José Agustín Ferreyra era negro, afrodescendiente, argentino. Fue un artista comprometido con su tiempo y pionero en todas las facetas de su obra. Antes de convertirse en realizador cinematográfico fue artista plástico y fue de los primeros escenógrafos del Teatro Colón. En su carrera como realizador fue director, actor, guionista, productor e incluso distribuidor. Como si no bastase, compuso sus propias letras de tango que acompañaron varias de sus películas. Tangos canción que posteriormente fueron grabados por el mismísimo Carlos Gardel, como El alma de la calle o Y reías como loca, en la cuál le canta a una trabajadora sexual de los suburbios.

Ferreyra no sólo fue uno de los primeros directores de cine de nuestro país, fue también uno de los primeros directores criollos, ya que la mayoría de los que habían comenzado a filmar en la época eran extranjeros. Entre 1915 y 1934 se estrenaron 82 películas nacionales, de las cuales 30 fueron realizadas por José Agustín Ferreyra. Con sus 42 películas, Ferreyra se encuentra entre los directores más prolíficos de nuestro país.

Fue el primero en pensar una película en términos cinematográficos y no como la mera emulación del lenguaje teatral frente a una cámara. Fue pionero en el uso de las incipientes técnicas del audiovisual: utilizaba iluminación artificial, en 1930 ya había estrenado “El cantar de mi ciudad”, una película parcialmente sonora, con un diálogo corto y dos canciones, y en 1931, fue el primer realizador argentino en estrenar un largometraje completamente sonoro: “Muñequitas Porteñas”. Fue además, el primer exportador de cine nacional: sus films “Ayúdame a vivir”, “Besos Brujos” y “La Ley que Olvidaron” fueron éxitos rotundos de taquilla en toda América y España catapultando a Libertad Lamarque como estrella continental.

Además, Ferreyra fue un intelectual comprometido, el primero en entender el cine como una poderosa herramienta, decía en 1921: “La cinematografía es el arte que más está al alcance de la comprensión fácil y rápida de los pueblos.” y él estaba dispuesto a hablarle al pueblo. Primer director argentino del cine nacional y popular, preocupado y ocupado por “llevar las características de nuestro pueblo” al cine, por registrar, dar testimonio y poner en valor la lucha diaria de la clase trabajadora, de las mujeres, de los marginados.

Los supuestos expertos de su época no lo comprendieron porque no tenían en cuenta desde dónde miraba Ferreyra el mundo que lo rodeaba. Desde una mirada afrodescendiente, criolla e interseccional; es bien claro lo que comenzaba a lamentar. Ferreyra sufre y expresa ese cambio que pujaba, ese giro hacia Europa y EEUU que Sarmiento o Alberdi habían soñado, que la generación del 80 había comenzado y que finalmente se estaba cristalizando en el relato oficial de la Argentina del centenario: una nación “blanca”, “europea”, “moderna”, “civilizada”.

Sus críticos y biógrafos celebraron su técnica, sus planos, sus climas. Resaltaron, sin entenderlo del todo, la importancia del tango en Ferreyra, el tango nostálgico, el Buenos Aires de antes, el barrio, la chica del arrabal que es tentada en su desesperación por salir de la miseria y se corrompe -pero que él nunca juzga-, el campo, los pobres.

A pesar de esta enorme trayectoria, no ha tenido el lugar que merece en la historia nacional, víctima del racismo criollo. La obra de Ferreyra se comenzó a poner en valor en los últimos años gracias al esfuerzo de distintas organizaciones afroargentinas. El lunes 29 de Agosto del pasado 2022, la Comisión para el Reconocimiento Histórico de la Comunidad Afroargentina del INADI junto al Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), proyectó en el Complejo Gaumont una versión masterizada de la película “La que no perdonó” del año 1938. El rescate de su obra casi 100 años después nos permite ver la Argentina de comienzos del siglo XX a través de los ojos de este enorme artista afroargentino.

Afiche oficial del homenaje a Ferreyra del 2022.

Puente Alsina, cine afroargentino e interseccional del siglo pasado

Puente Alsina es uno de sus filmes más destacados, en el que convergen las características más relevantes de su cine. Lidia es la hija del ingeniero a cargo de la construcción del Puente Alsina. Al verse forzada a casarse con su novio Alfredo, se escapa de la escena y posteriormente, es rescatada al caerse al río, por Edmundo, un obrero que sin pensarlo se tira a salvarla y le brinda asilo en su humilde hogar. Así es que se irán conociendo mientras Edmundo le muestra un vistazo de lo que es vivir para la clase trabajadora. A su vez, a la comedia romántica se suma una subtrama política que reflexiona en torno a los avances del capitalismo en esos tiempos. Uno de los capataces es convencido por la competencia extranjera de organizar una huelga para boicotear la construcción del nuevo puente, pero Edmundo atento, levanta el oído y en secreto se entera del plan.

El film del año 1935 muestra como el director afroargentino fue un verdadero pionero e inigualable dramaturgo de su época. Podemos decir sin exagerar que se adelantó al menos una década al neorrealismo italiano, filmando en exteriores a verdaderos obreros en la construcción del Puente Alsina, cruce del Riachuelo entre Pompeya y Valentín Alsina. El tango ejecutado por músicos que navegan por el Riachuelo es el soundtrack perfecto para reflejar el conflicto que enfrentan los amantes: ella es una mujer que lejos está de entender cómo es la vida en la pobreza y la miseria cotidiana.

Puente Alsina se anticipa también al peronismo y la organización del “partido de los trabajadores”. Ferreyra alcanza a visibilizar la lucha obrera y dramatizar qué significa que el trabajo dignifique. El eterno dilema del pibe chorro y el gil laburante con las imperdibles escenas cómicas de Puente Viejo, un personaje entrañable interpretado por Miguel Gómez Bao. En contracara, la conciencia de clase de Edmundo enfrentándose al cipayismo de su colega. En uno de los diálogos elaborados especialmente por Marcos Bronenberg, se llega a escuchar en boca del enemigo “El dinero no tiene patria” Palabras que hoy día siguen resonando tan actuales como el drama que provoca el modelo neoliberal y la especulación financiera en contraposición al fomento de una industria nacional y popular.

Por último pero en primer plano, Puente Alsina (y el cine de Ferreyra en general) visibiliza la lucha de la mujer, adelantandose también a la agenda feminista, llevando a la gran pantalla un melodrama con tintes cómicos cuya protagonista es un mujer que se niega a seguir el mandato masculino. Basado en el tango homónimo escrito por Benjamín Tagle Lara en 1927, el artista afroporteño logra transmitir al nitrato cinematográfico la nostalgia por “la tradición que se pierde” y la desconfianza que traen consigo el progreso y la modernidad personificados en el nuevo Puente. Recomendadísima filmografía de los comienzos de nuestro cine que nada tiene que envidiarle al cine extranjero de aquellos años, gracias al gran exponente que fue, es y será el maestro afroargentino José Agustín Ferreyra.

*Realizador audiovisual ENERC. Activista antirracista de DIAFAR