Brian Viera y Rocío Azmabuja son estudiantes de la escuela Técnica 1 “René Favaloro” de Olavarría. Llevan adelante el proyecto “Bioelectricidad”, que se basa en la generación de energía a través del proceso natural de la fotosíntesis de las plantas. De esa forma se puede abastecer de energía eléctrica, sin contaminantes, a zonas rurales donde no llega el suministro convencional.
Los adolescentes están en Mar del Plata, donde al cierre de esta edición se está llevando a cabo la 50° Feria Provincial de Educación, Artes, Ciencias y Tecnología. Hasta allí los acompañaron sus docentes Mónica Romero y Gisela Croce.
Cuando les toca exponer se los nota tan contentos como nerviosos. Sus profesoras les dejan siempre el centro de la escena y los escuchan hablar, atentas y orgullosas. Son uno de los mejores 290 proyectos de la provincia de Buenos Aires que aspiran a hacer uno de los 32 que pasen a instancia nacional de la Feria Nacional de Ciencia y Tecnología, que se va a llevar a cabo entre el 6 al 9 de septiembre en la Ciudad Autonoma de Buenos Aires.
Ellos miran más allá: “El proyecto no depende del resultado de la Feria. Nosotros soñamos y queremos que esto ayude a muchos". "Estamos acá para aprender y para hacer crecer nuestro proyecto”, explica Viera con una fuerte aseveración, que parece contrastar con su voz pausada, casi pidiendo permiso.
"Nos gusta pensar que gracias a algo que trabajamos, una escuela rural puede estar iluminada, con energía limpia, que cuida el medio ambiente”, dice Brian, a la vez que Roció agrega: “Yo me quedo con saber que estamos haciendo algo importante para un montón de gente. Pienso en muchos que no me conocen y algo que me llevó mucho trabajo tiene como objetivo mejorar sus vidas”.
El proyecto multidisciplinario, nació a principios de año. En él se unieron materias como Química y Energías renovables, para pensar en un proyecto integral que no sólo permitiese en la adquisición de conocimientos por parte de los chicos, sino que también sirva para participar en las ferias de ciencia que se realizan en la provincia y el país.
El motor fue la inquietud de los chicos en investigar sobre la posibilidad de generar electricidad no contaminante a partir de las plantas. Investigando, encontraron que en México hubo experimentos para generar energía con el derivado de la planta de arroz.
Incluso en la misma Técnica 1 se realizó en años anteriores proyectos con agua reciclada, que ya había llamado su atención, pero esta idea iba un poco más allá. Según explican, las plantas desprenden azúcar tipo glucosa en la tierra, donde hay bacterias que se alimentan de ella. Ese ciclo natural genera electrones, que es lo que ellos utilizan para generar electricidad limpia que, destacan, "no daña la planta y mucho menos la tierra”.
“Nosotros lo comparamos con un panel solar, pero no es algo que los reemplace, sino una alternativa en paralelo", dice Brian. "Hay lugares donde no se pueden poner paneles y nosotros utilizamos plantaciones que nacen en cualquier lado, entonces poder sacar energía de eso es algo que le facilita mucho la vida a un montón de gente”, puntualiza.
Otra de las ventajas es que con los paneles, la energía sólo se genera entre las 6 a 21 horas, en tanto con la “Bioelectricidad” el proceso es ininterrumpido. Según los estudios que realizaron “con la cantidad de plantas necesarias de puede generar la suficiente energía para iluminar una casa entera”.
Los chicos y docentes trabajan con Aloe Vera, que según cuentan “es fácil de mantener y crece en todos lados, además resisten todo tipo de temperatura, y no necesitan ni mucha tierra, ni mucho riego a la hora de hacer energía luminaria”. La planta, explica Rocio, se comporta como una batería. "Para tener más o menos 8 watts necesitamos 273 metros cuadrados, pero con las nuevas pruebas que ya tenemos pensados creemos que vamos a mejorar el sistema para aumentar la potencia y de esa forma bajar los costos”, describe.
Ante la pregunta si este proceso puede afectar a la vegetación utilizada, su compañero explica que no: “El sistema de electrodos que nosotros usamos no está en contacto con la planta. No hacemos más que aprovechar el proceso natural de la fotosíntesis". "Nosotros utilizamos los desperdicios del proceso”, puntualiza.
El rol de los docentes
Mientras exponen en la Feria Provincial, la profesora Gisela Croce los escucha atentamente. Cada tanto mira a su compañera y, juntas, sonríen. “A nosotras nos llena de orgullo escucharlos porque este es su proyecto y confiamos plenamente en ellos", cuenta a este medio a la vez que aseguran que el proyecto es totalmente de los chicos. "Nosotras sólo lo guiamos, es un trabajo que ellos defienden a la perfección”, asegura.
En tanto, su compañera agrega: “A mi me emociona mucho su compromiso. Incluso cuando las cosas no salían, no se desanimaron y trabajaron más. Ver las etapas evolutivas, ver como ellos de alguna manera van madurando, en sus procesos cognitivos, nosotros todo el tiempo aprendemos de ellos y sus compañeros, llega un momento que te sentís con un colega trabajando”
Ante los elogios de sus profesoras ellos se ruborizan aún más. Brian una vez más recoge el guante y destaca la importancia de "sentirse escuchado, sobre todo desde la escuela". "Puede pasar en la sociedad que no te escuche un adulto, pero cuando sentís que el que te escucha, el que te respalda, es un docente, es algo que la verdad que está muy bueno y se agradece”, dice.
Cuando se les pregunta qué sintieron la primera vez que lograron encender una luz con este sistema los cuatro se chocan al contestar. Por primera vez pierden un orden casi perfecto, y se miran entre risas. Rocío toma la posta y recuerda: “Nosotros pasamos de encender un led con doce plantas, y a gatas, a mejorar el resultado para empezar a prender cada vez más luces con menos plantas. Y eso fue una emoción realmente increíble, por ver que tantas horas de trabajo tenían sus frutos. Fue algo muy emocionante e inolvidable”.
Más allá del resultado que esperan en unas horas, participar de la feria fue, para todo el equipo, "una experiencia inolvidable". “En las escuelas de la provincia se hacen cosas increíbles que está muy bueno mostrar”, dice Brian que el año que viene quiere comenzar la carrera de Ingeniería electromecánica.
Su compañera, en tanto, prefiere ir por carrera de Ingeniería Química. A los dos los espera la Universidad Nacional del Centro, la UNCEN, que está lista para recibirlos. En un futuro cercano, quizás en un aula alumbrada por ellos.