Del conurbano bonaerense pero también del sur del Abya Yala, Karen Pastrana cumple 50 años y lo celebra con la presentación de Rapera, su último disco. “Una celebración de la vida, después de una pandemia que trajo pérdidas y desencuentros”, dice y entre las fotos de los distintos momentos de su vida, elije una: “Quizás tuvo que ver con que aprendí a leer a los cuatro años y mis viejos me hacían leer el diario delante de sus amigues. Era como un chiste, pero ese ejercicio de leer y que alguien me prestara atención, me marcó para siempre”.
Eligió el nombre Rapera para el disco como una manera de poner en valor quién es. “Por todas las veces que tuve vergüenza, que recibí burlas y hasta insultos solo por nombrarme de esa manera. Rapera es una palabra de mucho poder, de mucho valor. Las cosas que me dijeron para anularme fueron escalones donde subirme”, revela. Y vuelve a subrayar: “Sí, rapera, porque aprendí a poner ese nombre por delante. Es por lo que más se me han cagado de risa pero también por lo que más me han respetado”. Nombrarse es una construcción y Karen se lo debía a sí misma. “Ser rapera para mí es un concepto que nace desde el momento en que venís al mundo, desde que abrís la boca para decir ‘acá estoy’, y sobre esa necesidad es que empiezo a nombrarme así, sobre la necesidad de decir”.
Karen forma parte de la primera generación de mujeres raperas de nuestro país. Integró durante más de quince años el grupo Actitud María Marta, recordado por su compromiso con organizaciones sociales y organismos de derechos humanos. Cuenta que de niña era de hablar frente al espejo del botiquín del baño. “Esos que se abren y hacían aparecer a muchas Karenes, y yo hablaba con una y con otra. Vivíamos en los monoblocks de Boulogne y mis hermanas pasaban y se reían. Hasta que una vez mi mamá les dijo: ‘Basta, déjenla tranquila que está trabajando’. Y eso me cambio la vida”. ¿Será que esto es lo que tengo que hacer, que esto es mi trabajo?, se preguntó Karen a los 10 años.
¿Qué queda de esa niña que hablaba frente al espejo?
--Todo. Yo sigo haciendo eso, me sigo mirando y probando cosas, soñando. Tengo una imaginación muy de niña y eso es lo que uso para que suceda lo que quiero, trabajo para eso. Nunca pensé que iba a salir del barrio, por ejemplo, y llegué a rapear en Polonia. Parecía una mosca dentro de un vaso de leche. No lo podía creer. O el abrazo con Chávez, o llegar Brasil y captar la atención en un lugar así, donde hay miles de raperos.
Tanto en su disco como en su vida, Karen mezcla utopías y plantea un punto de vista, lo que quiere del mundo. Y lo que quiere es un Hip Hop distinto. “Para estar representadas tenemos que creérnoslo”, dice. “Me tengo que imaginar ese buen vivir y eso tiene que ver con lo que deseamos y con cómo puedo contribuir a que suceda. Salir a decir algo es una responsabilidad y un desafío constante”. También se pregunta cómo seguir y encuentra la solución en la educación popular que hay dentro de la cultura Hip Hop. Colectivizar esa pedagogía, por eso los talleres que coordina de escritura de rap para niñeces y juventudes. “Yo no tenía pensado ser educadora, pero desde ahí también se construyen los feminismos. Cuando alguien te mira, cuando te sentís mirada, mirade”. Con los talleres en los barrios Mitre Mataderos trabaja con niñas y adolescentes. Ofrece la herramienta del Hip Hop para captar la atención. “Imaginate a una niña que sale del colegio y que tiene un montón de inconvenientes en su vida. Le mostramos las herramientas que brinda el breaking y el rap para decidir qué quiere hacer, generar un espacio de libertad donde decidir. Estamos con las pibas y hasta se arman ciclos de escritoras. Se producen quiebres”.
Señales
Rapera es un álbum que destila “morenaje y andinaje”, que sacude con sus letras y surfea entre doce tracks sazonados con la ternura sampleada del funk y del soul y la fuerza que asoma de las raíces andinas. El tema Señales está inspirado en su mamá. “Mi mamá se fue a vivir a una finca a Catamarca cuatro años antes de la pandemia. Vino de visita al principio de la pandemia, se contagió, estuvo un mes en coma y se fue. Este disco es también una manera de duelar y de cerrar ese ciclo. Vamos siendo cada vez más esas ancestras. Fue de muchísimo aprendizaje su partida, lo que ese viaje conlleva y trayendo elementos del Hip Hop, cómo improvisar despedir a alguien en un momento donde no podíamos juntarnos. Ahora la comunicación es de otra manera. Señales habla de lo que pasó”. ‘La fuerza que convoco es la fuerza de madre, si es que sale para afuera duele menos el dolor. Nosotras estamos juntas aunque no pueda tocarte, muchas formas de abrazarte, te busco en las señales’, rapea Karen. El tema salió inmediatamente y por eso dice que le debe tanto a este oficio, a esta identidad de rapera, porque de otra manera no hubiera podido hacer un montón de cosas.
¿Qué cosas?
--Cosas que me pasaron. Aborto, violencias. Si no, no hubiese podido poner en palabras y en palabras envueltas de una energía particular, de un deseo, de una intención y de un impulso. Creo tanto en eso que por eso lo comparto. Y es tan importante que una piba sepa que esto realmente te acompaña y transforma realidades de una manera muy particular. Es una potencia que llega desde adentro. Yo nunca le enseño a una piba a rapear sino que acompaño el proceso para que ella saque su manera de rapear, que no tiene nada que ver con las rimas sino con el decir, un punto de encuentro en el sentir.
¿Qué sucede en los talleres?
--Lili tiene más de 80 años y va al taller de Mataderos. El otro día hablamos sobre las maneras de acercarnos a la niña que fuimos, ese fue un ejercicio para empezar a hablarnos. Tenemos varias dinámicas, el sábado pasado hicimos una ronda y respiramos profundo juntas.
¿Qué les decís a las pibas en los talleres?
--Que tenemos que hacernos entender, que no hay que decir algo súper inteligente, que capaz es algo muy simple y trabajar en la capacidad de transmitirlo. Resolver con mi palabra, tener el tono de la voz colocado en un lugar para que tenga presencia y peso, trabajar con nuestra salud, con nuestro bienestar porque cada vez soy más consciente de que estamos todes envenenades. La voz como autodefensa, alertar, gritar en un colectivo, poder decir, ¡¿Ey, qué estás haciendo?! ¿Qué le decís a quien te violenta? ¿Cómo es tu speech? Esa autodefensa la generamos en esos lugares. Lo importante es que una piba tenga el control de su palabra y que eso la represente, que represente sus deseos, poder contar nuestras historias con sentimientos.
Rimas bien plantadas en una voz potente que es marca registrada, como su coherencia entre la acción y la palabra. Karen además interviene con su arte en acciones concretas de La Nuestra Fútbol Feminista, con Mónica Santino e integra el colectivo de Mujeres Creadoras y representantes de elementos de la cultura Hip Hop Antipatriarcal Superpoderosas Crew. “Yo miro el mundo a través del Hip Hop”, apunta. “Son maneras de hacer pedagogía. Mónica Santino y Adriana Guzmán para mí son raperas, con la palabra justa y necesaria”. También nombra a Hebe de Bonafini y a Nora Cortiñas, dos mujeres a las que nunca dejó de prestarles atención. “La dulzura y la paciencia que tiene Norita en cada palabra, cómo hace llegar su mensaje. Y la fuerza, la contundencia y la potencia de Hebe para atravesarte con sus palabras. Son voces con discursos re zarpados. Flasheo un montón con esas cosas”.
A Karen la pone feliz llegar a esta altura del partido. “Es muy gracioso, muy loco, todo me pone contenta. Todo lo que hay alrededor, las compañeras de mi generación que siguen haciendo cosas. Me siento obligada a mostrar un punto de vista. Para mí todo recién arranca, todo está por venir”.
Rapera se presenta el 7 de septiembre a las 22 hs.
En Niceto Club, Humboldt 1358, Ciudad de Buenos Aires.