Eduardo César Angeloz, dirigente histórico del radicalismo cordobés, murió ayer a los 85 años. Gobernador durante tres mandatos, senador nacional en dos oportunidades, candidato presidencial derrotado en 1989, Angeloz entre otras cosas será recordado por cobijar en su palco durante los actos oficiales al mayor símbolo del terrorismo de Estado del norte argentino, Luciano Benjamín Menéndez, quien acumula catorce condenas por delitos de lesa humanidad. “Despido con profundo dolor al ex gobernador Eduardo Angeloz, el querido Pocho, quien siempre fue un hombre de la democracia y la Constitución”, escribió en Twitter el gobernador Juan Schiaretti, quien decretó cinco días de duelo. “Mis condolencias a familiares y amigos de Eduardo Angeloz, histórico dirigente radical y siempre comprometido con los valores democráticos”, coincidió el presidente Mauricio Macri. Los restos eran velados en la Casa Radical del barrio Nueva Córdoba. Hoy entre las 11 y las 16 se realizará un funeral de Estado en el Centro Cívico del Bicentenario.

Nacido en Río Tercero el 18 de octubre de 1931, Angeloz estudió abogacía en la Universidad Nacional de Córdoba, ocupó cargos partidarios desde su juventud y en 1963 fue electo senador provincial. En 1973 asumió como senador nacional y tras el último golpe de Estado se desempeñó como funcionario de la Organización de Estados Americanos (OEA). A fines de 1983 asumió como gobernador, cargo que ejerció durante tres mandatos consecutivos. Entonces volvió al Senado hasta diciembre de 2001, cuando se retiró de la política en medio del escándalo del Banco Social de Córdoba, acusado de enriquecimiento ilícito.

Apenas asumió la gobernación, Angeloz propició la reforma constitucional que le permitió su primera reelección en 1987. En plena crisis interna, Córdoba fue uno de los únicos tres distritos donde se impuso el radicalismo, triunfo que lo posicionó para competir por la presidencia. En 1988 derrotó al senador chaqueño Luis León en la interna radical y fue ungido candidato presidencial para enfrentar a Carlos Menem. Eligió como compañero de fórmula al bonaerense Juan Manuel Casella y, en plena hiperinflación, hizo campaña en base a un discurso centrado en la desregulación, las privatizaciones y el “lápiz rojo” para resaltar áreas deficitarias de la administración pública. La propuesta generó rechazo en los trabajadores sindicalizados y lo alejó de los progresistas: costaba diferenciarlo de la derecha liberal encabezada por Álvaro Alsogaray.

En marzo de 1989, producida la devaluación que desembocaría en la hiperinflación, presionó a Alfonsín para que cambiara al ministro de Economía, Juan Vital Sourrouille. Faltaban dos meses para los comicios del 14 de mayo. Juan Carlos Pugliese, presidente de la Cámara de Diputados, reemplazó a Sourrouille, liberó el tipo de cambio y volvió imparable la escalada de precios. La derrota parecía inevitable, a pesar del optimismo de su eslogan, un primer antecedente de Barack Obama y Cambiemos: “Se puede”. Una de sus últimas jugadas fue propiciar un debate con Menem antes de las elecciones generales, que la UCR promovió con un desafío que pasó a la historia: “la silla vacía”. Menem no se presentó pero ganó la elección con el 47 por ciento de los votos frente al 37 del radicalismo. 

Dos años más tarde, Angeloz forzó una interpretación de la Constitución provincial que le permitió optar a un tercer mandato. Entonces estalló el gran escándalo de sus últimos años en el poder: el asesinato del senador provincial Regino Maders, quien investigaba hechos de corrupción en torno a EPEC, la empresa provincial de energía eléctrica. Por el crimen fue procesado Luis Medina Allende, diputado provincial y hombre de confianza de Angeloz, que resultó absuelto.

En 1995, un estallido social minó el final de su gestión como gobernador. Electo Ramón Mestre para sucederlo, Angeloz anticipó la entrega del mando denunciando al entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, como un “tecnócrata mesiánico”. Ese mismo año volvió al Senado y en 1996, junto con sus hijos, debió afrontar un juicio por corrupción, la llamada megacausa del Banco Social. Pidió su desafuero y en el juicio resultó absuelto. En 2001 terminó su mandato en la Cámara alta y se retiró de la política.

La UCR lo caracterizó ayer como un hombre de “la democracia y la Constitución” y “comprometido con los valores” del partido. “¡Hasta siempre Pocho!”, lo despidió, según el texto del Comité Nacional en Facebook. “Se va un emblema de la democracia recuperada, defensor del federalismo y del rol preponderante de Córdoba en la escena nacional”, tuiteó Mario Negri, titular del interbloque Cambiemos en Diputados. Su par del Senado, Angel Rozas, destacó “la militancia” y su “ejemplo para todos los hombres de la política”. El diputado Ricardo Alfonsín dijo estar “muy apenado por la muerte, una pérdida dolorosa para todos los radicales”. “Mi reconocimiento por su compromiso con el Radicalismo y la Democracia”, escribió el gobernador jujeño Gerardo Morales.