Para algunxs, se convirtió en el argumento de oro tras las PASO: Javier Milei ganó las elecciones en sectores populares que históricamente votan al peronismo. Una manera de señalar a estos sectores como responsables, y también de lavarse las manos. Mientras se agita la sorpresa. Que no fue tal: había voces que alertaban cómo la precariedad cotidiana arrojaba a amplios sectores a las fauces de la ultraderecha. Y si bien se estudió que el voto libertario tiene preponderancia masculina, eso tampoco es absoluto. Majo Poncino es la referente nacional del Movimiento Evita. Subraya que no hay que estigmatizar. “A Milei lo votaron todos los sectores. Es un voto transversal, interclasista. Siempre es la posición más cómoda responsabilizar a los sectores populares”, se enoja. Tampoco le saca el cuerpo al análisis. “Nos tiene que interpelar como militantes de un movimiento popular por qué hoy la gente vota como vota”, agrega.
En algunas provincias, el triunfo de La Libertad Avanza fue más allá de los tercios. “Una compañera que está cobrando el programa Acompañar me decía que le iban a dar ese monto en dólares”, cuenta Marta Garnica, referente del Movimiento Evita en Salta, provincia en la que Milei superó el 49 por ciento. “Acá la gente está enceguecida”, describe la militante, quien les retruca: “No vas a poder llevar a tus hijos al centro de salud si no tenés plata, porque van a privatizar la salud y la educación, que son herramientas tan importantes para nosotros”.
A Julieta Riquelme, militante de la Multisectorial contra la Violencia Institucional en Rosario, le cuesta convencer a sus propios familiares para que no lo voten. “Es real que muchos de esos derechos que queremos defender, en los sectores populares todavía no los tenemos. Entonces, eso hace más compleja la discusión. Esas personas lo ven como algo que no tiene que ver con su realidad”, dice Julieta, hermana de Jonatan Herrera, asesinado en enero de 2015 por la policía santafesina. “Cuando hablamos de vivienda, de salud, de educación y otro montón de cosas, sabemos que ya de por sí nos cuesta acceder a esos derechos que tenemos”. Ante el avance de Milei, es contundente. “Lo que está en juego son nuestras vidas, lisa y llanamente. A mí me da mucho temor, no solamente porque sufrí en carne propia la pérdida de un hermano”.
Julieta reflexiona que “si ya en la actualidad, la policía se maneja de la forma que se maneja, no me quiero imaginar cuando se nos quite más derechos”. Y tiene claro que se trata de Milei, pero también de Patricia Bullrich, que no es una opción mejor. Por su parte, Moni es militante de La Poderosa en Los Pumitas de Rosario, donde en marzo pasado mataron a Máximo, un nene de once años. Un barrio donde se le puso algún coto al narco recién después de esa pérdida, con la presencia permanente de Gendarmería. Milei ganó en toda la zona, llamada Empalme Graneros, un enclave tradicionalmente peronista. “Creo que jugó la ignorancia de la gente, muchos chicos que no saben por qué lo votaron. Creo que es loco que les llamó la atención y nada más, pero no saben nada sobre política. Tengo muchos chicos jóvenes y adolescentes que me han dicho: yo lo voté, hay que votarlo. Hay personas grandes también que me han dicho, sí, lo voté”.
-¿Usted cree que tiene que ver esto de que ha sido un barrio muy golpeado?
-Sí, muy golpeado con inseguridad. Todavía ahora balean escuelas, hay muertes, el barrio Los Pumitas está sitiado por Gendarmería, está apostada ahí, los patrulleros van y vienen, se cruzan entre ellos. Y así mismo hay inseguridad. Y además la parte económica está muy, muy, muy mal. Cuando fue lo de Máximo tuvimos que cerrar el comedor, y luego lo reabrimos, cuando se garantizó la Seguridad. Hay muchísima gente que se queda sin retirar su ración de comida, porque lo que se hace alcanza para tanta gente.
Majo Poncino basa su análisis en las dificultades cotidianas. “La política tiene deudas, pero también te posibilita ciertos debates que estarán clausurados con un gobierno de la ultraderecha. Por ejemplo, el valor económico del trabajo reproductivo. Sí, yo creo que si queremos distribuir la riqueza, si queremos pensar en cómo llegamos y cómo generamos mayor distribución, tenemos que hacerlo desde una perspectiva transfeminista”, plantea la militante que es, además, una de las infaltables en la Asamblea Lesbotransfeminista de Rosario. “Entendemos que la salida es la política, porque no solamente produce lo colectivo, sino que debe generar transformaciones”, puntualiza Majo y subraya que “no hay soluciones sin el feminismo”.
La referente nacional del Evita asegura que “estas desigualdades, estas violencias económicas, estas violencias domésticas que transitamos diariamente, debemos trasladarlas como insumo para pensar cómo le mejoramos la vida a la mayoría”.
La vida diaria es durísima, y ese es el terreno en el que la ultraderecha avanza sobre propuestas como la dolarización y la reducción del Estado. “No podemos pensar que la única posibilidad de llevar un plato de comida a la casa es endeudándose, porque justamente quienes ponen el cuerpo y generan esas estrategias, son las mujeres para poder dar de comer a sus hijos. Creo que hay que entender que si queremos discutir la integralidad de la política, hay una posibilidad de salida, que sabemos que no es ni Milei ni Bullrich, sino que justamente es un candidato que construyó una coalición política dentro del peronismo, que es Sergio Massa”, analiza Majo.
No hay cheques en blanco, sino un voto que también exige. “Debemos acompañar justamente al candidato pero también entendiendo que es necesario que mire y que escuche las discusiones que viene haciendo hoy el feminismo. No podemos quedarnos en un feminismo institucional como lo venimos haciendo todos estos años, donde no alcanzamos a darles respuestas a nuestras compañeras, las que pagan las consecuencias de este sistema, un sistema que no solamente se da en nuestro país, sino que se da en Latinoamérica y en el mundo”, considera Poncino.
Si lo de Milei es un fenómeno, no está focalizado. En las elecciones del 13 de agosto atravesó el país de norte a sur. En Neuquén también se impuso en las PASO, con el 39% de los votos. “En esta provincia, hay una gran brecha económica. Neuquén tiene uno de los PBI más altos del país, y al mismo tiempo, tiene uno de los porcentajes más altos de población por debajo de la línea de la pobreza. Hay un sector muy pequeño que trabaja para el petróleo y un sector muy amplio que vive a través de los subsidios del estado, porque el Movimiento Popular Neuquino ha construido un sistema asistencialista que mantiene de rehén a la gente”, describe Valentina Viola Frei, referente del Evita en su provincia.
Y una de las problemáticas más acuciantes tiene que ver con las comunidades mapuche. “Inclusive en esas comunidades ganó Milei. Es profundo el nivel de conflictividad social que hay, que claramente está habiendo un descontento a nivel generalizado hacia las herramientas que viene planteando el Estado, independientemente del gobierno”, considera Viola Frei, quien analiza que “gran parte del problema es que, sobre todo en los sectores populares, tanto la propuesta del macrismo, como la del Frente de Todos, les ha resultado lo mismo, entonces se ha canalizado de alguna forma la bronca a través de este personaje, que en definitiva tiene un discurso diferente para cada persona y llega de manera diferente a cada persona que va a votar”. El análisis de la militante se distancia de la lectura habitual sobre las juventudes que canalizan su rebeldía en la propuesta libertaria. “Me parece que tiene más que ver con una falta de credibilidad del estado. Es difícil escuchar el discurso de la pérdida de derechos en sectores que hace años no los tienen”. Sabe, sin embargo, que esos pocos derechos hoy vigentes están en riesgo.
La diversidad de las geografías y tradiciones políticas fue arrasada por la ola de votantes de Milei que -no casualmente- utilizó el violeta como color identificatorio, en una reapropiación del color que históricamente identificó al feminismo. Justamente, el movimiento feminista es enemigo declarado del candidato de la ultraderecha. En Río Negro, La Libertad Avanza obtuvo el 37% de los sufragios. “No sólo los sectores populares sino que hay una amplia gama de sectores que votaron a Milei”, considera María Elena Parma, que vive en Catriel, y es operadora de salud en clave comunitaria. “Había diferencias y ahora nos está uniendo el espanto, ante la posibilidad de perder toda la construcción que hemos hecho, que transforma a nuestro país en un país de avanzada en derechos humanos, trabajo, economía social. La propuesta de él es sacar todo esto. Tantos años de lucha, por ejemplo por el aborto legal, para que venga una persona que diga que no se va a dar más, el acceso a la salud o a la educación, que vienen de todos lados a estudiar acá y que quede reducido a un canje. La gente piensa que va a poder elegir una escuela o una universidad privada”, lamenta Parma, y también concluye: “Nosotros no somos un país que sostenga un presidente como ese, tenemos una historia en derechos humanos”.
Poncino apuesta a recuperar esas tradiciones para tender puentes, y pensar “cómo se discute para adelante una salida que sea más amorosa, que pueda contener, generar mayor sensibilidad y concientizar de Milei o Bullrich no son la solución”. Lo que hace falta expresar es “la necesidad de cambio, de pensar por qué se llega a fin de mes, por qué hay cada vez más comedores comunitarios, por qué se exige una ley de reconocimiento de trabajadoras sociocomunitarios, por qué cada día aumentan las situaciones de violencia. Son todas situaciones de desigualdad estructurales que tienen que ponerse en foco, hay que interpelar desde estas realidades”. En especial a quienes tienen la responsabilidad de dar respuestas desde el Estado.
Lo que Poncino rechaza es la explicación fácil que esgrimen algunos sectores, que echan la culpa de la irrupción de Milei como figura política expectante a la ola verde. “Hoy se está haciendo foco de desligitimar al feminismo como actrices sociales, para polarizar con el conservadurismo y echarnos la culpa de un proceso que no es culpa del feminismo sino de la política que le dio la espalda al pueblo”, dice la militante, quien convoca a “debatir cómo se genera una mayor distribución” para revertir el empobrecimiento del pueblo. Con casi la mitad de la población bajo la línea de pobreza, esa discusión es una llaga ardiendo.
Ante el palpable peligro que significan las propuestas de la derecha, con sus designios individualistas que se desentienden de -y por eso profundizan- las desigualdades estructurales, con sus violencias discursivas que amenazan trascender las palabras, con sus persecuciones a las feministas, a las izquierdas, a las disidencias sexuales, Poncino tiene esperanzas de dar vuelta la elección. “Va a ser muy difícil, es un escenario muy complejo, pero no es imposible. Creo que tenemos la oportunidad y es el momento para hablar con cada vecino, con cada vecina, justamente de tender los puentes con todos los sectores que hoy están preocupados por el avance de esta figura. Creo que las elecciones internas fueron un cimbronazo para todo el mundo”, dice Poncino, y también lo expresó en la Asamblea Lesbotransfeminista que se realizó el martes pasado en Rosario, donde se decidió enlazarse con todos los sectores de la sociedad que están movilizándose -también- por fuera de las estructuras partidarias para parar el avance de la ultraderecha. “Es importante charlar con cada persona, no enojarse por lo que votó, sino convocarles a participar y dar la discusión de que hay posibilidades de que nosotras, como ciudadans, como vecinos, como vecinas, podamos justamente interpelar, no solamente al gobierno actual, sino nuestro propio candidato, para poder pensar en un programa mejor”.
Desde la Asamblea, desde las acciones en cada barrio, en la charla personal con cada compañera, las militantes entienden que "la salida es la política, porque produce lo colectivo y pone en evidencia que no hay soluciones sin los feminismos".