nacional.
En ese sentido, desde el programa Mercados de Cercanía del ministerio de Desarrollo Social, junto a distintas organizaciones, se presentó una “Propuesta de Políticas Públicas para el Abastecimiento Popular de Alimentos Sanos, Seguros, Soberanos y a Precios Justos”.
Acceso a los alimentos
“Creo que en los últimos años, el acceso al alimento se ha instalado dentro de la agenda pública. Eso es un gran avance. Pero evidentemente no alcanza. Las organizaciones nos hemos fortalecido. Pero si eso queda solo a merced de lo que las organizaciones puedan generar, el techo es muy bajo. Se requiere una decisión política que implique tomar a este sector como un actor estratégico”, sostiene Pablo Blank, parte de la comercializadora Monte Adentro del Movimiento Campesino Indígena Somos Tierras (MNCI) Somos Tierra.
“Desde la Mesa Agroalimentaria Nacional venimos fomentando circuitos cortos donde hay menos incidencia de los intermediarios. Así los alimentos llegan directo del productor al consumidor. Hablamos de cooperativas u organizaciones donde se procura mejorar el precio del productor. Pero también llegar al consumidor con alimentos sanos y a precios accesibles. Es una cuestión de organización para superar la intermediación, que muchas veces es concentrada y especulativa, entonces hay abusos y rentas que quedan en manos del intermediario y no del productor, encareciendo el consumo”, explica Luciana Soumoulou, de las Bases Federadas.
“Si como sociedad y como patria no podemos entender que el alimento es un eje de la soberanía nacional, la estamos pifiando. Nosotros somos los que podemos dar esa batalla. Necesitamos que las instituciones nos acompañen o al menos no nos jueguen en contra”, opina Federico Matteucci, parte de la red de comercialización de Ciudad Futura en la provincia de Santa Fe.
Desde Ciudad Futura se impulsa una Empresa Estatal de Alimentos y recientemente su candidato a intendente por Rosario, Juan Monteverde, se reunió con Agricultores Federados Argentinos y la Federación de Cooperativas Federadas (Fecofe) para acordar políticas públicas para el sector. Por su parte, la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), ya viene trabajando con varios intendentes del AMBA para generar mercados populares en municipios como Lomas de Zamora, Quilmes o Avellaneda.
De la tierra al consumidor
“No ha habido una intervención desde el Estado valorando el desarrollo en términos de la ruralidad. Hay una idea equivocada de que si tenemos más toneladas tenemos más desarrollo. No es lo mismo un tambero que un fondo común de inversión que lo desplaza”, comenta Ricardo García, de la filial Mansilla (Entre Ríos) de Fecofe.
“El proceso de concentración económica que estamos viviendo en el rubro alimentos no solo afecta a la tierra, sino también a la producción, el valor agregado y la cadena comercial. Y eso genera un efecto inflacionario. Tenemos camiones que van a buscar la producción de leche a Villaguay para envasarla en General Rodríguez para devolverla a los comercios de Villaguay. Eso es parte del aumento de precios, perjudicando al productor que promueve el desarrollo territorial y también al consumidor”, ejemplifica.
“La comercialización es una actividad importante. Aporta alrededor del 15 por ciento del PBI. El problema es que ese comercio suele tener reglas de juego que acentúan las desigualdades”, dice Eva Verde, directora del programa Mercados de Cercanía.
“Vivimos en un país que algunos describen como el granero del mundo y que envía satélites al espacio. En ese mismo país, 6 de cada 10 pibes no comen todas las comidas”, destaca. El Programa Mercado de Cercanías nuclea más de 200 experiencias de comercialización popular, 900 puntos de venta y 7 mil trabajadoras. “Podría ser la competencia de cualquier supermercado”, comenta.
Además de un proceso de incorporación al registro de cientos de comercializadoras que no están en la red, desde el programa se ha creado, en conjunto con el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO), un índice de inflación basado en la canasta de estas comercializadoras, demostrando que una familia ahorra hasta 15 mil pesos por trimestre comprando en estos espacios. Eso sin contar que se trata de productos más sanos, agroecológicos y que fomentan el desarrollo regional, entre otras virtudes.
* Licenciado en Economía de la Universidad Torcuato Di Tella y Magister en Periodismo de la Universidad del País Vasco.