El 22 de agosto de 2022 la provincia de Santa Fe se sacudió con la noticia del asesinato de la referente en la lucha por los derechos de las personas trans Victoria Alejandra Ironici. La víctima, de 46 años, fue asesinada en su propio hogar en el norte de la capital provincial. A las pocas horas se detuvo a un hombre cis, identificado como DHB, de 32 años, que había sido la última pareja de la activista, con quien convivía.
Alejandra del Río Ayala, la fiscal de la Unidad de Género, Familia y Violencia Sexual del Ministerio Público de la Acusación de la provincia, sostuvo en aquel momento que no se trataba de un “crimen común" porque Ironici era "una referente muy reconocida, una mujer que dedicó su vida a luchar por los derechos de las personas, sobre todo de las personas trans".
Desde el inicio, las actuaciones judiciales se centraron en la investigación de un transfemicidio, intermediando la figura de femicidio, “porque ella era una mujer trans, y por supuesto el agravante del vínculo”, porque el atacante y la víctima “eran una pareja".
Alejandra, la invencible
Alejandra Ironici nació en la ciudad de Tostado, una pequeña localidad del norte de la provincia de Santa Fe. Decidida a estudiar, terminó su formación obligatoria y se sostuvo enseñando folclore y haciendo trabajos de costura.
A fines de los 90, ahogada por el clima represivo del pueblo, se fue a la capital de la provincia esperando otras oportunidades. Su primera parada fue la esquina. Conoció allí a otras compañeras como Noelia “Noly” Trujillo, Marina Quintero, Valeria Rodriguez. Intentó seguir trabajando como modista sin enfrentar su transición, a sabiendas de que podía perder el trabajo que había encontrado para sobrevivir en la ciudad, lo que finalmente sucedió tras su primera cirugía de reafirmación de género.
Sin tener como sostenerse y viviendo en la calle, por aquellos años conoció a Noelia Belén Luna, fundadora y coordinadora del Movimiento de Integración Sexual, Étnica y Religiosa (MISER), que se encontraba en un viaje militante en la provincia de Santa Fe, y con ella partió a la ciudad de Buenos Aires, donde se formó como una acérrima militante.
Una vez de regreso, y otra vez en la calle, fue recibida por su amiga Noly, con la que solicitaron una máquina de coser al ministerio de Desarrollo Social para poder volver a trabajar haciendo costura. Mientras tanto Alejandra no dejaba de formarse, y buscar empleo.
Lo que había aprendido en Buenos Aires la impulsó a la militancia y la lucha contra los códigos contravencionales que perseguían la prostitución y el travestismo se convirtió en el motor de organización de las travestis, mujeres trans y mujeres cis que ejercían el trabajo sexual en la capital santafesina y distintos puntos de la provincia. Y en ese contexto, la lucha contra los abusos de las fuerzas de seguridad fue fundante para la militancia de Alejandra y el puntapié para tejer alianzas con otras militancias.
Colaboró con abogadas santafesinas que defendían los Derechos Humanos, y eran aliadas de las travestis y trans para sacar a las compañeras de las comisarías. Eso la acercó al creciente movimiento feminista local, abrazó la lucha de las mujeres, y años despues, junto a lesbianas y mujeres cis fundó la Mesa Ni Una Menos en el 2015.
Durante la primera década del 2000 se consolida la Delegación del Inadi de Santa Fe, que tenía sede en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral y eso consolidó un antes y un después para la militancia travesti trans santafesina y también para Alejandra, que, tras cursar una formación superior en informática, eligió la universidad pública y la carrera de Derecho como su espacio para formarse y donde también militaba su identidad.
Lejos de ser una militante trans a secas, tenía un fuerte compromiso social y territorial. En esa década también fue presidenta de una vecinal, y desde el Partido Socialista, que eligió para militar, impulsó espacios de talleres de formación laboral para otras mujeres trans, pero también para mujeres cis y jóvenes en situación de vulnerabilidad.
Al poco tiempo, dentro de una de las gestiones socialistas, se convirtió en una de las primeras trabajadoras trans en la provincia de Santa Fe, previo a cualquier cupo laboral. Su llegada a la administración estatal, trabajando en el Servicio Social de un hospital público, significó el acceso a la salud de toda la población trans que, sin la existencia de la Ley de Identidad de Género aún, era sumamente limitado.
Junto a Noly y otras compañeras organizaban charlas, conversatorios y formaciones sobre diversidad sexual, salud sexual, reproductiva y no reproductiva, discriminación y derechos y hasta trajeron a referentas nacionales como Marlene Wayar, Diana Sacayán y Lohana Berkins a Santa Fe. Formaban a otras mujeres trans y travestis para cuidar su salud y las estimulaban a estudiar y formarse.
La lucha por el nombre propio en la provincia también fue otra gesta para Alejandra Ironici. Después de una ardua lucha, en 2011, meses antes de la aprobación y promulgación de la Ley de Identidad de Género, Alejandra se convirtió en la primera mujer trans en la historia en recibir un documento que reconocía su identidad de género por vía administrativa, sin necesidad de presentar un recurso judicial.
En 2016 se desempeñó dentro de la Subsecretaría de Diversidad Sexual de Santa Fe, desde donde impulsó espacios de formacion y becas para estudiantes trans, además de impulsar los cupos laborales en la ciudad de Santa Fe y la provincia. Semanas previas a su asesinato conquistó el cupo en la Universidad Nacional del Litoral donde cursaba Derecho.
Durante los últimos años Ironici se dedicó a visibilizar la problemática del acceso a la vivienda de la población trans, así como la problemática de los travesticidios y transfemicidios, y la necesidad de que la justicia reconozca el odio como la causa fundamental de esas violencias y el Estado asuma su responsabilidad.
Establecer la responsabilidad del Estado
En honor a esa vida de activismo desde la Colectiva de Abogadas Translesbofeministas de Rosario, junto al Instituto de Politicas Públicas LGBT encararon el proceso de impulsar una querella para establecer la figura del travesticidio social en la causa por el asesinato de Ironici.
“Decidimos que como colectiva teníamos que ser parte de esa causa porque para nosotras lo que sucedió con Ale no fue un hecho aislado, tiene que ver con una opresión y una violencia sistemática que vive el colectivo lgbtiq+ y sobre todo las compañeras trans, pero además de eso Ale era un activista feminista y por los derechos humanos y dedicó la vida, puso la cuerpa, la cabeza y su espíritu por la causa y nosotras sentíamos que eso tenía que verse reflejado en el proceso judicial” señala Daiana Araya presidenta de la organización.
“Que nos hayan quitado a Ale significa muchísimo más que la muerte de de una mujer; significa que murieron con ella un montón de ideas, un espíritu de lucha y que dejó un hueco muy grande en el activismo”, destacaron las letradas.
Si bien era conocido públicamente que la fiscal Del Río Ayala aplica la perspectiva de género, la propuesta de la organización de imprimirle a ese proceso judicial, lo que significaba el asesinato de una compañera que para todo el feminismo santafesino fue una pérdida enorme. “Se llevaron una parte de nuestra historia, una persona que hacía un montón por otras, que empujaba la lucha y es una pérdida incalculable tanto para nosotras como feministas como para las compañeras travestis y trans que veían en ella una representante”.
Y la intención es dar cuenta en el expediente judicial la opresión sistemática que sufre la población travesti trans y “que por lo tanto este hecho tiene que ser encuadrado como un travesticido social, que el Estado reconozca que esto está sucediendo y que al reconocer se haga responsable y repare ese daño mediante medidas concretas para ayudar a la población trans” señalaron desde la Colectiva.
La fecha del juicio por lo pronto está fijada para el mes de marzo, el mes de las luchas feministas. Y se acerca decididamente a establecer un precedente de reconocimiento de todo aquello por lo que Alejandra tanto luchó: visibilizar que la violencia hacia las personas trans es responsabilidad del Estado y de la sociedad toda, y que nos arrebatan la vida por el odio.