“Creo que este tema en particular es un objetivo posible. Se acerca mucho a un lenguaje que sin duda nos emocionó y nos representó a todas”, reflexiona Leda Torres, pianista y arregladora del Cuarteto Ullmann, que anticipará su disco Ya está en el aire este jueves a las 21 en Galpón B (Cochabamba 2536). “Es un tema que se arregló especialmente para Lidia Borda y fue una construcción a lo largo del tiempo para que Leda llegue a ese arreglo y nosotras a esa interpretación, por eso refleja el lenguaje del grupo”, señala a su lado la violinista Carolina Rodríguez. El cuarteto se completa con Lucía Ramírez en bandoneón y Geraldina Carnicina en contrabajo. Además de Borda, en el disco participan como invitadas Ana Sofía Stamponi e Inés Cuello, y la percusionista Eliana Zarabozo. Las cuatro (además de otras sorpresas) estarán en Galpón B para la presentación del disco debut.
Ullmann surgió por las ganas de unas amigas –Torres, Rodríguez y Julia Peralta, que ya no integra la formación- de juntarse a tocar y compartir. El nombre llegó como una suerte de homenaje a la abuela de Leda, también música, en épocas más ingratas para las tangueras mujeres. Pero Ullmann es más que la mera suma de sus partes. En su sonido hay una alquimia que funciona en la que se conjugan distintas vertientes del tango tamizadas por el criterio de su pianista y arregladora. “Cuando empezamos no tenía muy claro el sonido, esa idea se puso en valor con los ensayos, se empezó a consolidar un sonido que tiene que ver en primera instancia con las individualidades, con la personalidad musical de cada una –plantea Torres-, cuando esas personalidades se fusionan sale un sonido más allá de las ideas del arreglo”.
Algo notable del Cuarteto Ullmann es su capacidad de sonar a la vez contemporáneo y tributario de los grandes del género. “Siempre me preocupé por renovar un poco el tango y me parece que eso también es una hecho natural, que sucede inevitablemente en el momento en que estamos en el siglo XXI y hacemos tango nuevo o reinterpretamos obras del siglo pasado. Siempre tuve la necesidad de que lo que hiciéramos se escuchara como realmente algo nuevo, aunque ahora me despreocupé un poco por eso y sin embargo, encuentro un sonido nuevo en Ullmann. Una frescura, si se quiere. Y es un poco lo que pretendo hacer adelante”, propone Torres.
Rodríguez destaca lo integradas que están las cuatro al universo del tango. “Todas pasamos por orquestas típicas, por orquestas que recrean estilos, la mayoría por alguna orquesta escuela. Hay un conocimiento muy profundo del género y eso directa o indirectamente nos constituye. Es como tener una caja de herramientas y cuando se te ocurre algo o las necesitás, las sacás. Entonces, si bien por ahí remite más a alguna sonoridad, todo lo demás también forma parte. Es una construcción”.
-Solés decir que dialogás con la época dorada del tango, ¿qué cosas tomás de ahí?
L. T.: -Casi que todos los arreglos dialogan con recursos de algunas otras estéticas. La mayoría de esas estéticas se desarrollaron o se establecieron en la Edad de Oro. Pero también dialogo con otras que no tanto. Yo siento que el lenguaje de Ullmann se construye obviamente atravesado por nosotras pero también dialogando con, sobre todo, la orquesta del ‘46 de Piazzolla, bastante con Salgán y mucho también con el Sexteto Tango. Con esos elementos muy establecidos y también otros colores que se alejan del tango.
-Mencionás como referentes a tres orquestas de un momento donde el género ya estaba bien maduro.
L. T.: -Igual en relación a eso por ejemplo hacemos dos obras de Eduardo Rovira. Que representan dos épocas muy distintas del tango y de él mismo como compositor y arreglador. “El engobbiado” es un homenaje a Gobbi y al momento en que él compartió en su orquesta. Corresponde más a la época de oro, quizás un poquito después. Y la otra que hacemos es un hallazgo que es “Tema para un hombre solo”, una obra que sí representaba ya la vanguardia.
-El repertorio no son los clásicos de siempre. Se nota una búsqueda y una atención a querer decir algo con su elección. ¿Por qué?
L. T.: -Bueno, justamente ese, que no sean los clásicos de siempre. Naturalmente son obras que nos gustaban mucho a las cuatro y que no son las que más se interpretan en general. Por ejemplo, de “El engobbiado” hay pocas versiones más allá de la versión original de Rovira. Hay un poco de búsqueda. “La flecha” en realidad no pertenece tanto al repertorio tanguero. Incluso hacemos obras que no pertenecen y las trajimos un poco al río de la Plata, como una Goran Bregović.
C. R.: -También pasó con “La Flecha” que se alejó muchísimo de su origen. Si uno piensa en una milonga campera de Atahualpa, no describe a lo que termina sonando en el disco. Algo parecido pasa también con el arreglo de “Parece mentira”, que a mí siempre me gustó la versión de Nelly Omar, pero en general el arreglo parece como frenado ahí y nosotras hicimos algo distinto.
-Resulta interesante la inclusión de “La flecha”...
C. R.: -Bueno, el título del disco viene de su letra. Dice “la flecha ya está en el aire”. Nos gustó esa imagen de algo que es lanzado y que no se sabe cuál es el destino ni cómo va a terminar. Algo que está suspendido, con un destino, nos gustó. Además nos gusta mucho que esté en el repertorio por el valor que tiene histórico de Atahualpa y de Pepin. Y eso le da también una vuelta más a algo que conceptualmente está en Ullmann y está en el disco con el lugar de la mujer. Se terminó dando, como hablábamos hace un rato, bastante orgánicamente, que en el grupo seamos todas mujeres. No como una búsqueda, pero sí, el universo es este. La flecha ya está en el aire.