Inevitablemente existen ya muchas teorías sobre el fenómeno del libertario de ultraderecha. Es lógico que así sea. Se llega a explicar el fenómeno afirmando que se cumple con su emergencia la teoria del populismo de Ernesto Laclau.

Todo esto se realiza en función de que se percibe algo nuevo en el fenómeno.

Sin embargo, hay algo que no es nada novedoso, que no tiene nada que ver con poner "todo patas arriba", como bajo distintas modalidades se sostiene en los distintos análisis que circulan.

Se trata del siempre presente "odio a los zurdos" que está inserto en parte de la sociedad argentina y de una candidata a vicepresidenta que no hace más que reivindicar de distintos modos a la dictadura cívico-militar y defender a los genocidas.

Está muy bien que no se le reproche nada a los votantes del engendro, pero nunca se debe olvidar que además de las excentricidades austríacas con las que compensa su inconsistencia política lo acompaña el resentimiento del "odio al zurdaje " que todos los colaboracionistas de la dictadura, los que siempre siguieron presentes en los medios argentinos, llevan escrito a fuego en su ser como el proyecto de una venganza que creen tener pendiente.