Primero toca el timbre Sánchez, su mánager y - nos vamos a enterar con el correr de la entrevista - su alguna vez baterista pero, sobre todo, su amiga desde hace más de cuarenta años. Luego llega ella, puntual, con su guitarra, "la traje por si sirve para las fotos", dice, y subimos. Pregunta quién vive en la casa, una esquina que es un poco Villa Crespo, un poco Caballito y un poco Paternal. Es la casa de Florencia, una amiga que abrió las puertas para esta charla pero que también las abre también para los cumpleaños, las fiestas, para ver partidos importantes y para las que alguna vez nos quedamos sin casa. Un refugio durante la pandemia, desde donde mirábamos la calle vacía y cada una hacía lo que podía con su vida. Eso es lo que le respondemos, lo que significa esta casa a la que le entra el sol por todas partes.

Mientras le contamos mira las ventanas y a nosotras con atención, como lo hace en cada momento de la conversación, habilitando todas las preguntas y respondiendo cada una como si cada palabra, cada escena mencionada y cada recuerdo lo fuera armando por primera vez, dándole al momento - casi dos horas sin interrupciones - su importancia y merecimiento. Sandra, aunque no lo diga, o diga un poco lo contrario, sabe qué hacer con las palabras, cuando las dice y cuando las canta, aunque sostenga que es mejor cantarlo que decirlo.

Hacedora -a partir de un repertorio de canciones que ha elegido cantar para decir- de una sentimenteca que nos ha autorizado a miles a ser quienes somos, a pensar como pensamos, a amar como amamos, Sandra Mihanovich se hace presente por primera vez en el suplemento Soy, que porta su nombre por Soy lo que soy, ese himno queer que escuchó por primera vez en una discoteca de Río y dijo yo quiero cantar esto.

Se sienta en la mesa y pone sobre ella sus cartas. La primera de las cuales muestra su reconocimiento del lugar, porque vivió muy cerca de donde estamos, hace muchísimos años en un segundo piso que, por lo que cuenta, parece haberla hecho feliz.

Te gustan los barrios…

-Me gustan los barrios porque yo nací en Barrio Norte o en Recoleta. Para mí no es barrio, es barrio también, pero yo era muy renegada de ese barrio. No sentía lo que sentí cuando después me fui mudando muchas veces. Igual de chicos nos mudamos muchas veces, viví primero en Arroyo y Esmeralda, después viví en Montevideo y Alvear en la casa de mi abuela donde estaba el sótano de los Mihanovich, después nos fuimos a Figueroa Alcorta y Castilla, después nos fuimos a Austria y Libertador, después nos fuimos a Juncal y Montevideo, y la última vez que viví con mi mamá fue en Quintana y Parera. Nada de eso era barrio para mí.

¿Pero en ese entonces vos tenías una idea de barrio? ¿qué era un barrio en tu cabeza? ¿uno que conociste alguna vez?

-Era una fantasía o era algo que veía en la tele. Miraba Rolando Rivas taxista y veía un barrio y decía yo quiero eso, casas bajas, donde el vecino cruza y se junta y conoce al de enfrente.

¿Y cuando te fuiste de tu casa te fuiste a un barrio más así?

-A los veinte me alquilé mi primer departamento al lado del Hospital Alemán en Juncal y Pueyrredón. Amueblado. No tenía muebles, no tenía nada. Tenía ganas de vivir sola. Hoy en día pienso que no me daba mucha cuenta de que no era tan fácil vivir sola. Lo transité con mucha naturalidad todo eso. Vivíamos con Sánchez, a quien conocí en el año 76. Sánchez era la baterista de mi primer disco, vivía en Ciudadela en la fábrica de soda de su papá y para audicionar apareció con el pelo todo negro, un flequillo en punta y una campera de jean que en la espalda decía Liza. Somos amigas hace 45 años con Sanchez. Fue mi baterista, se fue a vivir a España y ahora es mi manager.

¿Liza en la campera por Minelli?

-Obvio.

¿Era chiquito el departamento?

-Dos ambientes y un baño.

¿Cuando vivías con tu mamá no te ocupabas de nada?

-No, me hacían todo. Pero yo sabía hacer todo igual. Igual confieso que cuando tuve mi primer lavarropas que llegó mucho tiempo después destrocé cantidades importantes de ropa que se achicó, que se estiró, que se destiñó, que no supe cómo lavar. Después de eso me fui a vivir a Nuñez a un PH que tenía mucha humedad, alquilando siempre. Pero mis recuerdos más lindos son salir un domingo a comprar los diarios, oliendo los tucos de todos los vecinos y volver a casa a leer y cocinar.

Me interesaba el detalle del barrio porque sos de una clase social que no hace falta explicar ni aclarar porque no sos una persona que diga que es otra cosa.

-Además fui a un colegio muy caro que fue el Northlands. Es el colegio al que fue mi mamá, mamá no es bachiller porque no estaba la enseñanza incorporada al sistema argentino y era válido en Inglaterra sin drama pero acá no. Igual mamá quería ser actriz, quería ir a estudiar teatro al RADA Royal academy of dramatic arts. Primero quería ser bailarina clásica y mi abuela la sacó cagando, después quería ser actriz, obviamente era imposible para ese contexto familiar, no creo que pretendieran que hiciera nada. Si hubiera dicho que quería estudiar abogacía quizá a lo mejor les hubiera parecido maravilloso, no tengo idea es una presunción.

¿Lo empezaste y terminaste ahí?

-No. Yo en primero inferior fui al Northlands, vivía en Montevideo y Alvear y el colegio era en Olivos, entonces me pasaban a buscar seis y media de la mañana y me devolvían seis y media de la tarde, y yo era bastante malcriadita y seguramente lloraba y protestaba porque estaba cansada, entonces al año siguiente me sacaron y fui al colegio que quedaba a dos cuadras de la casa de mi abuela que era el Cinco Esquinas, un colegio estatal. Habrá sido en el 63, 64 esto. Y al mismo tiempo me mandaban a un colegio de monjas alemanas a estudiar inglés.

Hablás perfecto inglés...

-Si. Con mamá hablamos medio mezcladito a veces. Mamá me hablo inglés cuando yo era bebé, quería que yo supiera hablar inglés. Dijo castellano va aprender, vive en Argentina, es argentina. De eso no hay duda. Con ella su abuela hizo lo mismo. Mi vieja es trilingüe, su papá le hablaba en francés y su niñera en inglés. Así que hablé inglés antes que el castellano. Y del Cinco Esquinas me mandaron a un colegio que se llamaba La Asunción, de monjas francesas, el idioma era el francés y ahí estuve tres años, cuarto quinto y sexto grado. Y se fueron las monjas, se desarmó el colegio porque se fueron a un barrio carenciado a trabajar con niños y dejaron de ser un colegio para niñas con dinero. Año 69.

Ahí te quedaste sin colegio.

-Y ahí volví al Northlands de Olivos en séptimo grado. Y después hice toda la secundaria. Decisión de mamá, tenía 12 años yo. Y ahí volví y fui feliz, completamente feliz. Yo iba antes de hora porque ahí descubrí los deportes, descubrí el hockey y me volví loca. Si había que entrar a las 8 yo a las 7 estaba en el colegio y entrenaba de 7 a 8. Y ahí descubrí todo, hasta hoy tenemos un grupo de ahí de egresadas del 74 que nos llamamos Las gansas. No era religioso, era abierto. Obvio que había que tener dinero porque era un colegio carísimo, pero había muchas chicas becadas, tiene una organización que permite que gente que no puede pagar la totalidad entre.

Imagino que fue una burbuja más allá de que tenés a tu grupo de amigas y descubriste el hockey y seguramente muchas cosas más.

-A mi lo que me molestaba era cuando me parecía que todas las personas eran iguales. Yo siempre sentí que era una contexto especial porque mi vieja laburaba desde que yo tengo uso de razón y el laburo de mi vieja era salir a la calle, entonces la primera que abrió el juego a un contexto que no era el contexto lógico habitual común fue ella, que sí sintió eso de la burbuja y se encontró con un mundo que no sabía que existía cuando empieza a hacer Telenoche, va a los lugares con botas de goma y la gente con el agua hasta acá; cuando empieza a ver que existe algo que no está delimitado por las cinco cuadras alrededor de su casa y empieza a descubrir que la gente vive diferente. Y todavía a sus 88 años tiene como una cosa que está totalmente desligada de su entorno cultural, educacional, familiar digamos. Ella sabe, siente y dice que es una privilegiada. Yo también; lo sentimos, sabemos que tenemos el privilegio y las oportunidades que tenemos. Cada dos minutos nos miramos y nos lo decimos y siempre fue un poco así. Y con respecto al entorno yo siento que siempre quise relacionarme con toda clase de personas, lo que nunca me gustó fueron los estereotipos, las personas todas iguales, siempre me pareció enriquecedor relacionarme con todo tipo de gente.

¿Cómo te llevás con el dinero?

-Por lo pronto tengo clarísimo el privilegio de haberme podido ganar la vida siempre con lo que hago. Cuando me fui a vivir sola tenía una red de contención, yo sabía que si no me alcanzaba para el alquiler… siempre sentí esa red. De hecho alguna que otra vez por supuesto le pedí plata para el alquiler y lo que más me preocupaba era al tiempo poder volver y decir acá está lo que me prestaste.

¿Por orgullo? ¿para demostrar?

-Creo que un poco por todo, pero mas que nada era porque si yo no devolvía con qué argumento iba a pedir prestado de vuelta

Era para seguir pidiendo prestado

-Obvio, por ejemplo.

¿Y el dinero en este momento es una cosa que te preocupa?

-Me ha preocupado cuando me ha faltado

Trabajás sin parar con lo cual imagino que generás constantemente

-No tengo resto, tengo una casa y dos autos. Una casa linda.

Tenés una canción que habla de un fitito, ¿tuviste un fitito?

-Cuando yo tenía 19, 20 y me fui a vivir sola mi tía Verónica tenía un fitito guardado en un garage, color rojo, y me prestó el fitito y fue la primera sensación de libertad total: me puedo ir a cualquier parte cuando yo quiera a hacer lo que yo quiera. Fue más que irme a vivir sola te diría.

¿Te gusta manejar?

-Sí, voy muchísimo más lento de lo que iba a los veinte. Metimos tantas cosas en ese auto, tanta gente, tantos instrumentos, no con el fitito sino cuando tuve un 128. Mi primer auto me lo compre en el garage de Sánchez, cuando hice la publicidad de Jockey gané mucha guita, yo no lo podía creer, guita para un auto, no nuevo lógicamente. Entonces el papá de Sánchez me dijo hay una señora que vende un auto y tiene 45 km recorridos, era prácticamente nuevo. Y ahí arrancamos con el 128 color café con leche, y se nos quedó con Sánchez en la Costanera.

¿Qué festejamos el 15 y 16 en el Teatro Opera?

-Festejamos un disco bastante importante y el primer Ópera de mi historia. En el 83 fue la primera vez que fuimos al teatro y no nos lo querían dar porque no se usaba para recitales, en ese momento el arreglo con la distribuidora de películas era exclusivo. Así que fue toda una tarea obtenerlo. Yo quería el Ópera porque era un teatro bello, nunca me cruce a la vereda de enfrente, no sé por qué. Hagamos el amor es mi tercer disco. Mi primer disco fue del año 76/77 mitad inglés mitad castellano, es muy gracioso porque hay una nena que canta en castellano y una nena que canta en inglés, son dos personas muy diferentes. El inglés tiene una fonética muy particular que cuando cantás parece que sos como más grande. En cambio la que cantaba en castellano eran casi todas las canciones de mi hermano Vane que era el único compositor que conocía y me prestaba sus canciones para cantar. Se llamó Sandra Mihanovich. Pasaron cinco años y en el 82 sale otro disco, Sandra Mihanovich, porque no se llamó Puerto Pollensa.

¿El segundo disco tenía "Puerto Pollensa"?

-Tenía “Puerto Pollensa”, “Mil veces lloro”, “Es la vida que me alcanza”, “Cuatro estrofas”, “Me contaron que bajo el asfalto”. Ahí grabé “Puerto Pollensa” antes que Marilina, Es la vida que me alcanza antes que Celeste. Yo pude armarme el repertorio con canciones inéditas que no eran mías pero eran mías porque yo las daba a conocer. De hecho, en Obras -el primer y único Obras que hice, dos en una misma noche- mis únicas dos invitadas fueron Marilina y Celeste para cantar estas canciones conmigo.

Entonces viene Hagamos el amor

-En Hagamos el amor grabé “Quereme, tengo frío”, que lo escuché en el 74 mientras Marilina lo cantaba en la tele en Piel Naranja. Me llega “Como el padre sol” y me pareció tan espectacular esa canción y que el disco se llamara Hagamos el amor. Se lo puse yo el título, de hecho la tipografía es mi letra. Y para mi en esa época y siempre encontrar canciones de amor que no fueran trilladas, reiterativas, obvias, era muy importante. Yo quería cantar canciones de amor diferentes, también para hablar de un amor diferente.

Letras que no fuesen tan clichés para nombrar situaciones que no fueran tan clichés.

-Hagamos el amor amor al amanecer ..... no iremos a vivir amor ni a vivir normal hoy que somos y hacemos dios (canta y subraya). Para mí que no se definiera una cuestión de género era muy importante, buscaba eso. Buscaba la canción que no dijera los dos. Yo lo buscaba, te diría que no he grabado demasiadas canciones en las que hay un varón y una mujer presupuestos. No hay un él.

¿Es una curaduría tuya constante?

-Siempre lo intenté, tendríamos que ser muy exhaustivas para encontrar, pero en principio yo buscaba evitar. Yo lo evitaba.

¿Por vos o por el mensaje?

-Por las dos cosas.

Ok...

-Era lo único que yo podía hacer desde mí en el sentido de que yo no iba a salir a decir lo que dije después, porque de entrada yo nunca me imaginé que iba a poder hablar de la sexualidad de la forma en la que después hablamos; nunca me imaginé que iba a cantar una canción como “Mujer contra mujer” haciéndome cargo. Nunca obviamente pensé que me iba a poder casar.

¿En esa época del 82, 83 nunca te imaginabas que ibas a poder hablar de tu sexualidad por la sociedad restrictiva en la que sentías que vivías o porque vos tuvieras mambos?

-No creo haber tenido nunca demasiada vergüenza. Hice terapia cuando era adolescente, tipo a los 16 por mi sexualidad y entonces en una de mis últimas sesiones dije: ah entonces yo no estoy acá para no ser gay. Y el terapeuta psiquiatra muy ortodoxo me dijo: no, en principio la idea es que puedas ser feliz. Entonces es como si me hubiera dicho: te autorizo.

¿A ser feliz?

-A ser gay.

¿Con tu mamá todo bien?

-Todo bien. A ella le costó a ella con ella. “Qué habré hecho yo para que esto pase. Tiene que ver conmigo”.

Alguna vez te lo dijo o suponés que fue su pregunta

-Lo hemos charlado y me dijo yo fui a hacer terapia para preguntarle al terapeuta en qué medida era mi responsabilidad esto que te pasaba a vos. Todo esto parece tan lejano ¿no?

¿Alguna vez sentiste “che si yo blanqueo más, si yo digo pierdo público?

-Honestamente no. Sí pensaba “quiero elegir canciones que a la gente le gusten”. Quiero canciones que emocionen, que muevan, que se copen, eso sí. La gran responsabilidad después de hacer un hit es ¿como hago otro? ¿se tendrá que parecer al otro para que funcione? Ese tipo de pensamiento sí lo he tenido. Es más, cuando hicimos con Celeste Mujer contra mujer armamos un escándalo importante y seguramente mucha gente dijo esto se terminó acá, a esa chica no la escuchamos más en casa.

¿Pensás eso?

-Es una presunción. En verdad tuvimos menos laburo; a Chile por ejemplo no pudimos volver por un tiempo, volvimos después de varios años. Primero en Chile fue uno de los lugares que más laburamos con Celeste, antes de Mujer contra mujer. Ahí en Mujer contra mujer dijeron se fueron al carajo.

Acá en Argentina no...

-Me acuerdo de una situación puntual de un lugar que no quisieron que cantara. Era el estadio de un colegio católico, en una provincia.

Yo estaba viendo ese Imagen de radio cuando Badia la denseó a Celeste y Celeste se hartó y le dijo: soy homosexual. Corta. De ese programa se siguió hablando mucho tiempo y hoy ese recorte del programa es icónico. ¿La quisiste matar a Celeste cuando salieron de ahí?

-Me sorprendí porque no estaba preparado. Esa conversación no la tuvimos nunca que fuimos a un programa. Cada una contestaba lo que se nos cantaba. Y ella ese día se cansa y se planta. Confieso que sentí como una especie de alivio enorme. Nosotras fuimos a promocionar el Ópera adonde íbamos a presentar Mujer contra mujer entonces él empezó a preguntar Celeste contame: ¿esto es mujer contra mujer?, ¿es mujer versus mujer? ¿es una competencia?, empieza mi santo amor Badia. Entonces Celeste le dice es mujer con mujer, bueno ¿pero hay una rivalidad?, ¿es en contra de?, insistió hasta lograr que Celeste le dijera “habla de una relación de dos mujeres” dijo algo así, entonces fue muy fuerte. Era medianoche y yo estaba en un costado afinando la guitarra y Celeste estaba en el medio con el micrófono que colgaba y bueno fue maravilloso. En aquel momento confieso sentí un alivio y me cague en las patas también. Al otro día sonaban los teléfonos en las oficinas nuestras y todos los programas del mundo querían hablar. Tiempo Nuevo o sea Bernardo Neustadt quería que fuéramos a hablar. Nos miramos y dijimos nosotras mudas. Nunca más hablamos del tema, ni de ese programa ni de la homosexualidad. Porque lo que sentimos es que la interpelación no venía desde un lugar que nosotras podíamos exponer. Era para el escándalo, era amarillista. Era el escandalete era le dijo no le dijo. Nosotras sentimos que no había una apertura verdadera todavía. Tiramos la piedra y escondimos la mano.

¿Quién es la cantante que mas loca te ha vuelto?

-Barbra Streissand… Mercedes Sosa, la Tana Rinaldi, Celeste Carballo. Creo que de las artistas mujeres Celeste es la mejor de todas de Argentina.

¿No volverían a tocar, no?

-Es que yo creo que lo nuestro fue mucha admiración mutua más que otra cosa, fue un encuentro de pares.

Pero dejaron canciones inolvidables y dos discos capitales

-Más vale, lo interesante de Sandra y Celeste es que no es Sandra y no es Celeste, no es lo que yo hago sola y lo que Celeste hace sola. Dos timbres de voz muy diferentes y dos formas de cantar muy diferentes.

Hay alguna canción o alguna parte de tu repertorio que más allá de la distancia que ya hayas tomado, que todavía te emocione

-Quiero decirles a los que no creyeron en mí que poco a poco estoy llegando a ser más feliz quiero encontrar mi lugar la gente con quien estar muchos no me aceptaran así (canta). Esa canción es de mi hermano Vane y está en el disco Como la primera vez, y esa canción me emociona siempre, me parte la cabeza y siento que son las canciones que me hubiera gustado componer a mí. Vane siempre me llega al corazón de una manera muy particular. Después hizo Vuelvo a estar con vos que es para Marita, para nosotras. El tiempo pasa caminamos de la mano compartimos muchos sueños y ahora vuelvo a estar con vos. Esa es del 2012.

A mí la frasecita de “Como el juez a la verdad” me mata siempre, y “si mañana te encuentro te abrazo y te cuento mi historia mejor”. Necesito decírtelo.

-Esa es una maravilla de canción. Es de Oscar Taberniso.

Sos una mujer de perfil bajo, pero al mismo tiempo en estos últimos años comenzaste a hablar de temas que yo no te escuchaba hablar tanto. ¿Hubo algo en vos que se movió para abrir un poco el espectro en las entrevistas?

-Cuando le doné el riñón a Sonsoles, a partir de esto el relato de este hecho fue una historia de amor: “Sandra Mihanovich le dio un riñón a la hija de su pareja”. Y en vez de convertirse en una historia amarillista esto fue una historia de amor, entonces es como si eso legitimó el vínculo esta donación, tipo como la vamos a seguir cuestionando, y yo siento que fue una situación que me expuso de una manera que yo no hice ni para exponerme ni para mostrar, yo de hecho no quería que nadie supiera.

Veintidós años después, del 90 al 2012, el rollo pasó de querer armar escándalo a ser abrazado.

-Solo hubo un periodista que dijo ojo se lo está donando a la hija de la pareja como que no era tan maravilloso, le quiso restar mérito.

Y vos te sentiste fluyendo más en las entrevistas, empezaste a hablar de Marita..

-Era como que de repente se pusieron todas las cartas sobre la mesa. Yo no iba a salir a hablar de mi pareja, nunca hablé de mis parejas.

Y más allá de que estás felizmente casada. ¿Te rompieron el corazón muchas veces?

-He llorado, por supuesto, obviamente soy una persona común y silvestre que me ha pasado de todo un poco, pero es como que esas cosas no las tengo tan presente, las roturas del corazón. Yo atribuía más las cosas que me pasaban a la circunstancia puntual de mi sexualidad que al vínculo con las personas. Al hecho de ser homosexual.

Pero salías con alguien....

-No salía con nadie, tuve muy pocas parejas.

¿Pocas parejas?

-Nunca salí con alguien y ya está. No salía un día dos días y ya está, y me fui a otro lado y salía un día dos días y ya está. Soy muy monógama, chapada a la antigua.

¿Algunas de tus ex parejas son amigas tuyas, son familia o para vos si se terminó se terminó?

-En general hay buenas amistades, he quedado amiga. Con algunas más vínculo con otras menos, pero hay buena relación.

Te escuché decir que como tu mamá trabajaba, era super independiente, culta, ganaba más dinero que tu papa, etc, el feminismo no te sonaba y contaste que un día Maria Luisa Bemberg se te plantó por no percibir esa injusticia elemental que el feminismo señala. ¿Cómo fue el entredicho?

-Creo que fue en la casa de Alejandro Kuropatwa, que hacía reuniones y podía haber estado Celeste, Fito, Cecilia, María Luisa. Fue un entredicho en esta reunión social y me acuerdo que me puteó. Yo la conocí cuando iba a filmar Camila porque me ofreció hacer Camila; yo audicioné y me cagué en las patas. Tenía que enamorarme de un cura. Reculé por miedo a que no se me creyera. Sentí que era una exposición desmedida.

¿Pero habías hecho cine ya?

-Si, pero yo estaba por grabar Soy lo que soy... como actriz tenía mis reparos, tenía 28 años. Y yo tenía miedo de no saber llorar por ejemplo en una escena de angustia y me acuerdo que cuando hice la audición, para provocarme el llanto pensaba no quiero hacer esta película no quiero hacer esta película. En definitiva me daba cagazo.

¿Te arrepentiste?

Yo creo que no, que todo es como tiene que ser, y creo que Susú estuvo extraordinaria, que Camila era Susú

¿Y en esa cena que pasó?

-Yo habré dicho yo no soy feminista, y yo creo que ella dijo yo no te voy a permitir que vos digas que no sos feminista, era brava....

¿Recordás el episodio que gatilló esa primera conciencia del feminismo?

-Estabamos en Lima con Celeste, íbamos a cantar a un boliche en Miraflores, un barrio pituco de Lima y el dueño nos mostró todo el boliche, nos presentó a toda la gente que trabajaba con él, nos invitó a almorzar a su casa y una de estas mujeres que estaba en el boliche era su esposa, nos sentamos a comer y la señora nunca se sentó a la mesa con nosotros y nos atendió. Era como una empleada. Nunca nos la presentó como su esposa. Dije “qué lo parió”. Se nos acercaron en Perú dos grupos feministas, muy power militante. Y yo pensé “claro si vos vivís en un lugar así, si tu marido ni te presenta como su mujer, mierda, esto es jodido”. Fue el primer chispazo y después fueron muchos más.

En su momento no viste eso que luego viste, pero luego fuiste viendo. Con tu sexualidad cuando dijiste che me gustan las mujeres. ¿Sentiste esa experiencia de soledad?

-Sí, claro. Era una sensación de “qué hago con esto. cómo lo llevo, cómo lo vivo, como me integro”. El click es básicamente para una misma sentir no está mal esto que me pasa.

¿Cómo armaste tu red?

-Por la música, yo no iba a boliches. La primera vez que fui a un boliche fue en Río de Janeiro. Cuando conocí un boliche acá ya era Sandra Mihanovich, ya era veni veni que sos la reina de este lugar. No era una niña o una adolescente o una joven que iba me compraba la entrada una coca y me iba a bailar. Cuando fui ya había pasado Soy lo que soy.

¿Pero no te pasó porque no conocías lugares o porque no te interesaba ir a boliches?

-Como que yo trabajaba, cantaba y para mi ir a los boliches era ir a cantar. Pero fui conociendo gente con el correr de la vida pero no en los boliches. El espacio de sociabilidad lo armé laburando.

Jean Genet sostenía que él quería escribir libros para dirigir un mensaje con la intención de que un día ciertos jóvenes que vivieran en un pueblo se identificaran con sus palabras y esas palabras los ayudaran a sobrevivir.¿Alguna vez sentiste o deseaste que pasara algo así con tus discos y canciones, que pudieras darle aire a alguien nombrándola?

-No sé si lo hice con ese objetivo. Trataba de hacer era aliviarme, decir lo que me pasaba a mí y esto fue generando que otros se reconocieran en lo mismo. No creo haberlo hecho con un objetivo predeterminado y altruista. Yo abrí puertas y ventanas mas que nada para pasar yo, porque yo necesitaba pasar.

Sí siempre elegí cosas de las que pudiera hacerme cargo. Eso sí.

Más allá de este perfil bajo del que hablamos, vos siempre lo has dicho todo. Mi pregunta entonces es: ¿es mejor cantarlo que decirlo?

-Sin duda. Cantando podemos decir todo.