Fortalecer la memoria. Ganarle al olvido. Valeria se aferra a sus recuerdos y hace de eso un lugar de resistencia. Entre cuatro paredes, construye un mundo propio de traducciones al esperanto y comunicaciones con espíritus. Desde esa trama parte Valeria y los pájaros, pieza del dramaturgo español José Sanchis Sinisterra que se presenta con dirección de Alejandro Giles y la interpretación de la actriz andaluza Pepa Luna. Las funciones se realizan los sábados a las 19.30, en el Teatro Border (Godoy Cruz 1838).

Con música de Braian Arévalo y asistencia de dirección de Vanina Rivera, la puesta se completa con las voces en off de Carlos Romero Franco, Claribel Medina, Fernando Gonet, Marcos Montes, Miguel Jordán, Ana María Castel, Emma Rivera, Livian Fernan y Roberto Vallejos. Y es que la protagonista dialoga con diversos personajes de otros planos porque tiene un objetivo: reencontrarse con un gran amor de la adolescencia, el revolucionario Telmo Castán, víctima de las torturas de un régimen militar latinoamericano y enterrado en una fosa común. Saber qué pasó con él es el motor de su búsqueda.

En la misma línea de Ay, Carmela, la reconocida obra con la que Sanchis Sinisterra denunció el horror del franquismo, se retoma la advertencia al peligro de los totalitarismos. Y Giles es un gran conocedor de esa poética, dado que dirigió numerosas piezas del autor como la misma Ay, Carmela, Los figurantes y Olga/Masha/Irina (a partir de Las tres hermanas, de Chéjov).

“Nuestro adentro controla el olvido, y por eso es importante que trabajemos en nosotros, y con otros, acompañándonos para activar la memoria”, reflexiona Giles, quien viene de llevar la puesta a Uruguay y también proyecta una gira nacional. “Me importa mucho llevar los espectáculos que hago a diferentes lugares y compartirlos con la gente, y proponer que los artistas de esos lugares hagan lo mismo. Creo que uno debe hablar de lo que conoce y, si lo desea, trasladarlo y compartirlo. Es bueno hacer teatro y cine con formas y expresiones propias, y no copiadas que no tienen que ver con nosotros. Trabajar sobre la identidad es elaborar el propio origen”.

-Has dirigido varias obras de Sanchis Sinisterra. ¿Qué te atrae de este autor?

-Sanchis escribe sobre seres simples, chiquitos, sin pretensiones, incapaces de todo heroísmo. Muchas veces sus vidas se desarrollan en un contexto enorme para ellos, y aparentemente no hay mucho que puedan hacer más que desarrollar formas de sobrevivir en la crueldad del mundo y recordar a aquellos que se fueron antes para mantenerlos vivos. Yo conecto con sus obras en todos estos temas.

-Y especialmente, ¿qué reflexiones te genera esta pieza?

-José me ofreció hacer Valeria y los pájaros hace unos años en un encuentro en Madrid y me atravesó por su diseño, su dimensión y la complejidad para contarla. Es muy exigente tanto para la interpretación como para la dirección porque genera mucha frustración hasta internalizarla y comprender su dinámica. La obra impulsa a reflexionar sobre cómo sostenernos en un mundo que permanentemente nos propone olvidarnos de nuestro deseo, de nuestro bienestar y de nuestras ideas. Y también sobre cómo hacer un proceso acerca de lo inevitable, porque todo en este plano se termina en algún momento.

-Si bien es un unipersonal, esta es una obra coral, dado que intervienen las voces de numerosos personajes. ¿Cómo resolviste ese desafío desde la dirección?

-La conexión con el músico Braian Arévalo fue fundamental. Trabajamos codo a codo, cada cual en su área, y afortunadamente contamos con queridos compañeros que colaboraron en grabar cada personaje para después hacer el montaje y que Pepa Luna pudiera interactuar con cada uno. Fue un desafío en comunión entre actriz, músico y director.

-La obra (como otras del autor) invita a un ejercicio de memoria. ¿Qué aporte considerás que puede hacer el teatro en esta tarea de reflexión?

-Creo que puede ayudar al ejercicio de tener memoria tanto en lo individual como en lo colectivo. Una historia con temas nuestros nos lleva en un viaje que nos ayuda, inevitablemente, a pensar y reflexionar. En ese sentido, nosotros tenemos, desde hace veintitrés años, el ciclo Teatro por la Identidad al que como sociedad le debemos mucho. Ese es un gran ejemplo de que el teatro ayuda al ejercicio de no olvidar.