Después de las PASO, y el cimbronazo que implicó saber que gran parte de nuestro pueblo parece elegir para sí mismos la servidumbre voluntaria, me puse a pensar en lo que desde el psicoanálisis podemos aportar.

Está clarísimos que estamos en una época de precariedad en los lazos sociales, que empuja muchas veces a la idea de una supuesta libertad, produciendo nuevas formas de existencia y nuevos fenómenos sociales, como un empuje a liberarse de eso que cae sobre el sujeto a la manera de una palabra que enferma, parasitaria.

De esto dan cuenta también los nuevos libertarios, un extremo liberalismo basado en la idea de una libertad sin ataduras al otro, incluso sin responsabilidad social, y que rechaza la política, muy lejos del liberalismo que se basaba en las libertades individuales, fundamental en la caída de los absolutismos y que constituyó ciudadanos con derecho a una autoridad política por consenso. La propuesta de los libertarios es que se debe dejar al sujeto “libre” a sus contingencias, cada uno a su cuenta y riesgo. Es decir, algo del orden de un mundo sin Otro en una meritocracia llevada al extremo, lo que se traduce en una violencia de tono reivindicativo que no llega a tomar la forma de un llamado al Otro sino que es su denuncia.

Viéndolo desde este lado, las palabras autodeterminación y libertad se convierten así en sinónimos de locura.

Alejandra Glaze es psicoanalista y editora de Grama ediciones.