Casi como salida de la canción que catapultó a la fama a los Héroes del Silencio, una sirena ibérica y varada en un balneario poco popular de la Costa Atlántica se viene a la superficie a pasar el fin de semana con su amiga humana que cumpleaños. Pero, como no todo es joda en este mundo, ella se trae consigo una pila infinita de apuntes para aprovechar el tiempo y finalizar su tesis universitaria. Entre Disney y la Facultad de Ciencias Sociales, los cambios de hábitat, los intensos y ambiguos vínculos entre ellas y un churrero que les cobra hasta por respirar en su parador decadente, estos tres personajes boyan por los misterios que limitan al mar de la playa y van a la pesca de alguna forma de identidad que pueda encontrarse o desencontrarse en el poliamor, el emprendedurismo, las relaciones sexuales esporádicas o los cantos rituales, tanto de sirenas como de humanos.
Algo de todo esto y mucho más se teje en Mar afuera, la nueva obra escrita y dirigida por Sofía Martínez Penna con protagónicos de Cecilia Domínguez Nicoló, Mariano Rosales y Julieta Stasi que fluye entre la comedia surrealista y el melodrama vintage, para poner sobre la mesa playera las posibilidades de los vínculos no heteronormados y la búsqueda de las propias y múltiples formas de ser bajo un clima de realismo mágico y extraño que hace estallar al teatro en carcajadas, dejando tras cada sonrisa y oleaje una espuma, como una huella que continúa creciendo más allá de la función, igual que las escrituras que moldean y desarman una y otra vez las geografías momentáneas de la arena en el devenir del mar.
Reconocida a sí misma como una entusiasta de las vacaciones playeras como el tópico argentino por excelencia, Sofía Martínez Penna inició este trabajo en un primer formato de libro titulado “Cachemir” en el año 2022, para rápidamente hacerlo mutar por diversos territorios y situaciones que lo llevaron al teatro entre juegos, experimentaciones y pruebas, sumando a la historia un churrero que estabiliza y desestabiliza una y otra vez la relación fantástica y suprahumana entre ambas mujeres, interviniendo con sus propias melodías en las clases de canto sirenáicos, debatiéndose también él entre los vínculos sexoafectivos que lo balancean entre el mundo humano (demasiado humano y terrenal) y la excitación por las criaturas del fondo del océano.
En diálogo con SOY, la dramaturga y directora da cuenta del paso del tiempo, las modas y los modos de percibir nuestros espacios vinculares que la condujeron a su realización en este parador playero decadente: “La escritura del texto fue guiada por una fascinación en torno al estilo de envejecimiento que tienen algunas localidades costeras, como si hubiera otras licencias para madurar, acumulando muchas capas del pasado, dejando que convivan nuevos elementos de la modernidad con factores antiguos, casi caducos, como los souvenirs que cambian de color con la temperatura”.
Entre los mundos arenosos y subterráneos que hacen temblar el terreno firme, el trío se sitúa en un desierto costero que lxs conduce a revisitar sus virtudes y miserias con ecos de culebrones noveleros de los años 90, transportando la historia al tiempo presente: autoexplotación disfrazada de emprendedurismo berreta, la crisis de los vínculos heteronormativos, la necesidad de huir de toda normalidad y especie, el mandato de titularidad universitaria para sobrevivir en cualquier mundo o la urgencia de intentar atrapar, al menos por un instante, algo que permita reconocerse y experimentar una transformación dentro de una realidad líquida: “A partir de algunos ensayos con las actrices me di cuenta de que estaban las condiciones dadas para tornarnos más surrealistas. Fue una decisión que me trajo una oportunidad ideal para que no me importara pasarme de rosca con nada, que todo fuera posible. Con esto llegó la telenovela de las tres de la tarde, el contraste de universos, la posibilidad de que haya otras reglas en el fondo del mar para los romances, que sea todo más fluido, menos heteronormativo. Apareció el poliamor como algo liviano, una posibilidad más en el enorme abanico de formas de relacionarnos. Los personajes que rodean a la sirena se abren a la inmensa alegría de cuestionarse su vida romántica y en consecuencia reaprender a vincularse”.
Y continúa y remata Sofía: “Traer al teatro un poco de fantasía animada de Disney implicó una responsabilidad: permitir que aparezca la ilusión de esos clásicos de los noventa pero desechar narrativas donde las protagonistas mujeres pausan sus vidas por un chabón. En todo caso están donde están porque quieren quedarse con sus amigas, o viven romances con toda la intensidad del momento y quizás lo dejan ir”.
Funciones: sábados de septiembre y octubre a las 20 en Savia Espacio Cultural, Jufré 127.