Allí van los dos, padre e hijo, con sus tablas bajo el brazo… Fernando Natalucci, de 41, y Eero, de 12, suben juntos, caminando hasta una pendiente en el filo del Cerro Bayo. Una postal que dice mucho…
Ambos quieren bajar unos 40 metros a toda velocidad y pasar volando por encima de la última pista de la montaña y caer en una ladera con pendiente y dificultad. Los turistas que pasan miran y no pueden creer el plan. El peligro es alto. Por eso, en varias bajadas previas, miden la velocidad, la angulación, el lugar de caída... Lo hace el chico y luego el padre. Tres veces. Eero decide abortar, Fer elige intentar... El fotógrafo Julián Lausi y el camarógrafo Federico Batán se preparan. Todo está listo. Empieza a bajar, a toda velocidad y el equipo contiene la respiración… Pero, a centímetros del precipicio, frena abruptamente. La nieve cae por el barranco. El experimentado rider menea la cabeza: la nieve en el descenso no está en la mejor condición para poder encarar bien el salto. Entonces explica el por qué y nadie se queja por los 40 minutos en el frustrado intento. “Busquemos otra cosa”, dice Fer y el equipo arranca sin dramas hacia otro desafío.
Así es en la montaña. No todo es color de rosa, aunque veamos fotos y videos increíbles, como en este tour. Tampoco nada es fácil. Sobre todo cuando la condición está lejos de la ideal, como pasó durante varias semanas en las montañas argentinas. Poca nieve, demasiada lluvia y mucho calor: un combo letal para producir en nieve de calidad. Pero el team N° 1 del país, el que integran snowboarders y esquiadores de Quiksilver, DC Shoes y Roxy, sabe cómo es y sigue intentando sacarle el máximo jugo a lo que hay…
“Nosotros somos profesionales de esto y sabemos que no siempre la condición para andar es la mejor, tenemos claro que debemos adaptarnos y sacar lo mejor. No siempre hay nieve polvo, pero por eso no dejamos de divertirnos. Sabemos que somos afortunados de subir a la montaña a hacer lo que nos apasiona y más en un tour así, con empresas que siguen apostando a esto. Me voy feliz porque el equipo lo entendió así, dio todo y terminamos viviendo otra hermosa experiencia, con sangre nueva, como la que traen Tobalito (Cristobal Colombo), Lucio (Romani) y Eerito, y con el toque femenino de Mora (Capellani) y Jenny (Somweber). Una verdadera familia, con mucho compromiso y pasión”, resume Natalucci, el capitán de la nueva expedición que duró siete días, con paradas en San Martín de los Andes, Villa La Angostura y Bariloche, siempre en las tres naves Ford color azul, una Raptor, una Ranger Limited Plus y una Maverick, que hicieron más fácil la travesía.
Cada día fue armar un plan de acuerdo a los conocimientos y los datos del clima y luego, claro, ver lo que deparaban las montañas. La búsqueda principal era por fuera de los centros de nieve, yendo a lugares poco visitados en el intento de encontrar la mejor nieve, ya sea caminando o en motos de snow. Cuando no era posible, la opción era en los cerros, Chapelco o Bayo, ya sea en los parques para algunas maniobras en rails o rampas, o divirtiéndose en grupo por las pistas, como cualquier hijo de vecino, haciendo trucos, saltos o maniobras. El happy riding que le llaman…
También hubo momentos de competencia, con Colombo y Romani, en el Sudamericano disputado en Bariloche. Ambos compitieron en dos categorías, Slopestyle –circuitos con obstáculos– y Big Air –saltos en rampa–, y Cristobal ganó la segunda, superando a un esquiador estadounidense. El nacido en Lake Tahoe, California –sus padres estaban haciendo temporada ahí–, es parte de la Selección argentina desde los 16 años (tiene 18) y prefiere la competencia al freeride, aunque últimamente le agarró el gustito a andar con el team y disfrutar del “recreo” que genera el buscar experiencias y aventuras en lugares menos conocidos. “Lo uso para desconectarme de la competencia y de la rutina”, explica.
El oriundo de Bariloche hace doble temporada y de enero a abril vive en el otro hemisferio, disputando fechas de copas de Europa o del mundo, como único esquiador bancado por el Enard en ambas categorías. Desde la semana que viene competirá en el Mundial Junior, en Nueva Zelanda, con ambiciosas metas. “Aspiro a estar en el top 10, incluso a un podio. Siento que este año di un salto grande y llegó con mucha confianza”, reconoce. Romani, también de 18 años, siguió para Chile, para dos fechas de la copa sudamericana. Nativo de San Martín, el snowboarder de Quiksilver disputó el Mundial Junior en 2022 y ahora está en categoría Open. Como Tobal, se inclina más por la competencia, pero quedó chocho con su primer tour con el team. Al equipo le inyectó su energía y espíritu de ir siempre por más.
Las chicas también le dieron su touch. Jenny, de 38 años, aportó su experiencia, paciencia y estilo arriba de la tabla. Mora, esquiadora de 28, la frescura y audacia de su primera vez con el team. “Siempre se disfruta más cuando se comparte y esto pasó otra vez en esta nueva temporada, dentro de un equipo muy diverso en edades y especialidades. Es lo lindo de estar en equipo. La condición no fue la ideal, como sé que pasó el año pasado, pero tenemos claro que debemos adaptarnos para seguir haciendo nuestra pasión y buscando nuevas aventuras”, analiza Jenny, del team Roxy.
También fue especial ver interactuar a padre e hijo. “Para mí es un sueño. Desde la primera ecografía soñé con que pudiéramos subir juntos a una montaña. Nada fue forzado, le dimos la libertad, de hecho hubo momentos que prefirió el fútbol o no le interesaba tanto, pero hubo un click y ahora le encanta. Es especial compartir la pasión con él. Hoy, cuando ando atrás suyo, se me cae la baba por el estilo que tiene”, cuenta Fer, siempre con su sonrisa dibujada. Eero, hijo ‘e tigre, se contagia a su lado. Y, a la vez, asiente ante lo contado. “Al principio yo lo seguía pero luego hubo momentos en que no fue mi deporte favorito… Pero ellos (sus padres) me dejaron que decidiera. En 2021 me empecé a motivar y recuerdo que un día de gran nevada hicimos un parque de snow en el patio de casa (en San Martín) y metí un 360 (grados). Fue un click y desde ahí no paré”, agrega el chico.
Compartir un tour por primera vez fue especial. “Desde que surgió la chance estuve pensando en esto, cómo sería… Papá me lo mantuvo oculto hasta que llegó la sorpresa. Y realmente me encantó ser parte, andar con los otros chicos, ver cómo se manejan, la forma de convivir, cómo se produce el material… Aprendí un montón”, relata Eero, que dejó una frase de cómo se llevó con el papi en el equipo. “Acá fue Fernando más que papá”, resume quien ya está planeando comenzar a competir. Natalucci, rider y team manager de DC, lo escucha y siente orgullo. “Yo lo vi muy bien, entendiendo que hay otros ritmos, otros tiempos. No es sólo andar, hacer trucos o conocer la montaña. Es trabajar en equipo, convivir con gente y especialmente tener paciencia. A veces hay que esperar y darle prioridad a otros para que hagan lo suyo. Era mucho lo que podía aprender y creo que se va entendiendo eso”, comenta como papá y líder del grupo.
Los resultados quedaron a la vista, en las fotos y en los videos. El team le sacó el máximo jugo a condición que encontró. Pero también compartió, disfrutó y aprendió. Y muchas veces eso es más importante que lo primero.