En un estado embrionario que elevaba los conceptos colectivos, en los primeros festivales de la historia del rock argentino llegaron a tocar todos los grupos que con los años se iban a considerar “los fundadores” del movimiento. En tiempos en los que los solistas eran vistos casi como una rareza, hubo "un conjunto" que, aún sin discos editados, se iba a destacar entre el público de la época por cuestiones que iban mucho más allá de la música. Era de La Plata y se llamaba La Cofradía de la Flor Solar.

“Al recordar la época en que nace la Cofradía de la Flor Solar en La Plata me viene a la mente una expresión alemana, zeitgeist, que vendría a significar 'el espíritu de la época'. En todas las actividades que se estaban dando en La Plata en ese entonces -mediados a fines de los '60- había una efervescencia, la sensación de que había muchísimas cosas por hacer. Sentíamos la necesidad de cambiar algo y la conciencia de estar en el centro de la cosa”. El que habla es Ricardo “El Mono” Cohen, conocido popularmente como Rocambole.

En una entrevista con Alfredo Rosso y publicada en el Suplemento NO de Página/12 en 1996, el artista plástico describe aquellos años de hipermovilización como un tiempo en el que “en general todo el mundo reaccionaba contra una instrucción, moral, ética, que venía de los conceptos burgueses posromanticistas que, bueno, te ordenaban hasta la manera de vestir. Hay que imaginarse esa época, Imaginate que casi no había ropa para jóvenes. Que uno se tenía que vestir con la ropa del papá, sólo que un par de talles más chicos. El jean era una invención que tenía apenas diez años. Nosotros apuntábamos a la recuperación del espíritu festivo, contra una moral de la década del '40 que era amarga, triste y asexuada. Ya veníamos con ideas tipo "la imaginación al poder", antes incluso del Mayo Francés del '68. Quizás no con esas palabras exactas, pero ese era el espíritu. Si íbamos a estudiar Bellas Artes ¿por qué tener que vivir en nuestra casa una vida recontra-burguesa y después en la facultad estudiar y estar un ratito en un taller y hacernos los artistas? Nosotros queríamos vivir como artistas”.

Con esos basamentos como impulso de la vida comunitaria en el centro del uno de los enclaves juveniles más importantes del país, la historia ubica a la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata como un punto central en la conformación de La Cofradía. Allí se encontraron los primeros artistas plásticos, escenógrafos, artesanos, poetas y, por supuesto, músicos, que dieron origen a la banda que, en su etapa original sólo editó un disco, en 1971.

Eran finales de los sesenta y todos vivían juntos en una casa ubicada en el Calle 43, entre 12 y 13. Más tarde, se mudaron a una casa más grande ubicada en 72 y 122bis.

Morci Requena y "Manija" Paz, dos entrerrianos que llegaban a mezclarse con estudiantes de todo el país a la capital bonaerense, habían ido a buscar a Kubero Díaz, con quien ya habían tocado en un grupo llamado Los Grillos, nacido en la provincia mesopotámica. Antes de eso, la banda ya había tocado en vivo, con un guitarrista y luthier llamado Hugo Pascua. Tocaron por primera vez el 21 de septiembre de 1968. Desde ese momento, la historia se vuelve gigante, compleja, y los nombres se amontonan reuniendo al más amplio espectro de la cultura juvenil platense de finales de los sesenta y comienzos de los setenta. Muchos de ellos iban a coincidir décadas después en diferentes proyectos que tuvieron su base de operaciones en la ciudad y marcaron a fuego a la cultura del país. El ejemplo más común: Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.

La reconstrucción histórica también ubica en aquella experiencia a figuras como Isabel Vivanco, Ercila Vivanco, la artesana Marta Pedemonte, Luis Salvador Kalékin, Néstor Candy, Luis Creus, Anita Creus, Néstor Paúl, Meneka Hikis, Jorge Pinchevsky, Daniel, Guillermo y Skay Beilinson, Diego Rodríguez, Miguel Cantilo, Billy Bond, Poly Castro, Miguel Grinberg, Jorge Pistocchi y Jorge Alvarez, entre muchísimos otros que o bien vivieron en la comunidad o se convirtieron en asiduos visitantes.

Durante la última parte de 1968 y comienzos de 1969, la banda afianzó su presencia y fue abriéndose camino desde los escenarios dispersos por la provincia de Buenos Aires hasta que debutaron en la ciudad de Buenos Aires en el Teatro del Globo. Casi en un movimiento lógico, ese año llegaron al Instituto Di Tella, donde interpretaron una “operita” inspirada en un cuento de Ray Bradbury, a la que llamaron "La Mezcladora de Cemento", y empezaron a compartir escenarios con los artistas más importantes de aquellos primeros años del rock argentino, como así también con otros que también empezaban a mezclarse con los jóvenes de la época, como por ejemplo el Tata Cedrón.

De ese 1969 es el primer simple editado por la RCA Víctor y producido por Manuel Román. “La mufa” y "Sombra fugaz por la ciudad" fueron los primeros dos registros que estuvieron a cargo de la formación original de la banda. Ese año, también colaron tema en el compilado “Pidamos peras a Mandioca”, el último del sello fundado por Jorge Álvarez, Pedro Pujó, Javier Arroyuelo y Rafael López Sánchez.

Formando ya parte de la escena mayor del mundillo local de la música beat que comenzaba a nombrarse como progresiva, participaron de las primeras reuniones masivas que dieron origen a la era de los festivales en nuestro país. Estuvieron en el Festival Pinap, impulsado desde la revista del mismo nombre en el Anfiteatro Municipal pegado a la Facultad de Derecho, y también en las primeras dos ediciones del festival BARock, que marcó un antes y un después en la historia de la música nacional.

Pero antes habían sido anfitriones del uno de los primeros festivales masivos del país, reuniendo a más de 200 bandas de todo el país, durante tres días en La Plata. Entre ellos, por supuesto, Almendra, Manal, Arco Iris, Vox Dei, Moris y Pajarito Zaguri.

En medio de todo eso, por medio de Billy Bond, La Cofradía se preparaba para lanzar su disco, que finalmente iba a salir por el sello Microfón, a cargo de Jorge Álvarez tras el cierre de Mandioca. El LP, que se grabó en menos de veinte horas, terminó siendo una foto de la primera época de la vida de la comunidad que se iba a reinventar ocasionalmente pero que llegó a su fin, en medio de presiones, persecuciones y un clima que se empezaba a poner demasiado denso, hacia 1972.

"Se Ama O No Se Ama", “Quiero ser una luciérnaga”, “Paz de panza” o "Nos encontraremos en alguna parte" son algunas de las canciones de un disco que cerraba con el tema que, junto con “Rutas Argentina”, de Almendra, quizás sea la primera canción federal de la historia del rock argentino: "Rock Alrededor Del País".

“¿El fin?”, se preguntaba la Pelo en las primeras páginas de su número 24, aparecido en el mencionado 1972. Así se anunciaba el cierre de ese primer ciclo. Como no podía ser de otro modo, con un enigmático: “Casi tan antiguos como el movimiento, después de más de cinco años de verdaderas luchas para hacer conocer su música la Cofradía de la Flor Solar habría Ilegando a la conclusión de su próximo y definitivo paso: la separación. Una decisión que llega después de un largo ciclo de progresos que culminó hace unos meses con la edición de su primer –trabajoso- long play. Y no sólo habrían decidido disolver el conjunto: la comunidad en la que vivían la mayoría de los miembros del conjunto, casi en las afueras de la ciudad de La Plata, también habría llegado a su fin. Ya en los últimos meses la gran casa de la Cofradía había estado despoblada de algunos de miembros, el guitarrista Kubero Díaz, por ejemplo, residia casi todo el tiempo en Buenos Aires a raíz de sus compromisos con la Pesada del Rock & Roll”. 

En ese preciso instante, empezaba otra historia. En realidad, muchas más.