Los resultados de las PASO fueron un cimbronazo para el sector del radicalismo que apostó a la aventura presidencial de Horacio Rodríguez Larreta. La magra elección del jefe de Gobierno, apenas por encima de los diez puntos, los dejó en una deriva deliberativa y algunas voces ya plantean por lo bajo sus dudas sobre la continuidad a futuro de Juntos por el Cambio, alarmados por el rumbo que empezó a tomar la alianza luego del 13 de Agosto. La derechización de la campaña de Patricia Bullrich –donde juega la tribu más conservadora del partido centenario– y el coqueteo de Mauricio Macri con Javier Milei son dos factores que espantan a varios dirigentes boina blanca.
“Juntos por el Cambio está en crisis y sólo se sostiene, en principio, hasta octubre”, se aventuró en diálogo con Página/12 un dirigente radical con terminales propias en varias provincias y que no esconde sus diferencias con Bullrich y Macri. “Salvo que se gane, el futuro es incierto. Después veremos que pasa, pero cabe preguntarse hacia dónde pretenden llevar la alianza quienes la conducen. Si el camino es acompañar las medidas de un hipotético gobierno de Milei o parecerse a los libertarios, no hay razón para que el partido acompañe”, advirtió.
Las generales de octubre, ante ese panorama, pueden ser una bisagra para el sector de las “palomas” del partido centenario. Si bien reconocen la distancia que los separa de las ideas de Bullrich y la incomodidad que supone acompañarla en la campaña, advierten que el escenario de una segunda vuelta entre Milei y Sergio Massa los dejaría en una posición aún más inquietante. La exministra les garantiza, al menos, la tranquilidad de llamar a votar por la alianza de la que forman parte. Pero si no logra entrar al ballottage, se preparan para pasar las facturas internas del caso y pujar por una "reconfiguración a fondo" del sistema opositor.
Todos los escenarios posibles están lejos de ser el ideal. “Pase lo que pase, se vienen tiempos en los que también nosotros vamos a tener que pagar un costo ante la sociedad por las decisiones que tomamos”, se lamentó otro dirigente, protagonista de los armados de CABA y Santa Fe. “Imagino un replanteo de lo que fueron estos últimos ocho años, en los que nos fuimos pareciendo cada vez más a la derecha, aunque está claro que nadie quiere dejar de ser la opción que enfrenta al populismo”, reflexionó.
Más allá de las cavilaciones ideológicas, otro factor que ya genera una crisis interna es la revalidación en las PASO del liderazgo de Mauricio Macri al interior de la alianza opositora. Las diferencias de varias “palomas” con el expresidente no son nuevas, pero algunas decisiones que tomó Macri en las últimas semanas las profundizaron. El caso más visible llegó esta semana de la mano de su primo, Jorge Macri, que dio señales concretas de excluir a la UCR del armado de un hipotético gobierno PRO en la Ciudad de Buenos Aires, a contramano de lo que hizo el propio Larreta durante los últimos ocho años.
Desde el sector de Evolución, donde se referencia Martín Lousteau, alegaron que el diálogo con Jorge Macri “está roto” y que se enteraron “por los medios” de la designación de Clara Muzzio, una ministra del larretismo, como compañera de fórmula del triunfador de la interna. El territorio porteño está cerca de ser el primero donde la fractura quede expuesta.
La foto con Bullrich
La foto para la que Bullrich reunió a la plana mayor de Juntos por el Cambio esta semana fue una postal de qué dirigentes apuestan de lleno a su candidatura hasta octubre y quienes, por ahora, se muestran más displicentes. Además del Grupo Malbec, encabezado por los mendocinos Alfredo Cornejo, Rodolfo Suárez y Luis Petri (su candidato a vice) fueron de la partida el presidente del partido, el jujeño Gerardo Morales, y el gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés, dos de los que apostaron a perdedor detrás de Rodríguez Larreta.
Ambos se mostraron fieles a la nueva conductora. “El liderazgo es de Patricia”, dijo Morales. “Necesitamos volver al orden y Bullrich sabe cómo hacerlo”, señaló Valdés. El primero afronta un futuro incierto como presidente del partido, luego de haber amagado con su propia candidatura presidencial para movilizar a la mayoría de la estructura partidaria detrás del jefe de Gobierno, sin éxito. Y el segundo ya dejó trascender sus intenciones de presidir la convención radical, el órgano táctico del partido. La batalla post-electoral también será por el poder interno.
Pero entre los ausentes también hubo señales. Ni Facundo Manes ni Lousteau, ambos con otra agenda –uno con charlas en el interior, el otro en pleno descanso– acompañaron a la candidata en su intento de relanzar la campaña. Maximiliano Pullaro, el ganador de las PASO en Santa Fe, no asistió por la pelea que mantiene en plena transición de poder con el peronismo local, aunque mandó un saludo. Fueron gestos con trasfondo político de cara al futuro de la alianza.
"Si en octubre se pierde, se va a reconfigurar todo el escenario", se aventuró un dirigente, en una suerte de déjà vu sobre el proceso que vivió la UCR hace cuatro años, cuando también hubo planteos de abandonar a su suerte a Macri en las elecciones de 2019, romper Juntos por el Cambio y presentar una candidatura nacional propia, que no prosperó.