Analía Kalinec nació en dictadura, en el marco de una familia “normal” de clase media, con una mamá ama de casa y un papá policía. Luego de una vida "idealizando" a su figura paterna, en 2005 se enteró que Eduardo Kalinec era un genocida conocido como el "Dr. K".
En diálogo con AM750, Kalinec contó su historia y el porqué de su lucha como hija desobediente de un genocida.
"Los hijos biológicos de genocidas asumimos la condición de genocida de nuestros padres y tenemos que desandar un montón de idealizaciones de nuestros familiares. En mi caso tenía un padre muy querido e idealizado que de repente se me volvió siniestro tras conocer su accionar en la dictadura", relató.
"Las lógicas muy cerradas de estas familias hacían que, por ejemplo, alguien como yo, que nací en el año 79 y que pasé mi infancia y adolescencia en escuelas católicas, círculos cerrados, incluso sociales, no haya tenido acceso al reclamo que hacían las Madres, Abuelas de Plaza de Mayo o los hijos de desaparecidos, que son de la misma generación que yo", siguió.
"Tenía una necesidad de subsanar mi propia falta de registro"
"Acá hay un punto de inflexión claro, que es cuando mi papá queda preso, que hace que yo me pregunté por qué. A partir de ahí hubo argumentaciones intrafamiliares, pero también el contraste con la realidad, con los testimonios de sobrevivientes y la lectura de los juicios y material que hice", dijo.
"No obstante, tengo un registro muy anterior y que tiene que ver, quizás, con cuestiones del orden del inconsciente. Yo sentía siempre una necesidad imperiosa de querer registrar. Incluso, cuando comencé a pensar en tener hijos empecé a registrar de forma narrativa todo lo que me iba pasando, para cuando los tuviera. Ubico en ese acto casi inocente una necesidad de subsanar mi propia falta de registro", recordó.
Analía Kalinec publicó el libro Llevaré su nombre. La hija desobediente de un genocida, en el que relata su experiencia vivida de manera cronológica.
"El libro está escrito, de alguna manera, en tiempo real, porque voy registrando antes de saber la condición de genocida de mi papá, para aquellos hijos que no habían nacido todo lo que iba aconteciendo en la vida. Hay algo del orden del inconsciente que se va transmitiendo de manera transgeneracional que hace que hoy me pueda estar posicionando donde estoy hoy. A través de un recorrido mío, a través de una construcción social que se ha hecho en materia de derechos humanos que me ha podido devolver la verdad acerca de mi propia historia y de lo que hizo mi papá durante esos años, todo eso hace que yo pueda pararme como familiar de genocida del lado de la Memoria, Verdad y Justicia", sostuvo.
"Acá se juega una cuestión dentro de lo genético, de lo que se transmite: yo tenía un complejo muy grande cuando fui mamá y sentí que podría estar transmitiendo algo de todo eso a través de mí, como portadora de un gen o algo en la sangre. Fue en la escritura y en conectarme con otros familiares de genocidas en donde encontré un catalizador", afirmó.
"Con mi padre encontré siempre evasivas. Cuando tuve una especie de conversación sensata con él tuve un intento de justificación de los crímenes cometidos. Desde la cárcel, junto a mis dos hermanas menores, me demandó para declararme indigna y excluirme del acervo hereditario de mi mamá, fallecida en 2015", indicó.
"A Victoria Villarruel le reclamamos que es una hija obediente del patriarcado. Como hijos desobedientes de genocidas asumimos que tenemos un deber social, ético y moral que va más allá de nuestros vínculos filiales. Eso no nos exime de repudiar los crímenes que cometieron", cerró.