Decir sobre la experiencia de mirar imágenes implica un esfuerzo, que en todo caso debiera invitar al riesgo de esa experiencia: goce, angustia, soledad. Como sea y de acuerdo con quien mire. Todas y cada una de estas y otras posibilidades se completan de maneras diferentes, cambiantes. Basta con volver a mirar lo visto y la experiencia es otra. El cine debiera ser esto. Mejor dicho, lo es; cuando no está apelmazado o doblegado por spoilers y cosas así.
Errante: La conquista del hogar es el registro de Adriana Lestido sobre su experiencia en el círculo polar ártico y las islas Svalbard, rodeada de blanco y quietud móvil. Nada es lo que parece, nada está quieto. El tiempo sucede y el cine lo captura. Lestido –fotógrafa admirable–, viajó sucesivas veces y en diferentes estaciones, que la película articula como un ciclo. Sola, con cámara y micrófono, tras una necesidad íntima que tradujo en imágenes que comparte. Hubo función estreno en El Cairo Cine Público, con presencia de la directora y su productora, Lita Stantic. Se las vio felices: la sala colmada, dedicada a una comunión introspectiva.
“Desde el primer momento me opuse a pasar el link de la película, porque la película propone una inmersión que se pierde en pantallas hogareñas. Es importante que la imagen se vea en buen tamaño y que se escuche bien, para poder entrar en el viaje de la película. Además por supuesto de verla con concentración, sin interrupciones. Por supuesto esto es importante en todas las películas, ¡ver cine en el cine! Pero en ésta es fundamental porque es imagen y sonido.
Además, el Cairo, el cine donde se está proyectando en Rosario, es increíble. ¡El tamaño de esa pantalla, la sala con platea! Ya no hay más cines con plateas. Es único, muy hermoso. Fue muy bello lo que sentí, hubo mucha entrega durante la proyección y en el intercambio con la gente”, comenta Adriana Lestido a Rosario/12.
Errante: La conquista del hogar sigue en cartel en El Cairo –hoy a las 22.30, mañana a las 20.30–, ésta es la mejor noticia. Como corresponde, y a la manera de quien peregrina, hay que ir al encuentro de las imágenes. Acá el destino es la sala de cine, la inmensidad de su pantalla. Según Lestido: “Para mí, ver cine en el cine limpia internamente. La compañía de otros genera algo único. Además en cierto sentido la película es un viaje interior, las imágenes son como meditaciones visuales, esa fue la idea. Mirar afuera para mirar adentro, poder ver más allá de lo aparente. El paisaje, su imagen y el sonido que la acompaña, son las herramientas para ese viaje interior. Igual que en la meditación, al meditar con más gente se genera algo colectivo que potencia el viaje de cada uno.
-Aquí, evidentemente, necesitabas del cine, de la captura del tiempo.
-Necesitaba al tiempo transcurriendo en la imagen. Podría haber hecho una película como La jetée de Chris Marker, con foto fija y sonido, pero no. Necesitaba el tiempo transcurriendo. Por más que hay escenas donde es muy difícil darse cuenta de esto, sobre todo en una de ellas, donde hay unos junquitos, no hay viento y apenas se escucha un pajarito. Uno de los juncos se mueve un poquito o hay una ondita mínima del agua. Podría ser una fotografía pero no lo es. La energía que transmite la imagen es otra, y es justamente la del tiempo transcurriendo en la imagen. Era eso lo que a mí me interesaba, y no simplemente incorporar el sonido. Tiene que ver con la actitud contemplativa; donde, de pronto, uno está viendo un paisaje determinado y la vista va más allá de lo que pueda pasar circunstancialmente, como un pájaro que se cruza o lo que sea. Eso es lo que necesitaba ver y transmitir: el tiempo transcurriendo en la imagen.
-Una apuesta que va al revés, digamos, de cómo operan hoy las imágenes.
-Sí. Quizás por eso tenía mucho miedo sobre cómo iba a ser recibida. La prueba de fuego fue el Festival de Mar del Plata sabía que iba a haber gente a la que le iba a llegar, pero temía que algunos se aburrieran o no se la bancaran. Pero fue increíble, se quedaron todos en todas las funciones, fue hermoso el intercambio. Como obuvo uno de los premios (el Premio a la Innovación Artística de la Asociación de Directores de Cine PCI) volvieron a programarla el domingo cuando ya había terminado el festival y hubo gente que volvió a verla. Eso está pasando ahora mucho, la gente la ve dos o tres veces. Me emociona que la película produzca algo que después se agradece.
-En El Cairo, Lita Stantic dijo algo preciso: “Quiero ser parte de esto”, al recordar cuando le mostraste tus imágenes por primera vez.
-Fue un regalo de la vida que Lita se incorporara, la admiro mucho. Aclaro que además de hacer la película sola, sin compañía, también la hice sin producción. La contacté a Lita cuando ya tenía un corte muy similar al corte final. Más allá de lo que ella significa como productora y de haber producido gran parte de las mejores películas argentinas de los últimos tiempos, la única película que hizo como directora, Un muro de silencio (1992), fue un antes y un después en mi vida, me ayudó a pasar mi propio muro. Siempre me sentí muy conectada con ella. Para mí fue una bendición que ella quisiera producir Errante. Después convocó a Maravillacine y gracias a las dos productoras pude terminarla.
-De igual modo destaco el trabajo del montaje, realizado junto a Elizabeth Wendling; señalaste que fue una etapa de aprendizaje también.
-Fue mucho tiempo de trabajo, necesitaba trabajar la edición artesanalmente, sin tiempos. Yo ya estaba aprendiendo a editar con Elizabeth Wendling y cuando tuve todo el material nos pusimos a trabajar con ella, que se involucró totalmente. Fue un aprendizaje mutuo, como creo tiene que ser todo, muy rico para las dos. No teníamos producción y eso fue bueno también en esa etapa. Nos pusimos al servicio del material, sin apuros. No podía ser un montaje rápido, teníamos que respetar la naturaleza de la propuesta de la película. Logramos un primer corte de tres horas (que algunos todavía defienden!) y desde ahí fuimos afinando.
Que Lita Stantic es una figura y artífice sustancial del cine argentino, lo corrobora su trayectoria, pero también y sobre todo, comentarios como el que agrega Adriana Lestido: “Lita se involucró expresivamente en la película, y con mucho respeto. Cuando estuvo hecha, con el corte más o menos final, me dijo: ‘Tiene que saberse de alguna forma que vos hiciste esto sola, porque no es lo mismo mirar algo pensando que hay todo un equipo de producción detrás, sino que lo hizo una mujer sola, con una cámara y un micrófono’. “Ella sugirió poner una placa inicial que informara cómo se había hecho la película, cosas como esa hablan de lo que ella es como productora, que más de encontrar los medios para que la película sea, se trata también de un respeto profundo por la expresión y por ponerse al servicio de la película”.