Pasó a denominarse y ser conocido como "El caso del camillero". No solo en las noticias, que se sabe que marcan tendencia en las interpretaciones de la realidad, sino en las versiones de los vecinos. Ese runrún sin forma que caracteriza el boca a boca, que dice y dice, toma datos de acá y de allá, escucha, repite y agrega, con la plena certeza de quien relata y quien escucha de que se trata de la purita verdad, sin importar tanto si es cierta o no, sino que la veracidad se carga sobre las tildes del melodrama, sobre las relaciones de los protagonistas del relato. Cuanto más dramáticas esas relaciones, más credibilidad tiene. En este caso, el del camillero, el melodrama está a la vista.
El hecho en sí, que tiene al camillero, a una joven y a un médico de guardia como actores principales, ocurrió a las 2.46 de la madrugada del martes 29 de agosto pasado. Ese punto contrastable se puede verificar en el impacto, impresionante, de un automóvil blanco, un Chevrolet Onix, que a toda velocidad se estampó de trompa contra un comercio de una de las esquinas de Guillermo Marconi 1702 (también Ruta Provincial 201), Marconi y Marcial y Bernardo Agulleiro, para más precisión, partido de Morón. En los videos municipales se puede ver que al momento del brutal impacto -cabe agregar que al chocar el vehículo, por efecto de la velocidad que llevaba, clavó su trompa mientras que la parte trasera se levantó mínimo un metro y volvió a caer pesadamente-, en ese instante, el vehículo estalló en llamas. Rodeada por fuego, la puerta delantera derecha se abrió para dejar descender a una mujer que se retiró del lugar caminando, como surgida de una producción hollywoodense del apocalpsis, aunque después se informó sin precisión de fuente que a los pocos metros cayó al piso por una fractura de rodilla. Algunas versiones más barrocas agregan que se trató de una fractura expuesta. Después se la vio sentada en una silla de ruedas y con un vendaje alrededor de su rodilla derecha, curada por el médico en cuestión. También se ve salir al conductor del auto, el camillero, sobre quien también se aseveró que sufrió fractura de tobillo, doble según algunos. La gravedad de las lesiones es ínfima si se observa la imagen que los tuvo como protagonistas. El runrún acotará que "la sacaron barata". Ellos.
Porque el otro hecho concreto e indiscutible es que el comercio de la esquina es, o era, el almacén carnicería El Rodeo, que según señaló el mismo dueño, de 81 años, ante las cámaras durante la misma noche y cuando todo ya era cenizas, que está en esa esquina desde hace 23 años. Lo que no logró destruir el 2001, quedó hecho cenizas por la escapada del camillero. No le quedó nada. Aunque la solidaridad de los vecinos empezó a recolectar fondos para que vuelva a funcionar.
Pero esta no es la clave de la historia. El camillero, que pertenece a la planta del Hospital Posadas, ubicado a 17 cuadras de donde se produjo el choque, tomó las llaves de un médico de la guardia, del que sabía que tenía que quedarse atornillado a la atención de pacientes. ¿Lo habrá hecho otras veces? No se sabe, pero falta poco para que se suponga. Tampoco se conoce a ciencia cierta el motivo de tomar prestadas las llaves. "A ciencia cierta", suena demasiado presuntuoso. Por ahora, el camillero, cuyo apellido Leyes, parece surgido de un relato de cuchilleros de Borges, el guapo Leyes, reconoció que había tomado las llaves sin permiso y que chocó el auto.
¿Qué hacía la mujer, cuya identidad este diario se reserva, de 27 años dicen, en el Onix? No se sabe. ¿Qué relación tenía con el camillero? Tampoco, si es una pariente, su pareja, una amiga, una desconocida. ¿La fue a buscar o partieron juntos? Entre las conjeturas que se pueden deducir, aunque se sabe que las conjeturas no son fácticas, se puede señalar que el vehículo volvía o se dirigía hacia el hospital por Marconi y a una velocidad importante, ya que chocó cruzando de carril en dirección al Posadas. ¿Distracción, se durmió? ¿Volvía vertiginosamente con la esperanza de devolver el auto al dueño y acá no ha pasado nada? ¿O corría por gusto, para cancherear, como dicen? No se sabe.
Lo melodramático de la historia fue que al chocar, ambos quedaron bastante malogrados. La policía llegó a los segundos, incluso se ve la camioneta en el video. Los bomberos, al ratito. La ambulancia no debe haber demorado mucho. No está claro si el dueño del Onix, el médico de guardia en cuestión, llegó con la ambulancia o recibió a los heridos en el Posadas. Hay versiones para los dos lados. La que es más concisa por lo dramática, y por lo tanto la que la gente quiere creer, es que el médico llegó al lugar, atendió presto a los heridos, y reconoció a Leyes. Tampoco se sabe si el camillero al ver el gesto le pidió disculpas, y le señaló su Onix completamente destruido, o si por pura curiosidad, después de atenderlos se acercó al vehículo. Se deduce, y otra vez las conjeturas, que alejan la ciencia cierta y que disuelven las fronteras de la realidad y la ficción, permiten suponer que no había forma de que reconociera en ese esqueleto incinerado y para nada blanco, con la trompa chata por el golpe, a su Onix. El "para mí", que suele abrir la instancia de la conjetura que busca autovalidarse, afirma que el camillero le sopló algo de la verdad.
El médico al entender lo que estaba viendo sufrió una descompensación, le dio un soponcio, como dirían los del barrio, de cualquier barrio, y también fue atendido por un colega en el Posadas.
Tanto el camillero Leyes y la mujer quedaron detenidos en el lugar por el personal policial de la comisaría 6° de Morón y debieron recibir curaciones debido a los politraumatismos que sufrieron en el choque. Después, el fiscal de la UFI 7 de Morón, Matías Rapazzo, decidió liberar a la acompañante.
Pero esos son datos ciertos que no hacen a la historia, al increíble pero cierto caso de El camillero.