Juan Schiaretti volvió a quedar envuelto en la tormenta ajena de Juntos por el Cambio, aunque esta vez fue contra su voluntad. En una apelación al voto útil, Patricia Bullrich le pidió abiertamente al gobernador cordobés que baje su candidatura presidencial y “piense en otras formas de colaborar con el país”. Lo hizo en declaraciones a una radio local, en un alto de su gira –la segunda en menos de una semana– por la provincia mediterránea. Como era previsible, el schiarettismo se sintió objeto de una provocación y le contestó con munición del mismo calibre. “Pedirle a un candidato que se baje es antidemocrático”, le devolvió el candidato a vice de Hacemos por Nuestro País, Florencio Randazzo. “La señora Bullrich fracasó en todos los gobiernos en los que estuvo. La que debería bajarse para hacerle un bien al país es ella”, disparó el titular del Interbloque Federal en la Cámara de Diputados, Carlos Gutiérrez.
Fuera de los micrófonos, el entorno de Schiaretti respondió con menos elegancia. “Se nota demasiado que Bullrich está desesperada. Ya se peleó con (Mauricio) Macri, y ahora le falta el respeto a un dirigente que fue tres veces gobernador de la segunda provincia más importante del país, que fue diputado, que estuvo exiliado. Ella misma está pulverizando sus propios votos. Evidentemente era buena candidata para ganarle la interna a Rodríguez Larreta, pero es una pésima candidata presidencial. Como decía Néstor Kirchner, Patricia está muy nerviosa”, resumía la bronca en diálogo con Página/12 un operador del gobernador cordobés, que además asegura que los puentes con Bullrich están rotos hace tiempo.
La candidata de Juntos por el Cambio volvió este martes a Córdoba para una gira proselitista que incluyó la localidad de Río Cuarto, adonde llevó sus propuestas destinadas al sector sojero, como “eliminar el cepo cambiario y todas las restricciones, trabas y cupos a las exportaciones”. El jueves pasado había estado en la capital para la presentación de su vocero económico, Carlos Melconian. En esa provincia, Bullrich apuesta a revertir el tercer lugar que ocupó en las PASO, detrás de Javier Milei y del propio Schiaretti, una tarea que tiene cuesta arriba. Lo mismo le sucede con el casi millón de votos que sacó el gobernador cordobés a nivel nacional (un 3,9 por ciento), con una candidatura netamente opositora al Gobierno, y con base en el sector productivo de su propia provincia, que resultan claves para sus aspiraciones de ingresar a un hipotético ballotage.
“Hay que dejar que el voto a Schiaretti se disperse como quiera. No sería malo que ahora no sea candidato a presidente. No sería malo y sería una buena idea que piense en otras formas de colaborar con el país”, dijo Bullrich desde Córdoba. Cerca del gobernador, de todos modos, no están seguros de que esa “dispersión de votos” a la que hizo referencia la candidata opositora vayan a parar necesariamente a su molino. Incluso creen que el tipo de votante que acompaña al gobernador está más cerca hoy de Milei, y de forma residual de Sergio Massa, que de “una pituquita de recoleta”. La ironía recuerda a la frase que le espetó al PRO el sucesor en la gobernación, Martín Llaryora.
Heridas abiertas
Schiaretti ya había sido materia de tensiones internas en Juntos por el Cambio cuando el sector interno que apostó a la candidatura de Horacio Rodríguez Larreta pujó por la incorporación del cordobés a la alianza opositora. Aquella vez, fueron la propia Bullrich y Mauricio Macri, de la mano de los “halcones” de la UCR, quienes trabaron esa posibilidad. Las declaraciones de la ganadora de la interna reavivaron viejas heridas.
“Bullrich y Macri se miraron el ombligo y ahora que están desesperados por la situación, porque no les dan los números, nos vienen a pedir esto. Es una falta de respeto”, resumió un dirigente del riñón del gobernador.
Desde aquel momento, el diálogo del schiarettismo con ala dura del PRO –a cargo de Randazzo y Diego Bossio, entre otras terminales– quedó tensionada. “No existió ningún contacto previo, tampoco ningún llamado ni ningún guiño”, a las declaraciones de Bullrich, sobre la posibilidad de acuerdo electoral antes de octubre, aclararon, “por eso la dureza con la salimos a contestar”. “Los votos se ganan en la cancha. Que salgan a pedir que nos bajemos en lugar de disputar el voto habla de la desesperación que tienen”, agregan.
En el cordobecismo, de todos modos, se sienten igualmente lejos del peronismo que gobierna. Saben que su posicionamiento de cara a una segunda vuelta puede ser clave, pero no están dispuestos a mostrar las cartas. La apuesta es por consolidar un bloque de diputados de entre 7 y 8 bancas, pensando en la gobernabilidad a futuro sea quien sea el que llegue a la Rosada. Nada que pueda lograrse sin el arrastre de la boleta nacional.