Desde Mendoza
“La estancia será el país”, cantan al ritmo de un redoble marcial los personajes de Los establos de Su Majestad, pieza adaptada por Sonnia de Monte a partir del texto original de Fernando Lorenzo y Alberto Rodríguez (h) y dirigida por Víctor Arrojo, que estrenó en la ciudad de Mendoza en el marco del programa TNC Produce en el País impulsado por el Teatro Nacional Cervantes. La obra podrá verse hasta el mes de octubre a las 21 en el Teatro Independencia (Chile 1184).
¿Es posible revisitar un hecho histórico tan cruento como la Campaña del Desierto sin perder el humor ni caer en la solemnidad? El proyecto encabezado por Arrojo lo logra con creces porque parte de una muy buena adaptación que habilita la teatralidad, un elemento que siempre prioriza en sus montajes. En diálogo con Página/12, el director mendocino cuenta: “La dramaturgia de Sonnia –y también el texto original– tiene una gran potencia de teatralidad para desarrollar el acontecimiento escénico, algo que para mí es muy importante. Más allá de los tópicos temáticos y de lo territorial en la narrativa de una obra, por lo general me convocan los textos que tienen potencial de escena. Los tópicos temáticos e ideológicos también me resultaban interesantes para reinstalar determinados debates asociados a la genética de la política en nuestra nación”.
Los personajes de la obra representan a las instituciones que impulsaron la denominada Campaña del Desierto, un proyecto que consistió en exterminar a los nativos, repartir sus tierras e instalar al inmigrante como figura clave del “progreso” y la “civilización”. Dama Clotilde (Sandra Viggiani) y Dama Margarita (Claudia Racconto) representan al grupo de los hacendados; el Monseñor (Fernando Mancuso) cristaliza la injerencia que la Iglesia tuvo en aquel proceso; el Embajador (Daniel Encinas) representa los poderes foráneos en el país; mientras que el General (Matías González) y el Comandante (Pablo Díaz) actúan en nombre de las fuerzas armadas.
La acción dramática se desarrolla a partir de un ataque contra el Comandante. El círculo de poderosos de esa patria a punto de ser parida se reúne a debatir el asunto en una curtiembre y en la mesa chica deciden condenar al “indio” como el culpable de todos sus males. En una notable escena de sueño o delirio, el Comandante dice: “Mi ejército se abrirá paso a sangre y fuego para arrancarles las vacas y las tierras. Ellos son el último peldaño de mi escalinata para que yo suba (…) Del fondo de la pampa vengo galopando a lomo de indio, a lomo de gaucho, a lomo de caudillos que me ofrecen su cuero para hacerme las botas que me va a poner el país”.
En el "país estancia", ellos son los "hijos del cuero". La moneda de cambio es la sangre de la vaca, que "tiene prioridad sobre la sangre del indio". Las referencias resuenan en el presente con mucha fuerza porque el corazón del conflicto sigue vigente. “A esa acción yo la llamo violencia política, social, cultural y económica. Tuvo consecuencias en ese momento, las tiene en el presente y, si no seguimos hablando de eso, las tendrá también en el futuro”, dice Arrojo, y asegura que desde su óptica el problema más importante sigue siendo la distribución de la riqueza y los altos niveles de concentración que provienen de ese momento histórico. “Como en toda guerra, la violencia contra los pueblos originarios estuvo planteada en términos económicos”.
De Monte hizo esta adaptación en 2010 para un proyecto que llevó adelante junto a sus colegas Vilma Rúpolo (coreógrafa y directora) y Silvia Aguilar (actriz). El objetivo no sólo era rescatar ese texto sino también recordar “la tremenda tragedia que sucedió en Mendoza, con casi 40 bombas en la época previa a la dictadura y luego en dictadura”. Lorenzo y Rodríguez (h), dos autores que hicieron historia en las letras mendocinas, escribieron la pieza en 1973. Fue estrenada por el Taller Nuestro Teatro (TNT) con dirección de Carlos Owens, pero el espacio fue destruido por una bomba de la Triple A al año siguiente. Casi todos sus integrantes debieron exiliarse y otros continuaron sólo en la memoria. Eso es lo que se informa al inicio de la obra de la mano de un audiovisual donde aparecen varios protagonistas de aquella gesta.
“Ellos escribieron la obra en medio de esa revolución de ideas para cambiar el mundo y terminó siendo un clásico. Cuando la hicimos en 2010 fue una cosa; ahora en 2023 no es otra, pero sí tiene otras significaciones y habilita nuevas lecturas”, explica la autora.
“Me encantó que a través del TNC pueda hacerse la obra en el Teatro Independencia. Primero porque es nuestra sala mayor y también porque de algún modo es una respuesta a algo que declaró el gobernador Suárez en una entrevista radial: él dijo que en cuanto nos descuidáramos los mapuches iban a tomar la Arístides, una calle mendocina muy top. No tomaron la Arístides, pero simbólicamente y a través de quienes no pensamos con esa crueldad, le tomamos el Teatro Independencia”, confesó la dramaturga muy emocionada al final de la función. El conflicto de Los establos de Su Majestad es centenario y, al mismo tiempo, no pierde vigencia porque de alguna manera seguimos hablando de lo mismo. Los discursos de odio se reproducen con el mismo fanatismo porque siempre aparece la necesidad de construir enemigos.
La puesta de Arrojo explota la teatralidad del material a partir de recursos como el humor satírico o la parodia. Los personajes visten en tonos claros y terrosos, como las vacas; lucen botitas de cuero blancas y guantes rojos porque tienen las manos manchadas de sangre (maravilloso vestuario de Marcelo Mengarelli). Son personajes estallados y por momentos se asemejan a un grupo de clowns; están rodeados de cueros, dicen sus parlamentos desde el interior de unos tachos como Nagg y Nell en Final de partida, de vez en cuando coquetean con las alturas.
La producción audiovisual de Anahí Barrera permite el anclaje a un episodio muy local como el del atentado contra el TNT, y el diseño y la producción musical a cargo de Aballay&Brachetta combina sonidos autóctonos con la atmósfera marcial, el himno británico o fragmentos de Debussy. La escenografía de Analía Quiroga y el diseño lumínico de Majo Delgado dan vida a ese antro de cueros donde se debate la suerte de miles, los otros de la nación, los extirpados de la patria, los herejes, el enemigo público necesario para fundar la pampa. Los establos reinstala el debate en torno a un período histórico que sólo fue contado por los triunfadores, sin olvidar el fuego sagrado del juego teatral que ocurre entre creadores y espectadores.
*Los establos de Su Majestad podrá verse el 7, 14, 22 y 30 de septiembre y el 5, 12, 19 y 26 de octubre a las 21 en el Teatro Independencia (Chile 1184 - Ciudad de Mendoza). Localidades disponibles en EntradaWeb.