Queridos lectoros, oras y ores:

A poco menos de nueve meses del triunfo de la Escaloneta, quizás sea ya tiempo de saber que cuando los argentines, tinas y tinos arman un equipo, pueden dejar segundo a Francia, cuarto a Larrenta y mandar al descenso al neoliberalismo, que nos quiere sacar del BRICS pero por ahora solo pudo dejarnos fuera del BRIDGE (como lo dijimos Daniel Paz y yo el pasado miércoles en la tapa de este mismo diario).

También debemos tener en claro que ha pasado un año desde que “la tocaron” y el quilombo no se armó, ni en lo judicial ni en lo mediático ni –quizá lo más importante– en la movilización, que puede juntar 5 millones de personas para festejar a una estrella, pero parecemos un tanto avestruces (cabeza en la tierra para esconderse) cuando nos amenaza algo más que Mbappé. Estoy hablando de un intento de magnicidio, en la figura de nuestra propia vicepresidenta actual y bipresidenta, ganadora dos veces de las elecciones, que, casualmente, se celebran también cada cuatro años, como los mundiales.

Pero todo lo dicho, por largo que fuese, era solamente el prólogo para meternos en otra cuestión. Los lectoras saben, lo dije varias veces, que las PASO no me importaban mucho. Lo dije antes y lo repito ahora, cuando se viene el partido en serio, ese que hay que ganar sí o sí. Y este, al menos así lo veo yo, es el momento de votar, sin excusas ni argumentos (no porque no los haya) al candidato de Unión por la Patria. Mejor dicho, a los candidatos, en todos los puestos, posturas y posiciones en que se juegue. Porque la opción parece ser… la oscuridad.

De todos modos, las PASO pueden, eso sí, contarnos “cómo están los equipos”. Vemos por ejemplo que “Juntos por el Curro” corre el riesgo de irse al descenso, e incluso de sufrir una extraña mitosis que les haga recordar a algunos que en su origen la UCR era un partido Nacional y Popular, y les den ganas de revalorizar aquellos genes. Otros, sin dudarlo ni un dólar, fugarán hacia las tropas de La Pubertad Avanza, donde los adláteres de J. Mipropialey, Mileinial o Milucha (según convenga cada día) los recibirán, no con los brazos abiertos, sino, posiblemente, con el brazo derecho extendido, en alto.

Y no podemos dejar de mencionar que, sorprendiendo a todos, incluso y sobre todo a ellos mismos, los libert-arios fueron los que en las PASO tuvieron más “likes”. Fue con el voto de muchos obsolescentes que pensaron que era un personaje más de sus play-stations. También por el de otros que odian a la casta (quizás creyendo que es una enfermedad del pelo, o una fruta seca, o un grupo de “castos”, o la hermana del castor, o la abreviatura de “castigo"). Lo votaron aquellos que creen que los derechos sociales no existen, y probablemente aquellos que hacen que estos crean que no existen.

Los que piensan que los derechos son solamente para ellos mismos y que el resto somos “costos laborales” habrán aportado lo suyo.

Es probable que lo hayan apoyado los cuasi desocupados que se autoperciben empresarios y, finalmente pero no menos, los “dolirantes”, o sea quienes deliran que por cada peso que tengan les van a dar un dólar. Y no sé cuantos “pícaros” pequeños vigías lombardos peronoides o cambiemoicos, que “le armaron la lista a nivel local y cortaron boleta", y probablemente ahora “se quieran cortar las boletas” ante el propio riesgo de perder, por ejemplo, la coparticipación.

Y ahora, como siempre y desde siempre, los mitos circulan por todos lados. Estaba Edipo, al que sus padres trataron de matar, que terminó con los pies hinchados, parricida, incestuoso y rey. Narciso, que tanto se adoraba que falleció fascinado por su propia imagen en el espejo. Calígula, el emperador romano que nombró primer ministro a su caballo y que, según se dice, se acostaba con todas sus hermanas. Nerón, el que incendió Roma (tal vez tenía negocios inmobiliarios y se llenó de guita con la reconstrucción). Moisés, que liberó a los hebreos de la esclavitud egipcia, y luego anduvieron 40 años en el desierto. Salomón, que ante una disputa de dos mujeres por un niño sugirió que lo cortaran en dos –pensando que la madre real jamás lo permitiría–. David, que con sólo una honda venció al poderoso Goliat. Sansón, que tenía tremenda fuerza mientras no le cortaran el pelo..., y siguen las firmas y las formas.

De hecho, J. Mileinial dice creerse Moisés, aunque por sus ideas se parece más al faraón, y quizás si gana nos lleve al desierto por 40 años (como también afirmamos con Daniel Paz hace un par de meses). Hay quien le ve un perfil de Nerón –entre dinamita y motosierra, no está lejos del incendio–. Probablemente, no dudaría en resolver una disputa “cortando al medio” lo que sea. Hay quienes, malvadamente, le atribuyen características caligulescas, aunque es cierto que sus perros parecen tener un importante rol en las decisiones. Quizás crea que, como David, puede dolarizar la economía con un par de pesos. El lector encontrará, o no, similitudes con Edipo y Narciso, pero no dejará de aceptar que, como Sansón, el pelo es un referente de su fuerza.

Luego está el mito de que “si te echan sin indemnización, te sacan el aguinaldo y las vacaciones y te quitan los beneficios sociales, te va a ir mejor”, quizás vinculado a la falacia “si no tenés nada, pero nada nada, cualquier cosa que consigas te va a mejorar”.

Otro mito: el de “la libre elección escolar gracias al voucher”. ¿Alguien sabe de cuánto va a ser ese voucher y cuál es el costo actual de la cuota de una escuela/colegio, etc.? Por ahí, con el voucher te alcanza para que te enseñen hasta la “F”, con las demás letras, arreglátelas.

¿La medicina en manos privadas? Podrá en algunos casos ser mejor; en otros, peor, pero lo que es seguro es que en todos los casos va a ser más cara, aunque claro, si no te alcanza la plata para curarte del riñón, quizás puedas vender el otro.

Muchos y muchas que no reciben beneficio social alguno viven de trabajar para aquellos que sí y se creen impresionantes. Pero si a José Pérez le bajan el poder adquisitivo, y tiene que comprarle los remedios a su madre jubilada y pagar la educación privada de sus hijos, es probable que tome menos taxis y compre menos choripanes o remeras; que no vaya al gimnasio ni se psicoanalice; que lo piense cinco veces antes de comprar esa bandejita de tomates o de contratar a un plomero para arreglar la pérdida de agua de su cocina. Con un solo sueldo que baja, los neoliberales pueden dañar a docenas de cuentapropitas. Quizá ese sea “el derrame” en el que creen.

Ah, y el que espera dólares, recibirá dólares… pero muchísimos menos de los que espera: más o menos, 1 cada 10.000 pesos que tenga (como cuando le sacaron cuatro ceros al austral, allá en los 90).

Por favor, lector, lectora, lectorcito, recuerden todo esto a la hora del voto… Y si así no lo hiciereis… ¡que Dios nos ayude!

Acompañemos esta columna con el video de Rudy-Sanz; “Si la tocan”, recordando que hace un año la tocaron, y el quilombo no se armó