21 de agosto de 2023. Inglaterra, Birmingham. Pitido final del partido. Argentina le gana 2-1 a Japón y obtiene el campeonato Mundial de fútbol femenino para ciegas. El primer Mundial de la historia de esta disciplina, que tuvo en el seleccionado argentino o Las Murciélagas -como son apodadas- un camino hacia la final categórico: victoria 3-0 frente Alemania, 4-0 ante India y empate 0-0 contra Austria, en zona de grupo. Luego, en semifinales, venció 3-0 a Suecia. Logrando, así, un invicto de punta a punta.
En medio de la celebración, una de las jugadoras argentinas se desploma de felicidad y se levanta rápidamente para abrazarse con sus compañeras. Lleva la número 10 en la espalda. Con la particularidad de que su pierna hábil no es la zurda. Es la derecha. Tiene 25 años y se llama Yohana Aguilar. Fue la goleadora del certamen Mundial, con siete tantos, y ante Japón convirtió los dos goles que coronaron a Las Murciélagas como campeonas del mundo.
Ella es oriunda de Córdoba. Del Barrio Arguello. Su infancia y adolescencia está atravesada por el deporte: a los tres años hizo danza clásica y de los seis a los 14, patín artístico. Después se dedicó al atletismo, donde obtuvo el quinto puesto en 100 y 200 metros, en los Parapanamericanos de Toronto 2015. Hasta que, en el año 2016, se unió a Las Guerreras, el primer equipo de fútbol femenino para ciegas que se creó en el mundo. Más precisamente, en el año 2012, en el club Municipal de Alta Córdoba.
Es en ese entorno, donde se gestó la base de las cinco jugadoras cordobesas que integraron el plantel de las diez futbolistas que alcanzaron la hazaña en Inglaterra. “El Mundial tiene un fondo de olla. Fueron muchos años de tocar puertas que se cerraron hasta que pudimos superar esas barreras que hicieron crecer aún más el fútbol femenino para ciegas”, cuenta Aguilar en diálogo con Líbero, rescatando el esfuerzo que hubo detrás de la coronación.
-¿Por qué es tan importante el deporte en tu vida?
-El deporte a mí me dio mucha destreza física. Cuestión que para una persona que es ciega no es fácil de obtener. Inclusive en mi trabajo me dicen que no parezco tener problemas visuales. Tengo movimientos muy fluidos, estoy parada derecha, puedo dirigir la mirada a la persona que me está hablando. Y también me dio autonomía. Que viene de la mano de la familia y el deporte. Mi mamá nunca me dijo que no. Siempre acompañó mi deseo por hacer deporte. Yo desde que empecé danza clásica, investigué y experimenté varios lugares deportivos. Me gusta mucho la adrenalina. Por algo después hice patín artístico. La gente le decía a mi mamá que estaba loca por permitir que su hija -que no ve- se entrene alrededor de otras chicas videntes. Y yo tenía la convicción que podía hacer lo mismo que todas.
-Veo que tu mamá fue un pilar importante en tu proceso de autonomía.
-Yo desde los 12 años tenía que viajar en colectivo para ir al colegio y mi mamá me acompañó tres veces. A la cuarta me dijo: “Yo te acompaño hasta la parada del colectivo y anda al colegio sola. Solamente llámame al teléfono cuando estés realmente perdida”. Parece muy cruel como te lo digo, pero a mi mamá también le costó mucho. Fue la forma que ella encontró de darme confianza y darme vuelo propio. Además, el camino hacia el colegio, ya lo había hecho con ella. Entonces, más seguridad que esa no podía tener.
-¿Fue su manera de darte fuerza?
-Claro. Me dio todas las herramientas. Todo lo fui aprendiendo con ella al lado. Me decía “no te conviene hacerlo así, te conviene de esta forma”. Y uno decide tomar o no lo que los padres le dicen. Entonces, ella me vio desenvolverme y hubo un momento donde necesitó soltarme para un bien mío a futuro. No me servía de nada que hasta los 18 o 19 años me siguiera acompañando, porque ni ella, ni yo, íbamos a tener nuestra vida. Hay discapacidades donde los padres no tienen que atarse a los hijos y ni los hijos atarse a los padres. Después hay discapacidades más severas, donde lamentablemente no hay otra alternativa.
-¿De qué manera nació ese interés por el fútbol?
-Yo tengo dos hermanos y son más grandes. Siempre había una pelota dando vuelta. Ya sea de básquet o de fútbol. La de básquet la usábamos para jugar al fútbol (risas). Yo era la nena que patinaba detrás del arco y me sumaba a jugar con los amigos de mis hermanos. Mi familia también es muy futbolera. Con el correr del año 2012, se crea el equipo femenino para ciegas en Córdoba, que son Las Guerreras. En el Club Municipal, en Alta Córdoba. Y en el 2013, me invitan a participar dentro del equipo. Pero yo les dije que no porque estaba haciendo otras cosas. A fines de 2016, seguía corriendo la bolilla en el mundo de los ciegos, de que la disciplina estaba creciendo cada vez más y ahí empecé meterme de lleno.
-¿Cómo fue el proceso de crecimiento del fútbol femenino para ciegas en Argentina?
-Fue un proceso muy largo. En 2012, dos chicas se acercaron al Club Municipal. Y le dijeron a uno de los profes que querían conocer de qué se trataba el fútbol. El profe les dijo que sí, pero que no había ningún lugar en el mundo donde se esté jugando. Por ende, no había Liga, no había competencia. Pero bueno, ellas quisieron seguir jugando. Así se mantuvieron por cuatro años, hasta que empezaron a ver que más chicas se sumaban, entre ellas, yo. En ese proceso de cuatro años, se fueron construyendo campus en distintas partes del país donde fue ganando cada vez más popularidad el fútbol. Al llegar al 2017, se realizó el primer torneo de la Liga Nacional, donde eran sólo dos equipos. Uno de Córdoba -Las Guerreras-, y otro de Buenos Aires. Eran tiempos donde organizábamos rifas, bingos, venta de alfajores que nos permitió hacer viajes a Japón y a México, con fines culturales y deportivos, y que nos permitió crecer a nivel personal y grupal. Hasta llegar al día de la fecha, donde somos cinco equipos, con el objetivo de que la Liga sea mucho más grande, y, en consecuencia, hacer crecer la Selección.
-¿Y en cuánto al apoyo institucional?
-Nos costó mucho durante muchísimos años. Hasta que, en el año 2021, cambió la comisión directiva de la Federación Argentina de Deportes para Ciegos (FADeC) y decidió darle el apoyo al fútbol femenino. Se convoca a concurso y gana el proyecto de Gonzalo Abbas (actual entrenador del seleccionado argentino de fútbol femenino para ciegas), junto a su cuerpo técnico, conformado, entre otros, por Sofía Sosa, que es la preparadora física de Las Murciélagas. Y a raíz de eso, comenzamos a concentrar mensualmente en el Cenard, donde empezamos a tener test y planificaciones de entrenamiento en el gimnasio y en la cancha. Cuando se confirmó el Mundial de Inglaterra, el tema empezó a tomarse mucho más en serio de lo que se venía tomando y llegó la ayuda de la Secretaría de Deportes de la Nación, que hizo posible el viaje y a que podamos ir en representación de la Argentina y la Federación.
-Dentro de su disciplina, la cancha se divide en tres partes. En cada una hay guías videntes que las orientan para que ustedes ejecuten su juego. La defensa es guiada por la arquera, el mediocampo por el entrenador y la delantera por el asistente técnico. ¿De qué manera se da esa relación entre los guías y las jugadoras no videntes?
-Los guías están habilitados a hablar según la zona donde esté la pelota. Todo lo contrario, a lo que sucede con los ciegos, que podemos hablar en cualquier parte del campo. Mi guía, al ser delantera, es Santiago Jugo, que justamente es el asistente técnico de Las Murciélagas. Él se pone detrás del arco rival y me da la imagen visual que yo no puedo obtener y me dice qué es lo me puede servir. Me sugiere alternativas. Pero después, todo lo que sucede en la cancha, es decisión mía. No es que ese vínculo que se forma funciona como un joystick.
-¿Te gusta comprender y conversar sobre fútbol con tu guía?
-Me encanta hablar sobre eso. Suelo hablar mucho con Santiago. Por algo se forma la conexión que se forma. La confianza que se necesita es de un 100 por ciento. Nosotros tenemos armadas jugadas predeterminadas dependiendo el rival y la superficie. Sumado a esto, nos gusta jugar un juego vistoso. Y ante eso, yo busco consultarle a Santi sobre la imagen visual que él me da, qué me quiere decir con eso, que en vez de decirme “Pegá” en ciertas situaciones, me diga “Acomodate”. Pequeñas cosas que crean un buen dúo frente al arco rival.
-¿Cómo aprenden sobre el juego las personas no videntes?
-A mí no me pueden presentar un esquema o un sistema de juego en una foto o en un video porque no lo voy a poder entender. Entonces lo que hacemos es utilizar plantillas rectangulares con tapitas. De esa manera, el cuerpo técnico nos indica los movimientos que necesitan de cada una de nosotras. Porque si o si la percepción es a través del tacto. Adquirir este sistema de aprendizaje, nos permite luego ganar inteligencia a la hora de jugar.
-¿Y la percepción de lo que va aconteciendo dentro de un partido?
-Todo a través del oído. Inclusive jugamos los partidos con una pelota que dentro de ella tiene un sonido que nos va orientando. Todo entra por ahí. Se suele decir que las personas ciegas tienen más desarrollado el oído y eso es mentira. Porque si uno pudiese utilizar los cinco sentidos como complemento, estarían desarrollados de la misma manera. Y la gente que ve puede utilizar la vista como sentido principal, y dejar en un segundo y tercer plano a los otros cuatro.
-¿Se pone en manifiesto el humor dentro del equipo?
-Cuando se trabaja estos vínculos de juego que existen entre los guías y los no videntes, no hay lugares para el chiste. Porque es un momento pleno de competencia. Pero cuando estamos en un ambiente totalmente suelto, suelen aparecer el humor. En mi vida es muy importante. Yo tomo mi discapacidad de esa forma. Hay personas que lo siguen trabajando y están en proceso de aceptación. O pueden estar en una situación de negación absoluta o lo tienen totalmente afianzado y forma parte de su vida. También tiene que haber un filtro por parte de la persona vidente, entre el chiste y saber que un chiste puede hacer que la persona ciega se golpee. Pero para mí la risa es esencial. El otro día estaba en una reunión de trabajo y dije: “Me voy a sentar adelante porque de lejos no veo” (risas). De esa forma lo tomo.
-¿Cómo fueron los preparativos previos al Mundial de Inglaterra?
-Nosotras fuimos preparadas para lo que sea. Todo lo que nosotros llevamos a cabo en la cancha, antes lo entrenamos y lo practicamos con estilos y condiciones variadas. En pasto sintético, en canchas que no estaban en buenas condiciones, con lluvia, calor, viento. Buscamos reducir la mayor cantidad de imprevistos posibles que nos podían jugar en contra. Partimos de la ventaja de que Argentina es el país que más tiempo lleva jugando fútbol femenino para ciegas en el mundo. En el Mundial, selecciones como Japón, que pudieron llegar a la final, tienen una gran infraestructura, con un apoyo muy grande económico y de profesionales. Y eso hace que, si bien vienen con menos tiempo jugando, equiparan fuerzas por toda la organización y extras que tienen.
-¿Qué sensaciones te atravesaron cuando fuiste a patear el penal definitivo para vencer a Japón?
-Estaba todo en silencio. Si hay silencio en el fútbol convencional, imagínate en el fútbol para ciegos. No volaba una mosca. Fue una mezcla de emociones. No lo puedo poner en palabras, porque era no entender dónde estaba y hacia dónde estaba caminando. Pero a su vez, era saber que en mi pie derecho estaba la posibilidad de ganar ese torneo. Por el cual muchos habían sacrificado y pospuesto muchísimas cosas. Eso te hace enfrentar a emociones que están a flor de piel. Pero cuando escuchás la voz del guía, esas emociones se dejan afuera y es el momento de patear el penal y que tenga lo que tenga que ser.
-El primer gol que convertiste, para el empate frente a Japón, fue a pura habilidad y eludiendo a toda japonesa que tenías en frente. ¿Qué sentís al aplicar la habilidad?
-Es increíble cuando empezás a sentir esa inspiración de habilidad. Una sensación que te recorre todo el cuerpo. Te hace sentir viva.
-Encima usas la número 10. Todo un símbolo en el fútbol argentino.
-Yo agradezco al cuerpo técnico por la confianza que me dieron y esa confianza trato de transmitirla no sólo a mí, sino también a mis compañeras a la hora de jugar. Yo parto de lo que significaron Maradona y Messi para nuestro deporte. Es entender que tenés al 10 en tu equipo y tenés, por un lado, la tranquilidad, de que en momentos donde no encontrás la solución, podés apoyarte en él, y, por otro lado, te incentiva como equipo a buscar y atreverte a querer llegar al gol. A querer jugar mejor.
-¿Qué significado tiene el fútbol en tu vida?
-Es la locura más linda que puede haber. Sea el fútbol que sea. Fútbol 5, 7 u 11. Fútbol para personas ciegas. Femenino, masculino. Fútbol para personas con silla de rueda, con síndrome de down. De lo que te imagines. El fútbol sirve de escapatoria para lo que uno necesite. Además de corrernos sangre por las venas, también nos corre fútbol. Por eso nos sobrepusimos en la final del mundo. Porque más allá de todo el sistema y el acompañamiento de infraestructura que tengas, como en este caso Japón, al final terminamos saliendo campeonas por la pasión y el amor que tenemos los argentinos por la pelota.