Hace poco más de un año, parte importante de la sociedad argentina copó esquinas y plazas, movilizada por un #Ruidazocontra el aumento desmesurado de las tarifas de servicios públicos. Tamaña protesta logró que el gobierno de Mauricio Macri revisara sus cálculos, aunque la cuestión de fondo sigue sin resolverse: muchos ciudadanos se encuentran con facturas que insumirán, en algunos casos, más de un 20% de sus ingresos, mientras continúan las demandas judiciales por la “irrazonabilidad” de las subas. 

Las manifestaciones de julio de 2016 fueron motorizadas fundamentalmente por las redes sociales, siempre listas para coordinar actos de desobediencia y movilizar actores. El diálogo que tuvo lugar en la red #Tarifazo evidencia rasgos característicos de la dinámica de este medio social, jerárquico y dominado por unos pocos actores pese al aparente flujo democrático de la información. 

Los más de 600 mil tuits recabados en los días previos y posteriores al #Ruidazo así como los recogidos inmediatamente antes y después del fallo de la Corte Suprema de Justicia del 18 de agosto, transitaron por regiones separadas que no interactuaron entre sí. Opositores y oficialistas reaccionaron y justificaron la medida mediante sus likes y sus retuits. Con una tematización densa –#Ruidazo #Tarifazo #Recalculando #MacriVergüenzaNacional #Cacerolazo y #CorrupciónK, entre otros hashtags–, la red #Tarifazo delimitó un escenario polarizado.

La polarización en Twitter puede ser analizada desde una perspectiva macro y desde una micro. Ningún usuario, por mucho poder que detente, puede visualizar toda la información que circula en la red. A nivel macro, Twitter actúa como una cámara de eco: somos lo que volcamos en nuestro perfil, nos conocen por el tipo de mensajes que difundimos. Tal comportamiento en la red es detectado por “mayordomos electrónicos” y utilizado para organizar un reparto selectivo del contenido que cada uno verá en su muro. La respuesta micro de los ciudadanos virtuales consiste en propagar aquel contenido que es coherente con sus creencias y valores. De esta forma, dialogamos y fundimos nuestras agendas con las de aquellos usuarios que pasean por nuestros mismos barrios. Donald Shaw propuso el término “agenda melding” (fusión de agendas) como modelo superador de la explicación restrictiva que la agenda setting propone sobre la relación entre medios y públicos. En lugar de efectos mínimos –argumenta Shaw–, las personas se funden en comunidades permitiendo que la congruencia social y cognitiva facilite la conformación de una agenda común dentro de esos márgenes.

No es fácil ser oficialismo en Twitter cuando se trata crisis políticas. No lo es ahora ni lo fue para el gobierno anterior. Esto explica, en parte, que la propagación de mensajes en la comunidad opositora –que hemos medido por la cantidad y el ritmo de retuiteo– casi duplique a la circulación en la comunidad oficialista. Dos regiones que, por cierto, encuadran sus mensajes con narrativas contrapuestas. 

La justificación oficial de la medida fue presentada como un “remedio para revertir el despilfarro del gobierno anterior y su gestión corrupta del área energética, que es necesario acompañar con un esfuerzo responsable y cuidadoso por parte de la ciudadanía”. Consistente con la palabra de dirigentes políticos y medios afines, esta narrativa fluyó holgadamente en la comunidad de usuarios que comulgan con las ideas del actual gobierno mediante keywords tales como imprevisibilidad, cuidado, esfuerzo, cálculo, inversión y responsabilidad. En el barrio de enfrente, la oposición respaldó la necesidad de que el Estado garantice el acceso de la población a los servicios públicos como un derecho. Desde un contundente activismo virtual, difundió términos como acceso, malestar, miedo, ajuste y mentira.

En definitiva, la intensa polarización que decantó en #Tarifazo aparece como una muestra elocuente de que el diálogo en las redes no invita a la participación equitativa de los usuarios en un flujo democrático de la información. Son entidades jerárquicas que consolidan una alta concentración de mensajes, donde pocas autoridades son responsables de tuits originales que luego son propagados compulsivamente por la militancia tuitera. Así, el 5% de las cuentas explica el 45% del discurso virtual que circuló alrededor del ruidazo popular de julio de 2016.

* Profesor Universidad de Maryland. Autor de Anatomía política de Twitter en Argentina.

** Investigadora del Conicet, profesora UNQ. Autora de El poder de la agenda. Política, medios y público.