Eduardo César Angeloz, el histórico referente de la Unión Cívica Radical cordobesa había nacido en Río Tercero el 18 de octubre de 1931, y tras haber sido senador en 1963 y en 1973 fue elegido gobernador de su provincia en 1983, cargo que ejerció durante tres mandatos consecutivos, al cabo de los cuales volvió a ser senador, banca que ocupó hasta el 10 de diciembre de 2001, cuando se retiró de la vida política, envuelto en el escándalo del Banco Social de Córdoba, en cuyo marco fue acusado de enriquecimiento ilícito.
Apenas asumió la gobernación de su provincia, Angeloz propició la reforma constitucional que le permitió optar por su primera reelección en 1987. En plena crisis interna, Córdoba fue uno de los únicos tres distritos donde se impuso el radicalismo, además de la Capital Federal y Río Negro. El reelecto gobernador quedó, entonces, muy bien posicionado para competir por la presidencia.
En 1988 derrotó al senador chaqueño Luis León en la interna radical y quedó ungido candidato presidencial de la UCR para enfrentar a Carlos Menem. Eligió como compañero de fórmula al bonaerense Juan Manuel Casella, aunque la ley habilitó una alianza con fuerzas provinciales de derecha, que impulsaron una boleta con la jujeña María Cristina Guzmán como vice.
Angeloz se midió a Menem arrastrando el lastre de ser el candidato oficialista en medio de la cada vez más deteriorada situación económica. Para peor, su discurso de desregulación y privatizaciones (que solía graficar en la expresión “voy a pasar el lápiz rojo”) alejaba a los sectores progresistas: costaba diferenciarlo de la derecha liberal encabezada por Álvaro Alsogaray.
En marzo de 1989, producida la devaluación que desembocaría en la hiperinflación, presionó a Alfonsín para que cambiara al ministro de Economía, Jun Vital Sourrouille. Faltaban dos meses para los comicios del 14 de mayo. Juan Carlos Pugliese, hasta entonces presidente de la Cámara de Diputados, reemplazó a Sourrouille, liberó el tipo de cambio y volvió imparable la escalada de precios. La derrota parecía inevitable, a pesar del optimismo de su slogan, un primer antecedente de Barack Obama y Cambiemos: “Se puede”.
Una de las últimas jugadas de Angeloz fue propiciar un debate con Menem el martes previo a las elecciones generales, que la UCR promovió con un desafío que pasó a la historia, “la silla vacía”. Menem no fue y obtuvo el 47 por ciento de los votos, frente al 37 por ciento del radicalismo.
Dos años más tarde forzó una interpretación de la Constitución provincial que le permitió optar en 1991 a un tercer mandato. En ese momento estalló el gran escándalo de sus últimos años en el poder: el asesinato del senador provincial Regino Maders, quien investigaba hechos de corrupción en torno a EPEC, la empresa provincial de energía eléctrica. Por el crimen fue procesado Luis Medina Allende, diputado provincial y hombre de confianza de Angeloz, que resultó absuelto.
En 1995, un estallido social minó sus últimos meses en el gobierno provincial. Ya había sido electo gobernador Ramón Mestre. Angeloz anunció, entonces, la anticipación de la entrega del mando, denunciando al entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, como un “tecnócrata mesiánico”. Un año antes había dicho que no sería candidato a la presidencia.
Ese mismo año volvió al Senado, y en 1996, junto con sus hijos, debió afrontar un juicio por corrupción, la llamada megacausa del Banco Social. Pidió su desafuero y en el juicio resultó absuelto. En 2001 terminó su mandato en la Cámara Alta y se retiró.