Ladrón que roba otro ladrón, dice el refrán, tiene cien años de perdón. Y si bien esa normativa es obsoleta en la actualidad, al menos permitió que en Reino Unido se levante la voz sobre la actitud imperalista de Inglaterra en cuanto a la adquisición -la mayoría de veces, mediante la fuerza- de obras históricas que fueron creadas y exhibidas en otros países. Por ejemplo, los mármoles del Partenón griego que hoy figuran en el Museo Británico.
Todo estalló, claro está, con el escándalo mayúsculo sobre el robo hormiga que padeció el Museo Británico durante años. "Lo que lo hace más horrible es que han sido tan laxos sobre el robo de los artículos de otras personas que ni siquiera se han molestado en evaluar qué es lo que tienen ... para saber exactamente lo que ha sido robado", expresó Bell Ribeiro-Addy, una legisladora del Parlamento británico. La diputada, del barrio pobre de Streatham, apuntó contra la normativa británica -de 1963- que impide la devolución de objetos como los mármoles del Partenón y los bronces de Benín debería cambiarse.
"Una de las razones más insultantes que han dado es que los otros países a los que pertenecen estos artículos no podrían cuidarlos o es probable que sean robados", expresó Ribeiro-Addy. "Pero hay gente en este país que los pone en eBay", ironizó.
En tanto, en diálogo con The Guardian, el profesor Dan Hicks (que examina el saqueo de los por soldados británicos a finales del siglo 19) , dijo que los presuntos robos deberían provocar un cambio en la postura "imperialista" del Museo Británico de ser el custodio del patrimonio mundial.
"Ese modelo debe entenderse como algo que se trataba de una falta de transparencia", dijo Hicks, argumentando que el Museo Británico y algunos otros museos nacionales del Reino Unido todavía se aferran a la nostalgia imperial de tener "algún derecho dado por Dios para aferrarse a estos objetos y no contártelos".
El principal sospechoso
Joyas de Ónix azul, una piedra preciosa grabada con una cabeza romana, un anillo de diamante azul y otro de esmeralda piramidal mogol se encuentran entre los artículos faltantes, aunque el total de piezas robadas superarían los 1.500.
Se estima que los objetos valen decenas de millones de libras, y algunos han aparecido en eBay para ser vendidos. Mientras que, otros permanecen reportados como “desaparecidos, robados o dañados”.
El curador Peter Higgs, un arqueólogo, de 56 años, que trabajó durante tres décadas como experto en el área de Grecia Antigua del museo, es señalado como el principal sospechoso. Aunque él niega haber actuado mal, la Policía Metropolitana abrió una investigación y comenzó a tomar testimonios para esclarecer "el robo hormiga". En tanto, tras el escándalo, el ahora ex director del Museo Hartwig Fisher presentó su dimisión indeclinable.
¿Cómo se descubrió el robo?
Ittai Gradel, un anticuario danés, fue quien destapó los robos, que han sumido al museo en una crisis jamás antes vista. Gradel dejó Dinamarca cuando era adolescente y se mudó a Londres, donde trabajó en el metro y lavó platos en un restaurante. Durante su estadía conoció y se enamoró del Museo Británico a tal punto que inspiró sus estudios académicos y su posterior carrera como anticuario.
En sus días libres, pasaba su tiempo en el museo “devorando” cada exhibición, sembrando un amor por la institución, que lo inspiraría para convertirse en arqueólogo y luego, comerciante de antigüedades. Por su actividad, comenzó a comprar objetos de colección en eBay, hasta que descubrió que algo que le llamó la atención: algunas de las piezas que se ofrecían en internet correspondían al catálogo del Museo Británico.
Compró algunas de esas piezas y se puso en contacto con el Museo para notificar lo ocurrido, sin embargo (y para sorpresa suya), no le prestaron atención a sus hallazgos, alegando que sus acusaciones eran “completamente infundadas” y que “la colección está protegida”.
Tras un año de insistir, convencido de que los objetos que aparecían a la venta en el sitio de subastas eran del Museo, Gradel le escribió a George Osborne, presidente de la junta directiva de la institución, quien se comprometió a investigar. Sin embargo, como no recibió más noticias, denunció el caso en la policía y a la prensa.
Según comentó el anticuario en recientes declaraciones, el subdirector Jonathan Williams le respondió en julio de 2021 que "no había ninguna sugerencia de irregularidades". Incluso, el curador Peter Higgs, a quien Gradel había identificado como el vendedor, fue ascendido.
"Sólo se plantearon preocupaciones sobre un pequeño número de artículos. Nuestra investigación concluyó que todos esos artículos estaban contabilizados", intentó excusarse el director saliente.
Luego, cuando el escándalo iba increyendo, Fischer reconoció que los comentarios de Gradel fueron "mal juzgados" y aceptó la responsabilidad por el hecho de que el museo no respondiera adecuadamente a las advertencias en 2021 sobre los presuntos robos de objetos.
Tesoros bajo tierra
El Museo Británico dice que la mayoría de sus artículos están registrados y que cinco millones de sus ocho millones de artefactos están disponibles para su consulta en una base de datos pública. Sin embargo, menos del 1 por ciento de su colección está expuesta al público y, por lo tanto, se controla con menos atención.
Debajo de las pulidas vitrinas de las galerías occidentales del Museo Británico, de los mármoles del Partenón que Grecia reclama, se encuentran tesoros que pocos tienen la suerte de encontrar y solo lo ven los curadores o empleados del museo.
Las galerías ocultas del sótano, que estuvieron silenciosamente cerradas a la vista del público hace casi dos décadas, albergan antiguas estatuas griegas y romanas y otras antigüedades.
Dentro de las paredes de estas salas subterráneas también se encuentran objetos de la colección Townley, que se cree que fue el objetivo del presunto ladrón, que saqueó joyas y gemas preciosas durante más de 20 años.
Los curadores y asistentes de cuidado de colecciones forman parte de un club privilegiado, que tiene autorización para tener acceso a las galerías privadas, así como a otros grandes almacenes en toda la propiedad del Museo Británico.
Están autorizados a recorrer las zonas sin compañía, utilizando pases electrónicos o llaves físicas para entrar.
Por ahora, el principal sospechoso es Higgs, quien trabajó durante tres décadas como experto en el área de Grecia Antigua del museo hasta que fue despedido la semana pasada. La policía de Londres dijo el jueves que un hombre había sido interrogado, y de momento no hubo detenciones.