Una familia compuesta por dos adultos y dos niños necesitó en julio ingresos por 15.024,08 pesos para adquirir la Canasta Básica Total (CBT). El conjunto de bienes y servicios utilizado para establecer la línea de pobreza marcó un aumento del 1,4 por ciento frente al mes anterior y una suba del 20,5 por ciento interanual. El encarecimiento de la línea de pobreza a lo largo del año se origina, principalmente, en los precios de alimentos, electricidad y gas. El incremento en la cantidad de hogares pobres es consecuencia directa de una dinámica inflacionaria que impacta en productos de primera necesidad.
Por su parte, el valor de la Canasta Básica Alimentaria (CBA), el umbral de ingresos para que un hogar sea considerado indigente, fue de 6132,54 pesos el mes pasado para la misma composición familiar. El monto informado ayer por el Indec representa también un incremento mensual de 1,4 por ciento y un alza interanual de 19,10 por ciento. La CBA toma en cuenta los requerimientos kilocalóricos y proteicos para que un varón adulto, de entre 30 y 60 años, de actividad moderada, cubra durante un mes esas necesidades. Comprende los alimentos y las cantidades en función de los hábitos de consumo de la población a partir de la información provista por la Encuesta de Ingresos y Gastos de los Hogares. Dado que los requerimientos nutricionales son diferentes según la edad, el sexo y la actividad de las personas, también contempla una adecuación que refleja las características de cada miembro de un hogar en relación a sus necesidades nutricionales. La CBT abarca a la CBA e incluye los precios de bienes y servicios no alimentarios.
A diferencia de la tendencia observada a comienzos de año, los aumentos en la CBT y la CBA fueron durante julio inferiores a los incrementos registrados en el IPC. El indicador oficial arrojó el mes pasado una suba del 1,7 por ciento mientras que contra julio de 2016 llegó al 21,5 por ciento. Sin embargo, la dinámica de precios no muestra una tendencia hacia la desaceleración. La inflación oficial fue la más baja entre todas las mediciones difundidas por consultoras, centros de investigación y universidades. El impacto de la aceleración de la inflación sobre el poder adquisitivo y el deterioro del mercado de trabajo observado desde comienzos del año pasado interrumpió el proceso de reducción de la desigualdad registrado entre 2003 y 2015. Un informe del Centro de Estudios de la Ciudad (CEC) de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA publicado esta semana evidencia que en un año de gobierno del macrismo el país retrocedió a los niveles de desigualdad de 2010.