El pasado 14, 15 y 16 de agosto se desarrolló en Cartagena el encuentro denominado “Más allá de las Acciones Afirmativas: Políticas Públicas Inclusivas e Interseccionales con Población Afrodescendiente en América Latina y El Caribe”, evento que fue organizado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) a través del Plan Intercoonecta en alianza estratégica con la Organización de Estados Americanos (OEA), la Red Interamericana de Altas Autoridades sobre Políticas para Población Afrodescendiente (RIAFRO), el Observatorio de Discriminación Racial (ODR) de Colombia y el Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad (Dejusticia).
Con representantes de dependencias y programas estatales sobre Equidad Étnico – Racial del amplio espectro de las Américas, expertos de Naciones Unidas, organizaciones y redes del movimiento afrodescendiente e instituciones académicas, el espacio de trabajo buscó “fomentar el intercambio de experiencias y la reflexión sobre el análisis, diseño e implementación de políticas públicas inclusivas e interseccionales con población afrodescendiente” en el marco de las reparaciones históricas y la justicia reparativa a los descendientes de la trata esclavista transatlántica entre los siglos XVI – XIX.
Aunque inquieta el posicionamiento estratégico de la cooperación española, la OEA y las redes de la tecno-burocracia afro disfrazada de sociedad civil en el tema de la las reparaciones históricas, y en las dispersas y raquíticas acciones del frustrado decenio afrodescendiente, el contexto marca un conjunto de disputas sin cuartel por el control de las agendas y los espacios del campo político afrodescendiente en la región.
En ese sentido, el encuentro objeto de nuestro análisis, estuvo marcado por la presentación de agendas, programas y proyectos que se desarrollan en cada uno de los países de las américas para la “disminución de la brechas étnico – raciales”, sin embargo, como resultado y guardando las diversidades y desarrollos propios, el panorama es más que preocupante, en tanto, las políticas institucionales para la Equidad Étnico – Racial en América Latina, se ejecutan desde Secretarias para el asistencialismo cultural, Departamentos para la inclusión poblacional o Ministerios para la equidad que en general adolecen de una implementación adecuada del enfoque étnico – racial al reducir los pueblos étnicos a grupos poblacionales, asemejados al conjunto de grupos sociales que demandan alguna acción diferencial. De otro lado, la institucionalidad alternativa que atiende lo étnico, es inestable, débil y dependiente de los procesos políticos de las izquierdas democráticas y parlamentarias en las Américas, poco amigas del antirracismo y de los procesos libertarios afrodiásporicos.
Además, llama la atención el silenciamiento institucional frente a los países, compañías, asociaciones, bolsas, capitales, empresas y familias que construyeron sus capitales con trabajo esclavista, y quienes tendrían que ser objetos de las amplias demandas por afrorreparaciones, pues estas deben financiarse con el capital de los expropiadores esclavistas, nunca con recursos del Estado producto de tasas impositivas generales o ingresos corrientes de las naciones, pues como Marx lo puntualizó en El Capital, al hablar de la acumulación originaria advirtió sobre la forma como la violencia desempeñó un papel extraordinario en el proceso de expropiación, señalando que la cruzada de expropiación ha quedado inscripta en “los anales de la historia con trazos indelebles de sangre y fuego”.
Por tanto, ante la crisis estructural de la institucionalidad que atiende lo étnico, y la amenaza permanente de la derecha por recuperar y acrecentar sus espacios de política racista y neocolonial, se hace necesario rescatar y reeditar aquellas experiencias de institucionalidad antirracista en las Américas, además es inmanente que el movimiento negro tome las banderas y la hegemonía política de la agenda por las reparaciones históricas y la justicia reparativa de afrodescendientes, lo cual supone demandas de reparación, tanto por el trabajo esclavista no remunerado expropiado para el desarrollo del capitalismo, como por los daños provocados por la institución esclavista, a través de sus lógicas de terror y muerte en la esclavitud transatlántica, y como consecuencia, la implantación a largo plazo de condiciones persistentes de exclusión económica, control político y arrasamiento cultural de la afrodescendencia.
Así, las afrorreparaciones hay que asumirlas como una utopía que nos permite caminar en la construcción de un horizonte político, seguramente emergerán diversos caminos, pero las reparaciones históricas sólo serán posibles sí seguimos la ruta de nuestra herencia libertaria.
*Doctor en Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia.
Publicado originalmente en www.diaspora.com.co