Este corpus de textos que su autor tituló Historias inauditas (CG Editorial) podría aceptar, si nos dejamos orientar por una de las acepciones del adjetivo inaudito- inaudita “que causa asombro, sorpresa y extrañeza”, una primera síntesis: nueve relatos con finales inesperados. También añadir que resulta un buen título ya que refiere al suspenso y a la sorpresa, hilos comunes que sostienen estas historias diversas ya sea en estilo como en temáticas.

Temas como los agrotóxicos, el divorcio entre la ciencia y la fe y la moral, el planeta devastado y envenenado, la discriminación étnica, la pandemia, los efectos de la cocaína, la crueldad en distintas caras, la muerte del amor conyugal, las tecnologías, la revolución del cannabis son los que quizá se emparientan con otro significado del adjetivo: “no puede admitirse o tolerarse y merece ser rechazado”.

Subgéneros como la ciencia ficción, lo fantástico, el realismo conviven en estas páginas que afirman así el carácter ficcional de la literatura: creadora de mundos posibles. Y muestran también cómo los límites se vuelven difusos, porque aún en las historias más cercanas a lo cotidiano se puede tener la sensación que algo fuera del registro de lo real puede suceder de un momento a otro. Aquí existe la posibilidad de añadir otra significación de “Inaudito”: “Sorprendente por insólito, escandaloso o vituperable” ¿Lo insólito estará en lo ideológico y/o en esas sensaciones? ¿Qué causa ese escándalo, esa perturbación? ¿Una escritura o una trama que cuestiona el universo preguntándose qué es lo real y si todos nosotros somos reales, es lo censurable o condenable?

El psicoanalista y escritor Juan B. Ritvo, quien escribió la contratapa, menciona que la estrategia escrituraria de Jorge Pablo Yakoncick consiste en “el puro placer de narrar y no el de experimentar con el lenguaje”. Y en esto acuerda con el autor del libro, quien en una entrevista aporta: “los relatos son diversos, porque cada uno requirió su propia investigación y una variedad de ardides técnicos para eliminar erudiciones y florituras …. en pos de crear universos de sentido que intentan atrapar al lector”.

También ambos coinciden en que “el alarde estilístico” en palabras de Ritvo y “florituras” en los decires de Yakoncick provocan que el lector se desinterese de la trama y atienda al autor o al trabajo que este realiza con el lenguaje.

Entonces lo cautivante es, para estos autores, la trama. Hay una voluntad explícita de Yakoncick que la tensión sea el elemento que sostenga su escritura, de llevar al lector a ese estado de atención, de entrega máxima para con la historia.

“El cuento es como una piedra que cae en un estanque, forma círculos concéntricos y el escritor va agrandando siempre el mismo núcleo”, dijo Juan José Manauta. Cuando el escritor Gianni Rodari en su Gramática de la fantasía usa la imagen de “la piedra en el estaque” para hablar de la riqueza de cada palabra, de sus infinitas connotaciones, describe más allá de las ondas concéntricas que se observan en la superficie, todos los movimientos invisibles que se propagan hacia el fondo y la agitación de cuando toca el fondo. Tal vez este concepto se relacione con la etimología de la palabra inaudito: “lo no escuchado, lo no oído”. 

En consonancia -se puede arriesgar una nueva mirada- lo inaudito se refiere tanto al escritor como también al lector de cuentos. La lectura es un acto de creación, libre, el lector busca, sin más orden que el propio e íntimo, aquello que lo sacuda, lo sorprenda, lo escandalice.

En el acto de la lectura donde cada palabra que se lee produce en la mente esas ondas superficiales y profundas, a las que se refiere Rodari, provoca una serie de infinitas resonancias -sonidos, imágenes, recuerdos, analogías, sueños -, en un movimiento que afecta a la experiencia y a la memoria, a la fantasía y al inconciente. El lector de cuentos bucea bajo el agua.

Pero claro el autor no tituló “cuentos inauditos” sino “historias” inauditas. ¿Se trata de un guiño, una pista, una omisión deliberada? Este interrogante y otros como: ¿Será la incomodidad de encontrarse con lugares, espacios, paisajes- tales como Rosario, Cruz Alta, Marcos Juárez- que le resultan familiares pero que están atravesados por un nuevo siglo y un mundo distópico, lo no admitido por el lector? ¿Tal vez la erudición presente en algunos cuentos o lo que no se conoce causa la extrañeza? ¿Un uso de la lengua tan cotidiano y cercano como preciso, resulta escandaloso para un texto literario?

Esas posibilidades u otras -que pudieron, podrán, podrían presentarse a los lectores- no están abordadas en este comentario. El lector recibirá cada historia como quiera, como le sea posible o prefiera. Incluso en cada lectura quizá le suceda algo distinto con el mismo relato. De eso se trata, de entrar a la lectura y dejarse habitar. En definitiva, afirma Mempo Giardinelli, cada cuento es como su autor lo imaginó y como su lector lo leyó. 

Y para cerrar, luego de circundar los significados de inaudito, la escritura y la lectura, cabe preguntarse  ¿quién o quiénes o qué provoca o se constituye en la piedra del escándalo? Recordemos como posible respuesta un concepto de Juan Gelman: “En este mundo cada vez más dividido, atomizado y gris, mercantil y consumista, la belleza es un escándalo”. Y lo escandaloso es que todos podamos conmovernos, movilizarnos ante y con ella.