Esta vez Victoria Villarruel, la candidata a vicepresidenta de La Libertad Avanza (LLA), dio un paso más: dijo que quienes la cuestionan o tildan de negacionista son “familiares de terroristas”. De esa manera etiquetó a Horacio Pietragalla Corti –secretario de Derechos Humanos de la Nación– y a Victoria Montenegro –legisladora porteña–. Pietragalla Corti y Montenegro son hijos de víctimas del terrorismo de Estado. Ellos mismos fueron apropiados y restituyeron su identidad gracias a la búsqueda de Abuelas de Plaza de Mayo.
Villarruel, la compañera de fórmula de Javier Milei, tiene detractores dentro de la familia militar. Los más estruendosos son Cecilia Pando y su marido, el mayor retirado Pedro Rafael Mercado. Como publicó Página/12, el matrimonio Mercado-Pando acusa a Villarruel de no hacer una defensa enfática de los genocidas por oportunismo político y suele recordarle sus orígenes.
Mercado fue quien contó que Villarruel participó de la Asociación Argentinos por la Memoria Completa a principios de este siglo y que después conformó Jóvenes por la Verdad, el grupo que solía organizar visitas al dictador Jorge Rafael Videla mientras estaba en prisión domiciliaria. Según Mercado, él conoció a Videla a través de Villarruel, que en esos años también colaboraba con la Asociación de Familiares y Amigos de los Presos Políticos de la Argentina (AFyAPPA) que lidera su esposa. Pando tuvo su momento de fama el 8 de marzo de 2006, cuando interrumpió un discurso de Néstor Kirchner en la Casa Rosada. Según la versión de Mercado, la acompañaba Villarruel.
El viernes, Villarruel no se hizo cargo de esos detractores en una entrevista en La Nación Más. “El problema es cuando aquellas acusaciones vienen de aquellos que son negacionistas del terrorismo a secas. Segundo, que son familiares de personas que integraron el terrorismo”, arrancó la diputada LLA, que en la semana ya había adelantado parte del plan motosierra para las políticas de Memoria, Verdad y Justicia: un ataque al museo que funciona en la ESMA, instalar los dos demonios en el Parque de la Memoria, poner en duda los juicios contra los genocidas y tildar a los organismos de derechos humanos de “parciales”.
“En el caso del secretario de Derechos Humanos, Pietragalla, es hijo de dos combatientes de organizaciones armadas que cometieron actos de terrorismo. En el caso de Victoria Montenegro –que también se dedica a difamarme e injuriarme– es hija de combatientes del Ejército Revolucionario del Pueblo”, se despachó. "¿Qué tengo que decir de todos los hijos de terroristas que han llegado a sus cargos, obviamente por el dolor de sus situaciones, pero que, en vez de tener un mensaje de pacificación o de mirada hacie el futuro, lo único que han buscado es perpetuarse en el poder justificando los crímenes de sus padres?", lanzó en cámara.
“¿El problema es que la hija de un veterano de Malvinas llegue a ser diputada y se candidatee en una fórmula presidencial?”, se victimizó. “A mí que no tengo delito cometido alguno –ni yo ni mi familia– se me tilda de negacionista y genocida”, completó.
Villarruel solamente recupera parte de la trayectoria de su padre, el teniente coronel Eduardo Marcelo Villarruel: la de haber peleado en Malvinas. Sin embargo, omite los 40 días de arresto que le dieron en 1987 por haberse negado a jurar por la Constitución Nacional y lo que él mismo reconoció en su legajo: “He intervenido en la lucha contra la subversión, tanto en el ambiente urbano como rural, habiendo participado activamente en el ‘Operativo Independencia’”. Su tío, Guillermo Ernesto Villarruel, fue detenido a finales de 2015 por el juez Daniel Rafecas en la causa Vesubio, pero fue declarado inhábil para afrontar el proceso penal.
El odio como construcción política
“El problema no es que Villarruel sea hija de un veterano de Malvinas o que nosotros seamos hijos de militantes. Ser hijo de un genocida tampoco te convierte en un genocida. El problema es negar el terrorismo de Estado”, responde Victoria Montenegro. “El problema surge cuando ella anula nuestra palabra por ser hijos de militantes, por nuestra sangre –que es por lo que nos apropiaron”, añade.
Victoria Montenegro nació el 31 de enero de 1976. Trece días después fue secuestrada con su mamá, Hilda Ramona Torres, y su papá, Roque Orlando Montenegro, de su casa de William Morris. El cuerpo de su papá apareció, mutilado, el 17 de mayo de 1976 en Colonia. Estaba atado a un bloque de hormigón y había sido víctima de los vuelos de la muerte.
El jefe de la patota que comandó el operativo, Herman Antonio Tetzlaff, se apropió de la beba. La anotó como propia. Quería poner como fecha de nacimiento el 29 de mayo de 1976 –día del Ejército–, pero le pareció muy obvio y la inscribió como nacida el 28 de mayo. Tetzlaff robó otro bebé y se lo entregó a la empleada que trabajaba en su casa: el chiquito era Horacio Pietragalla Corti. Había nacido el 11 de marzo de 1976, cuatro meses después de que asesinaran a su papá, Horacio “Chacho” Pietragalla. A su mamá, Liliana Corti, la mataron en un operativo del 4 de agosto de 1976.
“No se puede anular a otro por su origen. Como consecuencia de la apropiación, yo viví un infierno durante más de 30 años porque mi formación ideológica me hacía odiar mi sangre. Lo de Villarruel ya no es un discurso de odio, es una propuesta de acción. El problema es que intenten instalar el odio como construcción política porque ya sabemos cómo termina”, dice Montenegro mientras juega con su nieto.
"Ya lo intentaron con el macrismo y no pudieron"
Pietragalla Corti no quiere centrarse en respuestas personales frente al ataque de la candidata a vice de LLA. “Su propuesta es peligrosa, pone en juego la responsabilidad del Estado argentino en instancias internacionales y lo que no entiende es que un retroceso en materia de Memoria, Verdad y Justicia es impracticable. Ya lo intentaron durante el macrismo con el 2x1 a los genocidas y la sociedad lo frenó. La gran frustración del espacio que integra Villarruel con el macrismo fue cuando no se pudo avanzar con la impunidad”, sostiene.
La misma Villarruel contó que fiscalizó para Cambiemos en 2015. Su entrada en la escena política se produjo en enero de 2016, cuando el entonces secretario de Derechos Humanos de Mauricio Macri, Claudio Avruj, la recibió en el Espacio Memoria y Derechos Humanos –exESMA– como referente del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv).
“Villarruel siempre dijo que hubo una guerra contra la subversión y que hay que juzgar al ‘terrorismo’. No sé a quiénes quiere juzgar porque, en tal caso, no los tendrían que haber subido a un avión para tirarlos vivos al Río de La Plata. No somos únicamente los familiares los que decimos que acá hubo un plan sistemático de exterminio. Lo dicen la historia, la Corte Suprema y los organismos internacionales”.