“Mirá de lo que es capaz Pablito Molina”, destacó Santi Palazzo, entrepreneur del reggae argentino, cuando Cedric Myton se subió al escenario de la sala Humboldt en noviembre pasado. El legendario músico jamaiquino de 76 años, tras encarar un recital el día anterior, decidió ser parte de un evento benéfico junto a un puñado de artistas locales a los que conoció ese mismo día. Improvisando una zapada que hoy forma parte de la memorabilia de esa escena. Una vez que le contaron que lo recaudado era para ayudar al cantante de Todos Tus Muertos y Lumumba, el ex integrante de The Congos no lo pensó dos veces. Entendió a la perfección la trascendencia de su colega. Sin embargo, la magia no alcanzó.

En la tarde del sábado 2 de septiembre, los hijos del ícono musical argentino anunciaron la muerte de su padre, a sus 58 años, luego de luchar contra el cáncer de hígado. “Les queríamos agradecer a todos sus seres queridos y fans por todo el apoyo a nuestro padre siempre. Rest in Power”, rezaba el resto del comunicado. Hasta fines de agosto, el cantante y percusionista afrodescendiente estuvo activo en las redes sociales, donde hizo hincapié en su actualidad. Fue la manera que eligió para vincularse con el público, después de que se alejara de los escenarios para dedicarse a su tratamiento oncológico. Apenas trascendió la noticia, una legión de artistas nacionales y foráneos lo despidió.

“Adiós, Pablito. Love and Respect”, escribió Juanchi Baleirón en Twitter. Dante Spinetta y el músico vasco Fermín Muguruza utilizaron esa red social para evocarlo. Mientras que Sergio Rotman contó en Instagram su historia con Molina: “En 1983, fuimos juntos a una casa en Chapadmalal. No teníamos faso, y comíamos lo que se podía”, recordó este adalid de la contracultura. “Pablo fue en esas bicicletas de niño a comprar una damajuana de vino, y no se la vendieron porque pensaron que era extraterrestre. Era la época en que andaba con la cresta rosa. En 1991, me mudé a la casa de Fidel Nadal, y tuve la suerte increíble de ver la transformación de Todos Tus Muertos. Eso iluminó al planeta”.

Molina fue pieza clave en la conversión de Todos Tus Muertos del hardcore y el post punk al rock mestizo. Formalmente, su ingreso al grupo, así como su debut en la música, se produjo en 1993. Justo en ese momento empezó a esbozarse el repertorio del disco Dale aborigen (1994), obra maestra de la banda y uno de los trabajos discográficos indispensables para comprender el rock latinoamericano de los noventa. “Arranqué en Todos Tus Muertos como percusionista, y luego pasé a ser la segunda voz”, repasó el músico en 2019. “Desde ese momento, evolucioné del punk rock al reggae”. Dos años más tarde, junto a los hermanos Fidel y Amílcar Nadal, formó la primera banda afroargentina de reggae: Lumumba, con la que sacó cuatro discos.

En medio de las reuniones de Todos Tus Muertos y Lumumba en años subsiguientes, Molina desarrolló su carrera solista. Luego de que pusiera a circular Abed Nego en 2000, aparecieron otros tres discos (el último, Reggae Classics en español vol. 2, data de 2016). Todos ellos giraron en torno a los estilos reggae lovers y reggae roots. “A mí me gusta hacer covers, y transformarlos al español”, explicó sobre esa propuesta. En simultáneo, al lado de Fidel Nadal sacó el álbum Dame una alegría (2003), y exploró la cultura hindú con el grupo Mukunda. Hace un mes, el artista y Hugo Lobo anunciaron una colaboración, que aún no vio la luz. Más allá de que ahora será su trabajo póstumo, esa grabación es el legado de un guerrero que peleó hasta el final.