Desde Posadas, Misiones

Raúl Barboza y Antonio Tarragó Ros regalan una postal y un encuentro inolvidable sobre el escenario Alcibiades Alarcón; Ramón Ayala baja de las escalinata en medio de besos, abrazos y selfies; Mario Bofill despierta las lágrimas de los chacreros con sus historias rurales, el imponente Ballet Oficial -a cargo de Luis Marinoni- le rinde tribujo a la mujer americana, y  Rulo Graboviesky y los 4 Ases recrean una fiesta popular con polkas ukranianas, vals y chamamés. Afuera del Anfiteatro, en el Parque República del Paraguay, un grupo de pibitos –o gurises, como les dicen acá– juegan a la pelota como si estuvieran en el patio de su casa; la Peña Oficial –la novedad este año– vibra al calor de los bailarines y los músicos más jóvenes, y la feria de artesanos es un reflejo de los colores, sabores y costumbres de la región. Esas escenas reflejan cómo se vivió la 47° edición del Festival Nacional de la Música del Litoral y 9° del Mercosur, que culminó el domingo. El año próximo, el ejecutivo Municipal analizará rebautizar a la fiesta como Festival Nacional de Folklore de Posadas, Misiones, tras el pedido de personalidades de la cultura.
  La crisis económica impidió que arribaran al festival músicos de carácter nacional o taquilleros; sin embargo, fue una oportunidad para abrir el escenario a músicos locales, emergentes y fortalecer el costado tradicional. Es que, en esencia, el Festival del Litoral es un refugio para las músicas de la región –en especial, el chamamé, pero también el chotis, las polkas rurales, el banerón misionero, el gualambao, el varenao gaúcho y otras especies musicales de la zona– y al mismo tiempo una celebración esperada por los misioneros durante todo el año. Aunque el público es en su mayoría posadeño, también se puebla de misioneros del interior de la provincia, correntinos, chaqueños, formoseños y visitantes de Paraguay –solo un puente separa Posadas de Encarnación–, el sur de Brasil y otras latitudes más distantes. 
El recambio generacional es una pieza clave para la vitalidad del género. Uno de los grupos misioneros con más alcance en los jóvenes son Los Mitá, liderado por el carismático Vargas Ángel Armando, más conocido como Bichy. “El público del Litoral tiene algo muy importante, porque defiende mucho a sus artistas. En otros lugares, se valora más a los músicos de afuera, pero eso acá no ocurre. Hay mucha identificación. El público más tradicional, de hecho, va aceptando la llegada de otros sonidos, otros instrumentos”, dice el integrante de Los Mitá, quienes en apenas cinco años lograron el afecto y el reconocimiento de los misioneros. Los Mitá, en la tercera jornada del festival, revolucionaron el anfiteatro Alcibiades Alarcón y lo transformaron en una gran peña. El escenario de pronto se desbordó de parejas de baile, en su mayoría chicos y chicas que no superaban los 30 años. La distancia entre público y artistas, en este festival, suele ser más pequeña. De hecho, después de cada actuación, los músicos se mezclan entre la gente para seguir disfrutando de la fiesta, libres de divismos. En esta sintonía, las familias asisten al anfiteatro con sus reposeras y conservadoras con comidas y bebidas, algo impensado en los festivales porteños.
  Un momento clave sucedió el domingo, en la cuarta y última noche. En esta edición, Los Núñez –conformado por el guitarrista Marcos Núñez y el bandoneonista Juan Núñez– fueron consagrados con el Mensú de Oro por la trayectoria. Con casi 25 años de camino recorrido, los hermanos son un claro ejemplo de la actualización del chamamé: construyeron un sonido contemporáneo que equilibra la tradición con elementos del jazz, el tango y músicas universales. La comisión los sorprendió con el premio cuando estaban en el escenario junto al acordeonis brasileño Tostão mineiro. “Empezamos a tocar en la fiesta del Inmigrante y hace 25 años que somos difudores de la música de nuestra región”, dijo Juan Núñez, emocionadísmo, y agradeció el apoyo incondicional de sus padres. “Lo que hacemos tiene la fuerza del rock, pero mantiene la raíz y la dulzura del chamamé”, dice Marcos sobre el poderoso sonido del dúo.