El cine de terror, qué placer. Y sin embargo o tal vez por eso, se lo esconde. Algo así da a entender Pablo Parés en Otra Película Maldita, cuando dice que los amantes del género –y se intuye que bien podrían ser tanto espectadores como productores y realizadores– temen la difusión de lo que hacen y gustan. Si así no lo hicieran, el boom sería imparable, aclara. Pero bien puede pensarse que la mecha ya prendió hace rato, y que la explosión está cerca. En todo caso, ésta es una de las varias elucubraciones a las que arroja el documental que dirigen Alberto Fasce y Mario Varela, dedicado a la historia de este género escurridizo, el del cine argentino de terror; y se estrena hoy en el marco del Bafici Rosario, a las 17 en el Auditorio de la Asociación Médica (Tucumán y España).

La realización de Otra Película Maldita, habida cuenta del recorrido que propone, implica la legitimación de un campo cinematográfico específico, de raíces un tanto desvaídas o desencontradas, con capítulos tan sorprendentes como bizarros, y con el horizonte puesto en el auge actual del que goza el género en el cine argentino.

En compañía de artífices como Darío Lavia –investigador y gurú del terror y el fantástico, director de la revista Cineficción–, Christian Aguirre –cineclubista y coleccionista–, las y los investigadores Raúl Manrupe, Carina Rodríguez, Fernando Martín Peña, Ayi Turzi, los primeros y posteriores pasos del terror en el cine argentino son dilucidados, a partir de la raíz rosarina que significa El hombre bestia o las aventuras del Capitán Richard (1934), la producción de Camilo Zaccaría Soprani que alumbra al género, con cuotas de terror y folletín. Acto seguido, el gran Narciso Ibáñez Menta ocupa el sitial de preferencia, con dos filmes de tenor diferente como lo significan Una luz en la ventana (1942, Manuel Romero) y Obras maestras del terror (1960, Enrique Carreras). Como se sabe, el fuerte de Ibáñez Menta estuvo en la televisión. Y como también se sabe, gran parte de lo realizado se perdió o sobregrabó, conforme a los designios mezquinos de siempre.

El gran Narciso Ibáñez Menta ocupa el sitial de preferencia.

Hay un detenimiento especial en la obra maestra de Mario Soficci, El extraño caso del hombre y la bestia (1951) –el primer caso de un film argentino de terror puro, basado además en la obra de Robert Louis Stevenson–, y menciones de valía para films admirables como El vampiro negro (1952, Román Vignoli Barreto) y Si muero antes de despertar (1952, Carlos Hugo Christensen), entre muchos otros, más o menos cercanos al género, lindantes desde el policial y el melodrama. Pero la enumeración no viene al caso, para ello mejor ver la película. Antes bien, Otra Película Maldita sabe cómo recorrer el cine que se hizo, y de algún modo, la semblanza dice también sobre la inexistencia de una Cinemateca oficial, que preserve el fílmico. Por ello, que de cada película mencionada puedan verse imágenes obedece a la búsqueda precisa de los realizadores.

Ahora bien, sucedida la etapa inicial, lo que sigue es el derrotero delirante que tuvo por protagonistas a realizadores como Emilio Vieyra (Extraña Invasión, 1965; Sangre de Vírgenes, 1967; La venganza del Sexo, 1969) y films de culto como La casa de las sombras (1976) de Ricardo Wullicher o las mismísimas Embrujada (1969, Armando Bo) y Nazareno Cruz y el Lobo (1975, Leonardo Favio), de fuerte incidencia autóctona. Quien aquí brilla con sus intervenciones es el investigador Diego Curubeto, recientemente fallecido y a quien la película de Fasce y Varela está dedicada.

Se analiza también la importancia de realizadores como el superochista Jorge Carlos García, y la influencia decisiva que habrán de tener films como La casa de las 7 tumbas (1982, Pedro Stocki) –en plena dictadura–, la fundamental Alguien te está mirando (1988, Cova y Maldonado), Vivir mata (1991, Bebe Kamin), y la apertura que del mercado propició el VHS, como lo ejemplifica Mondo Macabro Video Bizarro, espacio predilecto en Buenos Aires por los amantes del género. La discusión es hilvanada con participación plural, a través de la mirada de artífices contemporáneos del terror argentino como Daniel de la Vega, Laura Casabé, Jimena Monteoliva, Fabián Forte, Demian Rugna, Paula Pollacchi, Gonzalo Calzada, Mad Crampi, Ruth Gómez, Alejo Rébora, Hernán Moyano, entre muchas y muchos más.

A grandes rasgos, bien puede señalarse que el big bang de la situación actual estuvo, entre varias otras explicaciones, en la irrupción de Farsa Producciones con Plaga Zombie (1997, Pablo Parés y Hernán Saez), un éxito que conoció secuelas, abrió la trayectoria de sus responsables, y despertó el interés de muchos de los futuros cineastas. La estela de películas subsiguiente permitirá, a la vez, la consolidación del Festival Buenos Aires Rojo Sangre –hoy con más de 20 ediciones, y cuyos responsables dan su parecer en el documental–, el cual potenció aún más al género.

Vale decir, hoy puede aseverarse que la pelea por el reconocimiento del terror en el cine argentino dio pasos gigantes, que las películas crecieron en cantidad y calidad, que ya no se las menosprecia, que hay un público, y que entre las varias conquistas destaca el apoyo del INCAA hacia las producciones. La historia continúa, más películas y nuevos directores se suman al catálogo de un género que ya no es sinuoso ni esporádico, sino consistente. Films memorables como Aterrados (2017, Demian Rugna), Los que vuelven (2019, Laura Casabé), Al 3er día (2021, Daniel de la Vega), Nocturna (2021, Gonzalo Calzada), dan cuenta de la buena salud de sus gritos. Según Ayi Turzi: “Hasta el año 2000 hay 30 películas de este género en argentina, del 2000 en adelante creo que estamos en un piso de 400”. Otra Película Maldita confirma un estado de la cuestión, y abre el panorama para todo lo que sigue. Que será mucho y bueno.

Otra Película Maldita   8 (ocho) puntos

(Argentina, 2023)

Dirección y guion: Alberto Fasce y Mario Varela.

Producción: Atolladero Cine, Bon Vivant Zombie.

Música: Marcelo Neira.

Fotografía y Montaje: Alberto Fasce y Mario Varela.

Duración: 119 minutos.