En las últimas décadas, un nuevo capítulo emergió en la travesía que une ciencia y tradición culinaria: la comida cannábica. Un fenómeno que ganó notoriedad, impulsado en gran parte por su creciente relevancia en el ámbito de la medicina. "Demostró ser un aliado poderoso en la batalla contra los síntomas que acompañan a las enfermedades crónicas: un bálsamo para el dolor persistente, una solución contra las náuseas y vómitos desencadenados por tratamientos como la quimioterapia e, incluso, un refugio para los trastornos convulsivos más resistentes", cuenta a la Agencia de noticias científicas de la UNQ, Anahí Cuellas, investigadora del Laboratorio de Estudios Interdisciplinarios sobre Cannabis y Políticas de Drogas de la misma Universidad.
Estas perspectivas terapéuticas, novedosas y complementarias, captaron la atención no solo de la comunidad científica, sino también de la sociedad en su conjunto. En este vaivén entre pasado y presente, a través de la evidencia científica, a continuación, Cuellas detalla los dones ancestrales que la naturaleza ofrece.
Sabores inexplorados
La gastronomía cannábica, también conocida como “edibles”, es un terreno fértil donde la creatividad culinaria se fusiona con los secretos medicinales de la naturaleza. Aquí, una amplia gama de alimentos y bebidas, –desde galletas a brownies, caramelos, chocolates, aceites y bebidas infusionadas con cannabis– toma vida. Pero va más allá del deleite del paladar, los chefs y amantes de la gastronomía están sumergiéndose en este campo, ansiosos por desentrañar las maravillas de fusionar cannabinoides con platos y bebidas.
El objetivo es elevar los sabores y orquestar experiencias sensoriales únicas. Sin embargo, este viaje culinario no está exento de desafíos. La precisión en la dosificación al crear estos comestibles es crucial para controlar los efectos terapéuticos y psicoactivos. Para que el resultado sea un éxito, se requiere un estudio minucioso de los perfiles nutricionales y metabólicos, es decir, conocer cómo se descomponen y se absorben una vez que llegan al sistema digestivo.
Así que en este caleidoscopio de sabores y ciencia, la revolución de la comida cannábica se teje con hilos científicos y culinarios, abordando los intrincados matices nutricionales, medicinales y sensoriales que la planta nos regala.
Nuevos horizontes: la combinación justa de tradición y ciencia
Imaginemos un mundo en el que la tradición, la ciencia y la gastronomía convergen en un solo punto: el cannabis. Esta fascinante planta, miembro de la familia Cannabaceae, cautivó culturas a lo largo y ancho del planeta debido a sus propiedades medicinales, recreativas y espirituales. Pero más allá de su reputación, existen tres estrellas principales en el firmamento cannábico: Cannabis sativa, Cannabis indica y Cannabis ruderalis.
Cada una de estas especies protagoniza un espectáculo de morfología única, efectos psicoactivos característicos, composición química diversa y oportunidades terapéuticas en ciernes. El asombroso abanico de más de 500 compuestos, incluyendo cannabinoides, terpenos y flavonoides, interactúan en una sinfonía que esculpe los efectos y beneficios del cannabis. Los terpenos son los directores de la orquesta olfativa, creando aromas y sabores únicos, mientras que los cannabinoides se convierten en los solistas, interactuando con los receptores cannabinoides en el sistema endocannabinoide del cuerpo para modular funciones vitales como el dolor, el apetito y el estado de ánimo.
El famoso Tetrahidrocannabinol (THC), toma el centro del escenario como el principal compuesto psicoactivo del cannabis. Su actividad incluye acciones terapéuticas que alivian el dolor, calman las náuseas y recuperan el apetito. Además, este versátil protagonista despliega su destreza en la arena antiinflamatoria y antitumoral. El Cannabidiol (CBD), que se alza con múltiples papeles en la escena medicinal, como el tratamiento de la epilepsia, ansiedad e inflamación. La caravana de cannabinoides sigue, con el Cannabigerol (CBG), el Cannabinol (CBN) y la Tetrahidrocannabivarina (THCV), entre otros, todos contribuyendo a beneficios terapéuticos en concentraciones distintas. De hecho, se propuso que estos compuestos poseen cualidades neuroprotectoras, invitando a la investigación de su potencial en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson.
Embajador de la innovación culinaria
En medio de este renacimiento de lo natural y la medicina ancestral, la comida cannábica emerge como un embajador de la innovación culinaria. El cannabis y sus componentes han asumido roles prometedores como compuestos bioactivos con propiedades terapéuticas. La idea de integrarlos en nuestra dieta suscitó curiosidad y entusiasmo. Por este motivo, aunque la perspectiva de mejoras en la salud es electrizante, se avecinan desafíos.
La inversión en investigación y desarrollo resulta imperativa para comprender sus mecanismos y cómo incorporarlos en los alimentos. Estamos al borde de un futuro en el que la comida cannábica y los alimentos funcionales marcan una nueva era, donde la sabiduría ancestral y los avances científicos se unen para maximizar los beneficios de estos compuestos y ampliar nuestras fronteras del conocimiento.