Entre el repertorio de las pasiones humanas, Lacan destaca una muy precisa como rasgo distintivo del ser hablante: “no quiere saber nada. Pasión de la ignorancia”. Al respecto, y tras los resultados de las PASO, más de una vez me encontré pensando en la conocida fábula de la rana que accede al pedido del escorpión para cruzar el río y en medio del trayecto el insecto pica al batracio. “Es mi naturaleza”, atina a decir el escorpión antes de que ambos se hundan en las aguas. Tengo la impresión de que la pasión de la ignorancia hace que muchas veces nos creamos buenos y engañados como la rana, cuando en realidad el escorpión nos habita a todos.

Domingo 13 de agosto. 15 horas. Camino por una calle de Palermo. Buenos Aires. Suena el celu. Mi sobrina desde Barcelona: Che, dice mi cuñado que Milei está primero con treinta puntos. Jaaaaaa. Decile a tu cuñado que se cuide de lo que fuma. O sea: pasión por la ignorancia. Digo: no me refiero tanto a los que votaron por Milei, sino a los muchos, muchísimos, que jamás vimos lo que no veíamos. Un aluvión enorme de personas que al momento de expresar su preferencia por un gobernante, optan por un señor que repudia la justicia social. ¿Dónde estábamos? ¿En qué conversación? ¿Hasta dónde llegó nuestra negación?

Julia es una chica de dieciocho años. Cuando Julia aún no había ingresado al jardín de infantes, un camión se plantó frente a su casa. Bajaron heladera, camas, microondas, cocina eléctrica y varias cosas más. Su mamá, que era empleada doméstica, le había escrito una carta a Cristina para pedirle ayuda. Julia votó a Milei. Mariano tiene sesenta años. Es jubilado y tiene una pensión por discapacidad debido a un accidente de trabajo. Supo apoyar a Alfonsín y también a Cristina. Votó a Milei. A este último tuve oportunidad de preguntarle: ¿Por qué? Porque así el oficialismo va a empezar a gobernar bien. ¿A qué oficialismo te referís? A este, al peronismo. (¡Sí, sí, querido lector, así como usted lo lee!)

A la hora de un análisis de los resultados, estos dos ejemplos bastan para, al menos, preguntarnos, ¿de quién es la pasión por la ignorancia? Tengo la impresión de que si se la atribuimos solo a Julia o a Mariano, nos estaremos pareciendo a la tonta rana de la fábula que se cree ser solo rana.

Un dato contundente: Axel Kicillof ganó en la provincia de Buenos Aires. Con mil problemas y obstáculos, trabajó junto a la gente, puso el alma, toda la garra y ese saber hacer indispensable para que aquello de “donde hay una necesidad, hay un derecho” no fuese una mera frase. Lo mismo para los intendentes que revalidaron su gestión en sus municipios. Bien, ahora nos vamos enterando que en esta provincia, en otras quizás también, no fueron pocos los ciudadanos que cortaron boleta. O sea; el mismo que votó a Kicillof como gobernador, votó a Milei como presidente. Pareciera entonces que cuando el gobernante demuestra, hace sentir, transmite, su efectivo deseo de cumplir y algo de esto se traduce en resultados, prima algo de sensatez y buen entendimiento. De lo contrario el escorpión de la pulsión de muerte no perdona.

Desde ya, ahora se trata de poner toda la garra y el cuerpo para, como dijo nuestro candidato, jugar el segundo tiempo, el alargue y los penales. Porque podemos ganar. También a nuestro escorpión.

Sergio Zabalza es psicoanalista. Doctor en Psicología por la Universidad de Buenos Aires. 

[1] Jacques Lacan (1972-1973) El Seminario: Libro 20, “ Aún”. Buenos Aires, Paidós, 1998, p. 147