Los olores crujían en el polvoriento Buenos Aires. Las tensiones abrumaban en la cabeza del entrerriano estanciero y saladero. Hacía poco había derrotado como irremediable destino a Juan Manuel de Rosas. Había sido un 3 de febrero de 1852. El ejército brasileño y también uruguayos habían ayudado en la derrota del gobernador. También un 3 de febrero había sido la batalla de San Lorenzo, allá en 1813. Los caminos de la política se confunden en una promiscuidad impensable de liberales unitarios y federales rosistas, y de los Anchorena ya divorciados de Rosas, todos defendiendo los privilegios porteños. Buenos Aires acusó recibo de la derrota de don Juan Manuel de Rosas pero no de sus privilegios. La lejanía mostraba dicha promiscuidad. Urquiza sigue sus efectividades conducentes que están en juego. Los brasileños presionan por las deudas de la batalla de Caseros, los unitarios y federales porteños presionan en la intimidad de la realidad. Tres federalismos caminan en confidencial discrepancias: el del litoral, el del Buenos Aires y el del norte y se reproducía en la cartografía de los unitarios liberales del país. Qué complejidad tan nuestra, tan de huesos adentro. Las densidades de los problemas hacen que uno tenga que lidiar con un presente que remite al pasado. Los hechos tienen un efecto que superan la geografía en que se produjeron.

Urquiza, sabe y lo sabe bien, de la heterogeneidad amalgamada frágilmente que lo apoyó para derrotar al derrotado Rosas. Los liberales unitarios confiscaron las propiedades del caído. Se empiezan a ver las discrepancias de los vencedores. A pesar de ello Urquiza, convocaba al Acuerdo de San Nicolás para elaborar luego la Constitución de la Argentina en medio aún estaban los fantasmas y realidades de más de 30 años de traiciones, muertes, asesinatos y fusilamientos como el del Coronel Manuel Dorrego y el de Martiniano Chilavert.

En el medio de un continuo acontecer violento de nuestra Argentina de otrora, nacía un 29 de agosto de 1810 en San Miguel de Tucumán el intelectual más brillante, jurista, economista y político de Argentina del siglo XIX, el Dr. Juan Bautista Alberdi, joven que bregaba en superar la conflictividad de federales y unitarios. Perteneció a la generación del 37 del siglo XIX. Era su gran anhelo superar la confrontación de unitarios y federales. El que supo ser la pluma en defensa del federalismo popular y denunciar que los planteos provinciales en contra de Bs.As., era porque no querían salir de la dominación española para someterse a la porteña. Alberdi, no titubeó en denunciar la guerra de la Triple Alianza, como la guerra de la Triple Infamia, que así llamó a la guerra contra el Paraguay por parte de Argentina, Brasil y Uruguay. Crítica que Bartolomé Mitre no le perdonará.

El abogado Juan Bautista Alberdi buscó la integración nacional, sin menoscabar la importancia del federalismo del que él estaba convencido. Padre de la Constitución Nacional que con su obra inspiró a los constituyentes nos referimos a la denominada obra “Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina”. Alberdi, fue el intelectual que supo entender la necesidad de un acuerdo nacional.

La Argentina demanda un segundo Acuerdo de San Nicolás. Un gran Acuerdo Nacional, donde entre otros puntos se requiera que la gran corporación económica se ajuste a derecho. La dominancia económica que es la que vota y decide todos los días, define nuestra forma de vida, vía la inflación. Es grande el caos que genera, con su impuesto feudal sobre el poder adquisitivo de las personas trabajadores formales e informales y vulnerables. La inflación no es obra de un hecho mágico o sobrenatural, es el decisorio de la gran corporación económica. Sin perjuicio de ello, dicha anomalía convive con la excesiva circulación monetaria y el déficit fiscal. La dominancia económica es la responsable junto a los militares, de los golpes de estados a los presidentes constitucionales como don Hipólito Yrigoyen, don Juan Domingo Perón, don Arturo Frondizi, don Arturo Humberto Illia, doña Isabel Perón y del arrasador golpe hiperinflacionario que sufrió el gobierno del doctor Raúl Alfonsín. Para que la política vuelva a la política democrática, requiere también que la ley impere para todas las personas, y que la convivencia esté regulada por la equidad social y ambiental. Tenemos también que empezar hablar de cuánto es la tasa de ganancia del dominante económico, no puede ser que todo se esconda bajo el concepto de costos. No hay paz ni integración social si la corporación económica no deja de corporativizar a la república. Superemos lo que decía J Bautista Alberdi, que los argentinos somos buenos para copiar lo malo y malo para copiar lo bueno, es decir doblemente malos. Superemos lo doblemente malo y hagamos lo bueno: un gran acuerdo.

(*) Doctor en Ciencias Jurídica y Sociales. Abogado. Licenciado en Ciencias Sociales.