La tercera fue la vencida. Luego de haber esquivado dos citaciones previas, el exministro de Justicia y Seguridad porteño Marcelo D'Alessandro mostró la cara en la Comisión de Juicio Político. Citado para dar cuenta de la acordada de la Corte Suprema que incrementó la coparticipación porteña, el exfuncionario se abroqueló detrás del artículo 18 de la Constitución para no responder la mayoría de las preguntas, de la misma forma que había hecho anteriormente Silvio Robles -mano derecha de Horacio Rosatti, titular de la Corte-. Rechazó, a su vez, la autenticidad de los chats que lo vinculan con Robles y cuya filtración fue el disparador del juicio político a los jueces del máximo tribunal. La hipótesis del Frente de Todos es que la acordada que benefició a la Ciudad de Buenos Aires fue negociada entre Rosatti y el gobierno porteño a través de Robles y D'Alessandro, sin embargo, hasta ahora, la estrategia adoptada por los dos funcionarios -que encima comparten un mismo abogado- ha sido no reconocer nada. Ni si se conocen.
La Sala 2 del Anexo de la Cámara de Diputados estaba llena. Había llegado uno de los días más esperados en la Comisión de Juicio Político desde que comenzó el proceso contra los jueces supremos: la comparecencia del exfuncionario larretista y protagonista de los chats filtrados. Les diputades de Juntos por el Cambio, que no había participado en la reunión anterior, habían llegado temprano, preparados para oficiar de abogados defensores de D'Alessandro durante el interrogatorio. El clima de expectativa, sin embargo, se iría diluyendo con el correr del tiempo, cediéndole el protagonismo al cabildeo de pasillo sobre el panorama electoral y el crecimiento de Javier Milei.
"¿Conoce a Silvio Robles?", arrancó Vanesa Siley (FdT), aguijoneando sobre la supuesta amistad entre el vocero de Rosatti y D'Alessandro, eje de la investigación en la causal por la acordada de la Corte que incrementó la coparticipación porteña al 2,95 por ciento. "Aquí no hubo una filtración (de chats), aquí lo que se vio es una operación de inteligencia. Hay gente detenida que ha confesado el hecho", comenzó D'Alessandro y pasó a esgrimir la carta que blandiría ante cada pregunta referida a los chats: "Para no afectar mi derecho a defensa, me voy a amparar artículo 18 de la Constitución Nacional. Lo hago en virtud de las causas abiertas que están en la Justicia".
El mismo argumento había utilizado Robles cuando compareció hace casi un mes, aunque la actitud del vocero de Rosatti había sido mucho más reactiva que la de D'Alessandro, que se movió con mayor cintura. A diferencia de Robles, sin embargo, el exministro sí contaba con una causa judicial abierta -una denuncia del ministro de Justicia nacional, Martín Soria, sobre el negocio de grúas en CABA-, lo que lo habilitaba más cabalmente a ampararse en el derecho a no autoincriminarse. El resto de las causas vinculadas a los chats, en cambio, ya fueron cerradas por el juez Sebastián Ramos.
D'Alessandro negó sistemáticamente la validez de los chats filtrados que lo tienen como protagonista, donde recibe consejos para obtener fallos favorables para el gobierno porteño. "Es una operación de inteligencia. Hay dictámenes de la Justicia que establecen que con el mecanismo para robar mi línea se podía editar o modificar las conversaciones", se quejó, y agregó que, por ese motivo, "se invalidan las supuestas conversaciones".
Para dar más precisiones sobre el contenido de los chats y su vínculo con el juicio político a los magistrados, la presidenta de la comisión, Carolina Gaillard, pidió que se leyeran en voz alta esos diálogos. Y ahí se generó una batalla campal. "Están cometiendo una ilegalidad", gritaban Pablo Tonelli y Juan Manuel López (JxC). "Leer de esta manera documentos que fueron obtenidos de forma ilegal es como leer una confesión que fue obtenida bajo tortura", cuestionó su par Alejandro Finocchiaro. "La supuesta conversación es solo un indicio, no es una prueba que toma la comisión", intentó aplacar los ánimos Gaillard, pero fue imposible. Leopoldo Moreau, una de las principales voces oficialistas en la comisión, aprovechó para denunciar la decisión de la Cámara Federal de anular los procesamientos de los funcionarios macristas involucrados en la "Gestapo antisindical". "En una causa que hay filmaciones incontrastables de espionaje ilegal. Es una vergüenza. Pregúntenle a los que mantienen a esos jueces en el Consejo de la Magistratura, que eso es lo que provocó el asalto de Rosatti al Consejo: mantenerlos para que limpien todas las causas y las lleven a la impunidad absoluta", denunció Moreau.
Ya sobre el final, cuando el griterío se había desatado y era difícil de controlar, Siley le consultó a D'Alessandro por qué había renunciado a su cargo. "Por motivos personales", afirmó, imperturbable. La reunión estaba por finalizar pero Germán Martínez, presidente del bloque oficialista, aprovechó para hacer una última pregunta. Le entregó un foto del vocero de Rosatti y le consultó: "¿Puede identificarlo?". "Es Silvio Robles", afirmó D'Alessandro. "Ah, entonces lo conoce", acotó Martínez, generando una nueva ola de gritos de JxC. "Yo puedo identificar al Mago sin dientes, pero no lo conozco", le espetó, fuera del micrófono, el lilito López. Los gritos siguieron hasta el final, pero en el oficialismo se abrazaron a ese último intercambio como a una de las pocas declaraciones que lograron sonsacarle a D'Alessandro.