¡Una vida de perro! era, hasta no hace mucho, una frase hecha, un lugar común que cualquiera podía entender. Ahora, hay que ir aclarando, matizando la expresión porque hay perros que viajan en avión, los hay que van a spas y a restaurantes y, al menos uno, que se pasea por Balcarce 50 y accede al sillón de Rivadavia. Y ahora también, en Berazategui, habrá otros, los más desclasados, los callejeros, que a través de un sistema de registro e identificación contarán con el cuidado, el control y el seguimiento desde la Clínica Veterinaria Municipal, para que se desarrollen sanos y saludables. Vagabundos sí, pero con seguro médico.
La Clínica Veterinaria –dependiente de la Secretaría de Salud Pública e Higiene del municipio– comenzó a implementar, hace unos diez días, el registro de los perros comunitarios, aquellos que viven en una zona determinada y que son alimentados por los vecinos.
Fernando Ghersinich, médico veterinario y coordinador de los consultorios de la Clínica, explicó a PáginaI12 que “lo ideal es que no haya perros en la calle, pero la realidad es que hay muchos y son un problema sanitario, por eso desarrollamos el programa que consiste en la colocación de una caravana (un botón plástico) en la oreja del perro, que es como el que se utiliza en grande animales, pero más chicos. Es un dispositivo liviano, para que no le moleste, redondo y de color amarillo, que tiene un número de identificación que está asociado a una historia clínica”.
“Se decidió el uso de una caravana y no de un chip –aclaró el veterinario– porque la idea es que cualquier vecino pueda reconocer  la caravana, que significa que es un animal monitoreado por el municipio, ver el número que identifica al animal, y llamarnos. En cambio, el chip se implanta bajo la piel, y se necesita un lector para accederlo”, remarcó Ghersinich.
Los perros que son llevados a la clínica son vacunados, desparasitados y castrados. En la historia clínica que se le abre se registran además de la fecha de los procedimientos mencionados, los datos: si es macho o hembra, se estima la edad, las características físicas como el pelaje, en qué zona vive, y una foto. Con estos datos, el municipio aspira a generar en poco tiempo un censo de los perros que vagabundean por los pagos del intendente Patricio Mussi, impulsor de la creación de la clínica, inaugurada en mayo de 2013. El mismo fue víctima en julio pasado de un perro callejero que lo mordió en una pierna.
El programa está en su fase inicial y lleva registrados alrededor de doce perros en la primera semana de aplicación, de una población canina que se calcula en un perro cada cuatro personas. “La idea es terminar marcando a todos, pero recién arrancamos. En estos días saldrán a la calle los primeros, porque se los desparasita, se los castra, y se quedan unos días hasta que cicatrizan y están en condiciones de ser devueltos al barrio”.
El médico resaltó la necesidad del control de la población canina callejera para que no sean un riesgo sanitario. “La población es demasiado grande y no hay espacio físico para albergar a todos, por eso la castración”, remarcó y explicó que “al estar vacunados y desparasitados, como son territoriales y compiten con otros perros que vienen de afuera, actúan como barrera biológica impidiendo la difusión de enfermedades”.
“Con el programa aspiramos a desparasitarlos cada seis meses y vacunarlos cada año, y a hacer una evaluación del comportamiento territorial”, dijo Ghersinich, y subrayó que “va a ser importante para todo esto la colaboración de los vecinos”. “Idealmente los animales no deberían estar en la calle, pero si lo están que sea en condiciones optimas de salud” sintetizó el veterinario.
En el municipio, hay vecinos que han escuchado gruñir. Una vida de perros, sí. Pero de Berazategui.